HISTORIAS CORTAS

ENCADENADO

Una bestia, encerrada dentro de su propio castillo, atada por duras cadenas de hierro, que por el tiempo se habían oxidado, en su propio calabozo, aquella triste bestia suspiraba mirando la ventana, tenía su torso desnudo cubierto por varias heridas y cicatrices.

Todas las tardes venían hombres a torturarlo, lo latigueaban y lo cortaban, pero hace una semana que no venían.

Aquella bestia era pacífica y, aun que pudo matarlos a todos de un gran zarpazo, prefirió dejarse encadenar, humillar, golpear y encerrar en aquel calabozo, que era de su propiedad.

La bestia, tenía grandes zarpas, unos ojos penetrantes del color del jade, unos cuernos de carnero marcados por el tiempo, su pelaje era blanco, deslavado y manchado por el tiempo, el polvo y la tierra, sus ojos delataban inteligencia aunque aún se notara ese brillo salvaje, tenía un cola peluda, sus patas, fuertes extremidades que aunque llevaran un año sin moverse aún se distinguían los fuertes músculos, sus orejas puntiagudas descansaban elegantemente sobre su cabeza, su rostro estaba adornado por un largo hocico semejante al de un lobo o perro, de su hocico sobresalían dos colmillos blancos y afilados.

La bestia decidió que era momento de volver a ver el mundo sentir el aire fresco y observar el cielo nocturno. Con una fuerza única que solo aquella bestia poseía, rompió las cadenas que lo mantenían atado, mientras que con una patada doblo los barrotes que lo mantenían preso abriendo así un camino a la libertad que un año atrás había entregado en paga a sus pecados.

Subió las escaleras a oscuras, los escalones de madera crujían bajo sus filosas garras, mientras el caminaba a paso lento pero seguro, las otras bestias, de tamaño más inofensivo le dieron la bienvenida con cantos bailes y banquetes, aquellas bestias cuidaron del enorme castillo mientras el dueño de este estaba encerrado.

La bestia se puso sus mejores galas, al cambiarse las otra bestias observaron que en la espalda de su rey descansaban dos grandes cicatrices, las pequeñas criaturas intercambiaron miradas asustadas con sus ojos saltones de color de la noche, el rey de las bestias, solo les dio una pequeña mirada en la que trato tranquilizarlos pero delataba la tristeza y dolor que le provocó esas cicatrices.

La bestia después de vestirse salió a los jardines donde busco desesperadamente a su amada, ya que ella era la única razón por la cual se dejó maltratar y humillar. La encontró a arrodillada llorando, en los pies de una estatua de la bestia, la bestia la llamo y con los ojos llenos de lágrimas lo fue a recibir, ella acaricio su suave pelaje y repaso con sus manos cada cicatriz que le era posible ver.

Pero su amada estaba confundida, ella recordaba que su querida bestia tenía un par de hermosas alas color negro, y desesperada le pidió a su bestia que se quitara su elegante camisa, y el así lo hizo, dejando ver dos grandes cicatrices donde antes descansaban dos hermosas alas, su amada lloro y siguió llorando en los brazos de la bestia, ya que el dolor que sufrió su amada bestia fue producto de un error suyo.

Los dos estaban alegres, pero entonces se oyó una flecha cortar el aire, la flecha era muy larga, no era de un tamaño normal, la flecha entro por la espalda de la bestia y se enterró en el pecho de su amada, su amada murió pero la bestia sobrevivió y no quería seguir en vida puesto que la única razón de su existir se hallaba sin vida entre sus brazos, pero entonces llegaron las pequeñas bestias que traían algo, la bestia les resto importancia en estos momentos estaba cegado por el dolor de haber perdido al único ser que le había amado, hasta que un llanto lo saco de su profundo dolor, acerco lentamente la mirada a la canasta que portaban las pequeñas bestias, y ahí encontró su nueva razón para vivir, era un bebe, era el hijo de la bestia.

FIN

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SE QUE ES UNA HISTORIA CORTA PERO LA VERDAD ME GUSTA MUCHO :3 JAJAJA