Estaba sentada en la isla de la cocina desayunando mi tazón de leche con cereales. Era viernes 6 de noviembre, lo que significaba que había cumplido 18 años. Me había pasado la semana estudiando y haciendo una escultura de un cuerpo desnudo para clase. Había sacado un nueve y medio en el examen de análisis de la forma. No había vuelto a tener más recaídas desde el domingo.
Dejé el tazón vacío en la pila mientras miraba el móvil esperando el mensaje de papá. No me había escrito desde el miércoles por la noche y yo no había querido escribir para no molestar. Me mordí los padrastros de mis uñas nerviosa por aquel mensaje, se suponía que debía estar al llegar de su viaje.
El ding de mi teléfono hizo que mi corazón diera un vuelco.
Papá: "Mi vuelo se ha retrasado 14 horas. Llegaré por la madrugada".
Una ola de rabia y frustración me sobresaltó. Se suponía que debía estar aterrizando en España. Una lágrima de frustración me recorrió la mejilla, apreté mis puños y noté un cosquilleo recorrer mis extremidades.
Iba a tener un ataque.
Respiré hondo tres veces.
Respira.
Inspira.
Respira.
Inspira.
Bebí pequeños buches de agua y tras un esfuerzo enorme logré relajarme. Cogí mi cuaderno de dibujos y me fui directa al autobús. Hice unos cuantos garabatos que habían traspasado el papel durante el trayecto.
Negro. Negro. Negro.
Todo lo que conseguía ver era negro. Mi padre había arruinado oficialmente el que era el mejor día del año.
Había quedado con Sofía y Nico mañana para ir a una discoteca a tomarnos algo. Como era la más pequeña aún no había podido asistir a ninguna.
Sofía había insistido en ir a una para celebrar mis dieciocho. En un principio íbamos a ir hoy, pero cambié el día cuando supe que papá estaría para seguir con la tradición.
Ahora pasaría mi cumpleaños sola junto a Coco haciendo maratón de juego de tronos.
El día pasó lento. En clase de escultura incluso pensé en irme. Pero quería ver a Sofía antes de mañana.
ー¿Dónde está mi cumpleañeras favorita? ーdijo mientras se abalanzaba para darme un fuerte abrazoー. No se cumplen dieciocho todos los días, ¿cómo estás? ーpreguntó emocionada.
ーRadiante de felicidad y con una arruga más ーrespondí señalando mi frente lisa.
ーLlegarás con un cutis radiante a los ochenta ーcontestó dándome un codazoー. Siempre lo he pensado.
ーEso es gracias a mi maravillosa rutina de skincare ーcontesté mientras señalaba mi cara sonriendo como un ángel.
ーIba a esperar hasta mañana, pero ya sabes como soy con los regalos ーseñaló mientras me entregaba una pequeña bolsa roja metalizada con un lazo.
Dentro había un set de acuarelas que había estado buscando por internet hacía mucho tiempo y veinte barritas Marx. Un nudo de emoción me apretó la garganta, pero me tragué el llanto.
ーEres la mejor ーdije mientras le daba un pequeño abrazo con las lágrimas saltadas debido a la felicidadー. ¿Cómo lo has conseguido?
ーBrujería ーrespondió ella haciéndose la interesante.
Negué con la cabeza y contemplé mi pequeño tesoro. Esas acuarelas habían servido para alegrarme el día. Estaba agradecida a mi amiga por ser tan atenta. Tenía tanta suerte de tenerla que el corazón se me encogió con ese simple pensamiento.
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Déjame quererte.
Teen Fiction¿Y si te dijeran que el chico que vas a conocer en terapia cambiará tu vida por completo? ¿Comenzarías la primera sesión a pesar del escepticismo? Alicia Turner es una chica golpeada por la vida, una que nunca ha conocido el sentimiento del amor y l...