El día después de la guerra marco un inicio, el sol se presentó con todo su esplendor. Bañando con sus ratos aquellas tierra que había sido profanada por los caídos de ambos bandos.
Las familias lloraban la pérdida de sus miembros, niños quedaron huérfanos. El Ministerio tomó las medidas necesarias para que ese día fuera declarada un festejo.
En una mansión silenciosa una mujer de cabellos rubios cargaba a su pequeño, todo mientras su esposo y hermana eran arrastrados por los aurores. Sintió su corazón romperse al sentir el temible presentimiento de soledad, la lechuza que había llegado horas antes se encontraba afuera.
Aun no podía creer que aquella mujer ya no volvería jamás, su dolor fue percibido por su hijo que comenzó a llorar. Aunque tuvo la sensación de abrazar a su hermana que tenía la mirada perdida mientras la empujaban a la salida no lo hizo, la conocía tan bien como para entender que su hermana estaba en duelo por la peliblanca.
No escucho la puerta cerrase de manera violenta. En trance camino hasta su alcoba, saco un vestido y un velo negro.
-¡Dobby!- El elfo apareció bajando las orejas al ver a su ama llorar -Tengo que salir y no puedo llevar a mi hijo a ese horrible lugar, es tu deber cuidar de él- no espero afirmación de la criatura, salió para prepararse.
Apareció justo a tiempo, como dama de alta clase saludo con cortesía a los presentes. Su mirada relataba sus verdaderas emociones, al llegar al gran comedor se detuvo al sentir su cuerpo tenso.
Al final donde muchas veces el director se levantaba a hablar y dar su discurso se encontraba una base, arriba de ella un ataúd. Apretó sus manos a los costados de su vestido, sus lágrimas comenzaron a caer. Tal vez era un sueño, camino sintiendo eterno el recorrido, el olor de las flores le revolvió el estómago. Ajena a las miradas se inclinó para ver, ahí estaba Eris Rellish, una diosa en su altar.
Como una dama dormida, tocó el cristal queriendo sentir su piel. Aquel vestido que tenía le quedaba tan bello, no se apartó de ahí por varios minutos.
-Es la hora- con cuidado la apartaron, volteo para ver al Director. Asintió sin mirarlo.
-¿Donde esta Snape?- lo busco por todos lados, varios negaron. -¿No vendrá?-
-Me temo que no podemos seguir esperando-
Hagrid, Nevan, Remus y el mismo Albus se posicionaron. El único de los Merodeadores presente tenía el rostro rojo, había perdido a sus amigos y su mente estabas en negación por lo de la dulce dama que ahora cargaba. Aparecieron en los jardines de la mansión Rellish, caminaron sin detenerse hasta el lugar indicado, cerca de aquel acantilado.
Eran muy pocos los que estaban ahí para despedirla, sin embargo, fueron los que en verdad la quisieron. Narcisa con todo su amor decoró los alrededores de la tumba con flores, Minerva miraba las olas golpear las piedras.
Albus comenzo a hablar, mientras que su mente gritaba que Severus debía de estar ahí. Al terminar la ceremonia un horrible silencio los inundó, de ese grupo cada uno maldijo lo injusto que había sido la vida para una dama que aunque cometió errores, mostró que cualquier monstruo puede dar lo mejor para proteger lo que ama...
"Al morir, no lloren por mi.
No habrá descanso ni tregua
en el polvo que me cubre.
Porque mi espíritu seguirá
vivo en las cosas
por las que luche fervientemente"
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¡Algo mas sencillo que la vida!
RandomLo que mas la lastimo no fue el rechazo, las traiciones, ni siquiera el dolor. Fueron sus propias acciones, juro nunca ser un monstruo pero hasta el ser vivo mas vulnerable sabe cuando debe mostrar su garras para sobrevivir.