Cap 95

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En aquel castillo comenzaba un gran festejo, las noticias volaron. Llenando los corazones de gozo y mucho vino, de todas las personas habían pocas que sentían las represalias de la guerra.

-¡Se ha ido!- trato de alegrar el ambiente Horace Slughorn, invocando otras tres botellas de whisky.

A solo pocos pasos estaba la profesora Minerva con el corazón a mil, tenía que algo malo había pasado. Sentía un nudo en la garganta que apretaba cada que los aurores del lugar brindaban. Había visto al director caminar junto a Severus a la dirección hace varias horas.

-Esta bien Horace aceptó tu invitación- trato de alcanzar la copa. Un puertazo los hizo levantarse del susto, cierto auror entraba a paso veloz hasta aquella habitación -Alastor me temo que no puedes pasar-

-¡Buen amigo toma una copa!-

Ojoloco Moody los vio con una mirada que los silencio a ambos, Recordando estar en presencia de una dama murmuro un compermiso.

Atrás de él un sudoroso novato se dejó ver. Tomó la botella de las manos del profesor de pociones tragando todo de un solo, recobrando algo de estabilidad emocional levantó la mirada.

-¡Tenemos una emergencia!-

Severus sentía su mundo caer, lloraba aferrado a aquella fría pared por los acontecimientos de esa noche. Aun sentía el cuerpo de su amada entre sus brazos y a solo pocos pasos el llanto desconsolado del pequeño. La conversación con Albus lo había dejado peor, ahora se encontraba atrapado entre un juramento que nunca rompería.

Cierta interrupción volvió su cuerpo tenso, el director levantó la mirada para ver a su viejo amigo. Sabía por quien venía, tendría que mover algunas cartas para sacarlo de aquel agujero.

-El señor Snape esta dispuesto a ir contigo Alastor- hablo amablemente, asintiendo al pelinegro para que no opusiera resistencia.

Comenzo a avanzar sin opción. Imagino ver a Lucius y Narcissa prisioneros junto a su hermana, parpadeo al recordar a su esposa.

-Albus tengo que decirte algo muy delicado- se apoyo en su bastón -Y me temo que él está involucrado- vio a su amigo con aquel peculiar ojo -Tenian ordenes de encerrar a ciertos magos- vio a Snape con repugnancia -La señora Snape es parte de ello, sin embargo, la mansión estaba en llamas-

Los oyentes se miraron con un claro gesto de negación.

-¿De que hablas Alastor?- Albus se apoyo en la mesa con la mirada fija en alguna parte de la habitación.

-Encontramos dos cuerpos en la parte de arriba calcinados y... - trono su cuello odiando esa parte de su trabajo -En la parte de abajo una tabla del techo... -

-¡No!- los tres salieron para ver cómo Horace sostenía a una muy mal Minerva que lloraba. El novato bajó la cabeza al sentir la mirada de su jefe -¡Eris ella no puede...! -

-¡Vete novato!- este salió , el autor se dirigió a los tres -Tuvimos que traerla aquí, San Mungo esta lleno de heridos-

-¡Director!- aquel manto blanco corto sus respiraciones. Madame Pomfrey se tomaba el pecho al tratar de recuperar el aliento -Esta muy mal, no puedo de tener la hemorragia-

No terminaron de escuchar aquello cuando salieron para la enfermería. Tanto silencio lo estaba matando, temia perder tiempo al preparar las pociones. Vendo porque pudo las heridas, recogió su cabello para darle más libertad para manejar aquellas heridas, no pudo evitar temblar al verla desmayarse y volver de la inconsciencia.

La fiebre no disminuía preocupando a sus muy devotas ayudantes. Verena cortaba la tela mientras que la chica que se llamaba Amelia pasaba todo lo que necesitaban.

Las mujeres no aguantaron las lágrimas al verla dejar de respirar, Nevan se levantó tomándola en sus brazos para darle respiración boca a boca mientras presionaba su pecho. La sangre manchó una vez más los vendajes.

La peliblanca infló sus pulmones por tercera vez. Amelia se tomó el vestida con llanto ya no soportando verla así.

-¡No vas a morir aquí Rellish!- acarició su cabello mientras le daba de aquel líquido para reponer la sangre pérdida. -¡No entre a aquella mansión solo para verte morir, este es tu hogar!-

-¿Necesitas algo más?- Verena se limpio las lágrimas mostrando una mirada fría.

Negó, su moral le gritaba que era injusto e inhumano mantener a una persona fallecer tres veces y retrasar su partida. El cuarto paro entró aterrandolo, se subió las mangas y la abrazo como un niño a su madre.

-¿Esta muriendo?- Amelia se tapó los oídos saliendo, quedándose en el pasillo, temiendo escuchar la respuesta a la pregunta de Verena.

Nevan golpeo su pecho, Eris despertó mostrándole aquella mirada gris. Solo para de cierta manera comunicar algo, el medimago dejó todo para prestarle mucha atención. Todo el cuerpo de Eris comenzo a temblar, las viejas cicatrices  se volvían a presentar. Esto despertó algo en su mente.

-¿No quieres volver verdad?- detuvo a Verena en su tarea, acerco su frente a la de la peliblanca -Soy egoísta por quererte aquí conmigo- beso su mejilla.

Eris sonrió tratando de tocar aquella mejilla. No quería que lloraran por ella, su mano quedo a medio camino.

-¡Eris!- Verena gritó

-¡Puedes irte, hermana!- mencionó Nevan, soltandola para darle espacio a su amiga. Minerva entró para ver cómo la vida se escapaba de aquel cuerpo, el medimago la tomó en brazos.

Severus fue el último en atravesar la puerta, el olor de la sangre lo aturdio. La vio en esa cama, con su rostro pálido y sus labios morados. Tan hermosa como un Ángel que había cumplido su misión. Su cuerpo comenzo a avanzar dejándola ahí, si escucho aquellas voces llamándolo no se detuvo.

Encontró uno de los túneles ocultos, se dejó caer llorando. Verla así tan frágil, quería que lo golpeará. Sentir su olor y sus labios, recordó su niñez. Y entendió que eran muy parecidos, como si realmente Rellih era su mitad.


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