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𝐚𝐝𝐯𝐞𝐫𝐭𝐞𝐧𝐜𝐢𝐚: contenido sexual explícito
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Cuando te despertaste esta mañana, no te sorprendiste cuando te atacaron con besos por todo tu cuerpo desnudo. Estabas adolorida por todas partes desde la noche anterior, pero el amor nunca ha dolido tanto . Tú y Damian no tuvieron una noche tranquila, por lo que el silencio de la mañana es ensordecedor.
Con mucho autocontrol, empujas el voluminoso cuerpo de Damian y tratas de levantarte para trabajar. Sin embargo, él no te deja llegar demasiado lejos antes de jalarte nuevamente hacia su pecho.
— Quédate — susurra aturdido. Era difícil tener un ápice de autocontrol cuando sonaba así por la mañana. Para hacerte sentir aún más como un charco en sus brazos, siempre tiene un pequeño rocío de frescura mentolada en su mesita de noche porque sabe cuánto odias el aliento matutino. Lo rocía en su boca y cuando vas a discutir, rocía la sustancia en la tuya, sorprendiéndote.
— Ahora no tienes por qué salir de la cama — besa tu hombro desnudo con cariño, bajando por tu brazo. Un escalofrío familiar, mezclado con deseo y necesidad, recorre tu columna. Suspiras, entregándote a él.
Tienes que irte en aproximadamente una hora. ¿Cuál es la prisa? pensaste.
Giraste tu cuerpo para quedar hacia su rostro soñoliento y conectaste tus labios con los suyos. Afortunadamente, el beso es hormigueante con un regusto a menta mientras tus labios se mueven en sincronía. Tus piernas se mueven a ambos lados de él, por lo que ahora estás a horcajadas sobre su regazo.
Su boca recorre tu suave piel, sin descuidar ni un centímetro. Cuando sus labios encuentran tu pezón erecto, lo succiona delicadamente. Suspiras de nuevo mientras cierras los ojos, empujando tu cuerpo hacia el suyo. Su erección se levanta dura entre los dos, lista para más.
La mano de Damian se desliza desde tu suave cadera hacia tu centro, que palpitaba de necesidad. Cuando sus dedos rozan suavemente tu clítoris, jadeas, todavía sensible por las travesuras de anoche.
