☆ 00: 004

31 2 0
                                    

Los pies del menor se movían de un lado a otro mientras esperaba a su mami darle su comida, hace unos largos minutos habían llegado a casa pero con un estómago hambriento. Tenía mucha hambre.
Un lugar que poco solía compartir y estar presente era el comedor. No le gustaba estar frente a su padre, pero fue inevitable.

—Baja a comer, hijo. La cena está servida.
—La voz de su madre lo hizo reaccionar y ponerse de pie de su cama sintiéndose un ser indefenso

Con pasos inseguros y lentos bajo hacia la planta baja caminando hacia el comedor que lentamente mordió sus labios al ver a su padre estar ahí, comer en paz.

Esa tranquilidad la estaba queriendo.

—No vas a estar parado todo el tiempo ahí ¿no? Toma asiento, tu padre ha preparado la cena, si quieres comer, claro. —Esa voz, tan fuerte y dominante le hacía temblar los pies.

Porque ese hombre que era su padre era tan así, tan vulnerable ante sus ojitos. No quería imaginarse más cosas.

Por lo que con un asentimiento rápido, se apresuró a tomar asiento en su lugar como de siempre para suspirar bajando su mirada a su regazo.

Tan débil; así se sentía con esa mirada tan penetrante.

—G-gracias...

Susurro bajito viendo su plato ser entregado, Era un asado de res; su favorito. Pero no tenía hambre. Había tartamudeado y no era un niño así.

—Corazón bello... suenas muy emocinado y eso es bueno para mi, yo como tu madre me da gusto escucharlo.

Un niño de sonrisa cuadrada sonreía plácidamente al ser escuchado.

Pues le había contado todo lo que había ocurrido en esa tarde,el momento que conoció a ese otro niño, el corto tiempo que había compartido le había sido muy bueno, tan significativo que quería volver a tener a ese animal peludo entre sus manos.

—Yo querer verlo, pronto... — Su sonrisa se incremento para salir corriendo a su habitación con sus mejillas rojas y calientes; tan bonito.
Era un nuevo comienzo de un amor de niños. Algo que demostraría y desafiaría a todos, y ellos serían cómplices de un nuevo inicio o de un final.

Siento niños aún, seres indefensos pero con un corazón pequeño y noble lucharían por sus objetivos y Kim, se atreverá a hacerlo.

...

En toda la cena había tenido un ambiente tenso, no había sido la mejor por lo que él fue el primero en terminar y llevar su plato al lavado para que su madre hiciera, según orden de su padre.

No era algo que no podía hacer. Un niño ya de su edad, podía lavar algún plato y él no era la excepción, claro que podía hacerlo. Con un beso en las mejillas de su padre subió a su habitación lugar donde se encerró para soltar un enorme suspiro de alivio. Se sentía ya tranquilo con no ver el rostro de su padre, luciendo tan real.
No quería ir a la escuela el día siguiente, no quería ir odiaba verse compartir momentos con aquellos infantes de su edad, siendo tan insoportable a excepción de ese niño que lució más hermoso ante sus ojos.

No era alguien bueno en compartir momentos con los demás.

Pensando varios minutos asi, volvió a suspirar dos veces más, jaloneando sus cabellos con mucho fastidio para ponerse de pie y buscar su mochila escolar, para al final sentarse sobre su pequeña escritorio.

Siendo tan solo media hora había estado sentado en ese lugar, donde había colocado su ropa en su lugar y sus tareas de dibujo para distraerse ese rato para ver de reojo la puerta de su habitación ser abierta y ver a su madre entrar con una sonrisa.

—¿Aún despierto?

El silencio volvió a instalarse entre ellos, pero esta vez no era incómodo. La madre permanecía a su lado, dándole el espacio para procesar lo que sentía. Finalmente, se puso de pie y le dio un suave beso en la frente.

—Descansa, cariño. Mañana será un nuevo día —susurró antes de encaminarse hacia la puerta.

El niño la observó salir y, cuando quedó solo de nuevo, se recostó en su cama mirando el techo. A pesar de las palabras de su madre, las dudas seguían rondando su mente. ¿Qué significaba "lo mejor para él" si su padre siempre parecía estar enojado? Sus pensamientos giraban en torno a eso mientras el sueño comenzaba a vencerlo.

Antes de quedarse completamente dormido, recordó la sonrisa de su nuevo amigo y eso, por un breve instante, le trajo algo de paz.

Mañana sería otro día. Y tal vez, solo tal vez, las cosas podrían ser diferentes.

La mañana llegó con los primeros rayos del sol filtrándose por las cortinas. El niño se despertó lentamente, su cuerpo todavía pesado por el cansancio de la noche anterior. No tenía ganas de levantarse, pero la rutina lo obligaba. Se vistió con movimientos lentos, sintiendo una ligera tensión en el estómago al pensar en lo que le esperaba en la escuela.

Bajó las escaleras en silencio, como si no quisiera hacer ruido. Su madre ya estaba en la cocina, preparándole el desayuno. Su padre no estaba a la vista, lo cual le dio un breve alivio. Quizás ya había salido al trabajo.

—Buenos días, cariño —dijo su madre con una sonrisa suave, colocándole el plato de desayuno frente a él—. Come bien antes de ir a la escuela.

Él asintió, sin decir mucho, y empezó a comer despacio. A pesar de la calma de la mañana, su mente seguía inquieta. Hoy volvería a ver a su nuevo amigo, y aunque eso lo emocionaba, el resto de la escuela le generaba incomodidad. Los otros niños no lo entendían, no le hablaban más allá de lo necesario, y él tampoco hacía el esfuerzo de acercarse.

Cuando terminó de comer, tomó su mochila y se dirigió a la puerta.

—Nos vemos más tarde, mami —dijo con una voz apenas audible.

—Que tengas un buen día, corazón. Recuerda ser tú mismo —respondió su madre, dándole un beso en la cabeza antes de dejarlo ir.

El camino a la escuela no fue largo, pero cada paso parecía más pesado que el anterior. Al llegar, vio a los demás niños corriendo y jugando en el patio, riendo entre ellos. Pero su mirada buscaba a uno en particular. No lo veía aún.

Entró al aula y se sentó en su lugar habitual, al fondo, donde podía pasar desapercibido. Minutos después, vio a su amigo entrar, sonriendo al verlo. El corazón del niño dio un pequeño brinco.

—¡Hola! —dijo el otro niño, acercándose con una sonrisa que le iluminaba el rostro—. Te estaba buscando.

No esperaba verlo tan rápido y mucho menos tan lindo... pensó

Esa frase, tan simple, lo hizo sentir algo que no había experimentado en mucho tiempo: pertenencia. Alguien lo había buscado, alguien lo esperaba.

—Hola... —respondió, intentando controlar la emoción en su voz—. Yo también te estaba esperando.

Por primera vez en mucho tiempo, la escuela no parecía un lugar tan solitario.

Ambos volvían a encontrarse en una segunda vez...

Un nuevo día.

¿Qué podría pasar?












......
....
...
.

Holis he vuelto. Capítulo cuatro espero y lo disfruten muy pronto viene el capítulo cinco con las primeras sorpresas.

Me gustan las sorpresas... ohhh. ¡No mucho!

Dan les quiere.

Muak

... 🎀🎀

you are my promiseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora