10. En el apocalipsis

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Estábamos de nuevo en el caótico mundo exterior. Thomas, Barry, Ryan, Sebastián, Ian, Marc y yo avanzábamos con cautela, procurando no hacer mucho ruido mientras trotábamos para llegar velozmente al instituto. Estaba amaneciendo.

Sebastián se sabía de memoria algunas calles, así que él nos guiaba por enfrente hacia el instituto, pero lamentablemente, después de caminar en paz por dos cuadras, nos topamos con una calle repleta de muertos vivientes. Sabíamos que no todo podía ser tan bueno.

Nos escondimos en la esquina de un edificio, pensando en que hacer: si rodear todo -arriesgándonos a perdernos- o que alguien se sacrificara para alejar a los zombis del camino. Mientras los chicos discutían, asome mi cabeza hacia la calle repleta de zombis y me di cuenta que las calles de alrededor también estaban llenas de zombis; no había escapatoria. Un minuto después, se me ocurrió una gran idea.

—Ya sé qué hacer —les informe—. Frente a la calle vi un edificio, podemos cruzarlo por dentro para salir a la siguiente cuadra...

Todos nos asomamos para ver el edificio, excepto Thomas, quien se colocaba vendas de yeso alrededor de los antebrazos; me dijo que era para mayor protección, pues él planeaba ir por delante de nosotros.

—¿Y si ese edificio está repleto de zombis por dentro? —preguntó Marc.

—Pues supongo que será más fácil cruzar por dentro que por fuera —dijo Barry—, la calle parece salida de alguno de los primeros episodios de The Walking Dead.

Yo iré al frente con Sebastián —anunció Thomas, sujetando con fuerza dos cuchillos en sus puños—, intentaré matar a todos los zombis que pueda mientras Sebastián me guía, ustedes irán por detrás como apoyo. Pienso que Alison y Ryan deberían ir a lo último, así Alison puede disparar con el arco desde lejos a los zombis que se nos acercan y Ryan puede protegerla.

—En el estadio estaba ansioso por salir —dijo Ian, frotándose las manos con nerviosismo—, pero ya me arrepentí, ya me dio miedo.

—Bueno, no hay vuelta atrás. Hay que avanzar antes de que se nos vaya la adrenalina —mencionó Sebastián, alzando una vara de metal.

Era claro que todos estábamos asustados y en caso de que nuestro plan no funcionara íbamos a terminar todos muertos, pero a pesar de eso teníamos esperanza; me sorprendía la facilidad con la que podían entregar su vida para salvar a alguien más, eran muy buenos. Intercambie una mirada con Thomas antes de avanzar; él me sonrió ansioso.

En sigilo, uno por uno fue yendo hasta las puertas del edificio. Primero pasó Ryan y a lo último Ian. Una vez frente a las puertas, con sumo cuidado abrimos solo una, asomándonos con una linterna para revisar que no hubiera zombis. Thomas nos informó con señas que solo había menos de diez zombis, pero aún así sentíamos que nuestro corazón se saldría de nuestro pecho del terror. Nadie se atrevía a entrar primero.

Mientras todos intercambiaban miradas para ver quién iba pasar primero, me arme de valor y los empuje para poder pasar. Al estar una vez dentro, en la oscuridad y humedad, los zombis me detectaron y comenzaron a trotar hacia mi dirección; le lance flechas a los primeros tres zombis que estaban a punto de alcanzarme, agarrando con dificultad la linterna para poder ver bien. Me vi sorprendida cuando vi a Thomas entrar y lanzarse hacia un zombi, enterrándole un cuchillo en la cabeza. Después entraron los demás decididos a matar zombis, pero cuando creímos que habíamos acabado con todos los muertos vivientes, nos asustamos al ver una silueta en la oscuridad.

Bajamos nuestras armas cuando le apuntamos con la luz de las linternas y observamos que solo era un señor que había salido de algún escondite; estaba temblando y herido, pero no parecía que estuviera mordido. Barry se colocó a mi lado y me susurró: "Los señores que aparecen de la nada nunca son buena señal en películas", y creo que tenía razón, pues sentía un mal presentimiento.

¿Apocalipsis?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora