Un hijo amado

Él mira mi alma, no mis pensamientos

Oh padre que miras dentro de mi alma y ves luces que yo por las noches no puedo ver, yo que en pasados andares me sentía un hijo sin escrúpulos, un ególatra sin conciencia y un maquiavélico congénito, tu viste mi futuro brillante, tú padre amoroso que me arrancaste de las manos del pueblo, de los romanos que me querían ver en cruz, supiste ver en mi corazón la bonanza, viste en mi luz cuando yo me sentía en tiniebla, y cuando me sentía ya clavado tu me diste salvaguarda, me retiraste de los ojos de los jueces, me hiciste invisible al ojo de Judas listo para venderme, y me diste alas para volar lejos del Romano, tu que cuando yo mismo en el reflejo veía vergüenza y culpa me cubriste de tu manto poderoso y me permitiste verme con tus ojos por un momento, y solo eso bastó, un momento de lucidez, una pisca de tu amor por mi que derramaste en mi lengua y pude sentirme tu hijo, tu digno hijo, que cuando caí una y cien veces, las cien tomaste mano y me levantaste, una y cien veces que el pueblo me iba a apedrear no hiciste tirar ninguna piedra, y que me enseñaste el camino, a veces con palabras, a veces sentí una  cachetada, pero siempre con el fin de enderezar camino, bendito seas que mi senda siempre guardas y como tu hijo mi deber en honrar los sacrificios que por mí has hecho, sé que en mi ves luz, y cada vez yo mismo puedo ver poco a poco lo que tú ves, amarnos como hermanos, apoyar al desvalido y dejar este mundo mejor de como estaba a mi llegada es la misión, contigo señor haré maravillas no vistas en el mundo entero, contigo señor el temor abandona mi alma, señor sé mi escudo y mi cayado, que yo seré tu espada, tu salvaste mi vida y mi alma cuando todos la dieron por perdida, ahora ponme en donde donde tu voluntad deba ser hecha, la victoria será mía, más la gloria siempre será tuya