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Había estado prácticamente toda su vida allí. Sus padres habían muerto cuando tenía tres años. Sus tíos se vieron con la obligación de acogerlo en su familia, pero él era un niño extraño. Él lo sabía; ellos se lo recordaban a diario. Cuando cumplió seis años, sus tíos lo llevaron allí, según ellos, él estaría mejor y lo iban a visitar todos los días para que no se sintiera solo. Mintieron.

Al principio, los esperó, pero pronto comprendió que jamás los volvería a ver. A veces, ellas merodeaban en su habitación o le susurraban cosas terribles; sin embargo, se acostumbró rápido y se volvieron su compañía. Las pastillas, sin embargo, las silenciaron, así que pronto estuvo solo otra vez. A veces, veía sus sombras pasar, pero ya no le hablaban.A pesar de ser un lugar donde habían varios como el según sus tíos, el se mantiene alejado de todos, un poco porque lo prefiere así y otro poco porque está asustado de acercarse a las personas. Sin embargo un día, normal para algunos pero sin duda significativo para el aparece en el patio una bella joven.
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Hey ¿Por qué estás tan solo? Hay muchas personas aquí, pero nadie voltea a vernos.
El, no entiende por qué ella le habla, le parece extraño pues nunca la ha visto antes, sin embargo suspira y le respondo en voz queda -Estoy solo porque así lo prefiero, no necesito la compañía de nadie.
La joven sonríe y el no puede evitar pensar que tiene una hermosa sonrisa. -Yo creo que todos necesitamos compañía, aunque sea de vez en cuando, así que si no te molesta me quedaré aquí un rato.
El asintió con un asomo de sonrisa, un poco conmovido por la actitud de la chica y se limitó a observarla. Es de tez morena, un poco más baja que el, se ve muy delgada, frágil a decir verdad. Su cabello es castaño oscuro y sus ojos, sus ojos parecían reflejar el Universo, es lo que piensa el. No se hablan, solo contemplan a las personas del lugar hacer sus respectivas actividades. Llegado su momento ella se levanta y le dedica una cálida sonrisa -He de irme, volveré en otro momento ¿Podría saber tu nombre?
El se paró y le sonrió apenado -Me llamo Reid. Me encantaría saber el suyo.
Ella ladea la cabeza y se ríe -Puedes decirme Luna.
La chica se alejó corriendo y el se encaminó hacia su habitación. Las personas lo saludaban y le deseaban las buenas noches. El llegó a su habitación, una señora mayor lo esperaba con la cena, un vaso con agua y algunas píldoras en una bandeja. -Buenas noches señora Lydia.
La anciana le sonrió y apretó sus mejillas -Come, has estado hasta tarde afuera el día de hoy. El asiente y le da un par de bocados a su comida antes de responder. -He conocido a alguien el día de hoy. La anciana acaricia su cabello con una leve sonrisa. -Era una joven, nunca la había visto por aquí, tal vez era algún familiar de alguien.
El joven continúa comiendo mientras piensa de donde ha salido Luna,ella le llena de intriga.
Cuando la señora Lydia se lleva los restos de la cena, Reid está completamente dormido,esa noche sueña con una silueta blanca a la que intenta inútilmente alcanzar.
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Al día siguiente, Luna lo espera en el patio con una gran sonrisa. -Buenas tardes Reid, hoy tienes buen aspecto.
El se sienta con las manos entrelazadas en su regazo y le responde de la misma manera. Charlan de todo y de nada. Ella le habla emocionada de maravilloso que es el mundo. El solo puede escuchar con atención con una pequeña sonrisa anhelando conocer ese mundo, sin dejar de pensar que cree que ella es maravillosa.
Los días transcurren rápidamente convirtiéndose en meses. Dos para ser exactos... Reid no puede parar de pensar en Luna. La ve todos los días, hablan sin parar, ríen, se cuentan cosas y a veces, se toman de las manos. El siente que no puede ser más feliz. Las enfermeras los miraran con ternura y murmuran afligidas a la joven pareja.

-Luna, creo que eres la chica de mis sueños. Murmura el mientras acaricia su cabello,la joven lo mira y sonríe cálidamente acercándose a el. -Eres tan bonita que duele. Solo... quédate un poco más conmigo un poco más. Luna le dedica una triste mirada. -No puedo. Lo sabes, siempre lo supiste.
Reid con los ojos anegados en lágrimas acaricia sus mejillas - Desearía que fueses real...
Tan pronto como dijo estas palabras, la figura de Luna se desvaneció y él solo pudo sollozar por alguien que no existía, alguien que solo era producto de su mente. Se dejó caer al suelo, sintiendo el vacío en su corazón expandirse con cada latido.

Los días que siguieron fueron una neblina de dolor y desesperación. Reid apenas comía o dormía, y cuando lo hacía, solo soñaba con la silueta de Luna, siempre fuera de su alcance. Las enfermeras y el personal del psiquiátrico intentaron ayudarlo, pero nada podía llenar el vacío que ella había dejado.
Sus pensamientos eran un torbellino de tristeza y resignación. Se preguntaba por qué su mente le había jugado una broma tan cruel. Comenzó a apagarse lentamente.

Una mañana, cuando Lydia entró en su habitación para dejar el desayuno, lo encontró inmóvil en la cama. Parecía tranquilo, como si finalmente hubiera encontrado la paz que tanto anhelaba. La enfermera sintió una punzada de tristeza, pero también una pequeña esperanza de que Reid, en algún lugar, había encontrado su Luna.
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"No hay nostalgia peor, que añorar lo que nunca jamás sucedió."
-Joaquín Sabina-

Más allá de la realidad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora