4 || Una noticia

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Sevilla: Agosto, 2023

MARA

Los rayos de sol de mi ciudad natal golpearon de lleno en mi cara tras dos satisfactorios minutos a la sombra, a mi lado se encontraba Elena, una amiga de Sevilla, las dos caminábamos arrastrando los pies como zombis dirigiéndonos a la plaza del barrio en donde nos encontraríamos a nuestros amigos.

- ¡Me muero de calor! ¿Por qué no puede hacer un poco de viento? - se quejó por octava vez la castaña.

- Elena, te quiero mucho, pero que te quejes todo el rato por el calor no ayuda. - le respondí.

- Adoro mucho a mi sevilla, pero podría hacer un poquito de frío de vez en cuando. - expresó con su destacado acento andaluz, el cual a diferencia del mío que había desaparecido levemente dejando solo unos dejes de este.

Una leve risa salió de mi boca.

- Venga, solo quedan... dos calles. - animé mirando mi alrededor.

- ¡Yupi, dos calles! - ironizó con un intento de imitación a una voz infantil.

Seguimos caminando por las calles familiares para mi memoria, buscando algo de sombra para aliviar la intensidad del calor que emitía nuestro acompañante, el sol. Tras casi diez minutos repletos de quejas por parte de la castaña y uno que otro saludo proveniente de vecinos del barrio llegamos a nuestro destino, la plaza en la que desde que tengo uso de razón me encontraba con mis amigos para pasar el tiempo juntos, fue aquí donde di mis primeros toques con el balón, donde conecté completamente con el fútbol a base de partidos con algunos niños que frecuentaban la plaza. Con el pasar de los años esa pasión por el fútbol aumentó hasta llegar a La Masía, mi residencia actual, todos los veranos volvía con mi familia y acabé haciendo algo que nunca pensé que haría en Sevilla, hice amigos, pero amigos de verdad, creando un grupo inseparable compuesto por cinco chicos: Hugo, Marcos, Álvaro, Iván y Rodrigo, y por cuatro chicas: Inés, Sara, Elena y yo.

Conocí a cada persona del grupo de una forma diferente: primero a Hugo, ambos jugábamos en el mismo equipo de fútbol, el U.D. Tomares, él fue un apoyo incondicional en mi antiguo equipo y fue de los primeros en saber sobre mi futuro en el F.C. Barcelona; un año después de entrara en La Masía, volví a Sevilla en verano, yendo de compras con mi madre nos encontramos a una vieja amiga de mi madre y a su hijo, que tenía mi edad, yo siempre llevaba el balón conmigo y como mi madre se puso a entablar una profunda conversación con la señora, me dispuse a jugar con su hijo, conociendo así a Marcos; a Álvaro e Inés los conocí el mismo día, gracias a Scooby, su perro, este se escapó de sus dueños y acabó en mi jardín, ¿cómo? ni idea, pero por ello acabé con dos de mis mejores amistades; a Sara la conocí porque era la hermana del mejor amigo de Alberto, mi hermano, juntas tuvimos que aguantar al dúo insoportable que formaban Alberto y Mario; conocí a Iván en la plaza, unos niños se reían de él por no saber jugar al fútbol, yo estaba con Hugo y Marcos y me metí a defender al rubio, los niños se rieron diciendo comentarios como "Si tú tampoco sabes jugar al fútbol, eres una chica" o "Si sabe jugar, jugará mal" acompañados de risas, claro que se les acabó la tontería cuando los humillé según Marcos jugando al fútbol; con Rodrigo fue diferente, él tenía un amor platónico en Sara y no se atrevía a hablar con ella, así que entre Inés y yo unimos a los dos haciendo de cupidos, descubrimos el tipo de persona que era Rodrigo y lo integramos al grupo; por último estaba Elena, la conocí de pura casualidad y que bonita casualidad fue hacerlo, ella se había mudado por el trabajo de sus padres desde Cádiz y se convirtió en mi vecina, vivíamos puerta con puerta y nos hicimos inseparables. Así formamos el grupo, Hugo siempre dice que fui el pegamento para unirlos, lo que me resulta irónico ya que solo venía a Sevilla en vacaciones.

A BASE DE GOLES || HÉCTOR FORTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora