𝙏𝙧𝙞𝙜𝙜𝙚𝙧.. | [𝘏𝘠𝘜𝘕𝘐𝘕]

𝙏𝙝𝙖𝙩'𝙨 𝙬𝙝𝙮 𝙄 𝙡𝙞𝙠𝙚 𝙔𝙤𝙪 𝙜𝙤𝙤𝙙 𝙗𝙤𝙮.

—No puedo creer que vayas a ayudarlo en serio.

—Hyung, perdona que sea grosero pero esto es mi asunto.—respondió, tratando de esquivar la montaña de preguntas y reproches por parte de su hermano.—Ya soy un adulto.

—Y como el adulto que dices que eres me parece estúpido que hayas accedido a esta clase de cosas.

—Hyung ya, por favor...

—Nada de eso.—interrumpió el mayor, la alteración en su voz comenzando a notarse.—No voy a permitir que hagas esta locura, así tenga que hablar con mamá y contarle toda la verdad.

—Ni siquiera se te ocurra.

—Entonces detente con esto. Además, ¿Por qué trajiste a este bastardo acá?

—Solamente tenemos que hablar en su apartamento.—explicó.—Vine a dejar mis cosas.

—Si claro, y la charla consiste en que gimas como gata en celo sobre su cama.

—Seungmin...

—Y que te trate de zorra encima.

—¡Seungmin!

—Que ni creas que no sé lo que vas a hacer por las tardes que no llegas temprano a casa.

Jeongin suspiró con cansancio, por una vez en meses imploraba por algo de paz en su interior. Sabía que en gran parte era su culpa por haber permitido que todo llegase hasta este punto, pero ahora estaba haciendo lo que sea que esté en sus manos para terminar con todo el calvario.

Calvario que pudo haber evitado si no hubiese sido tan ingenuo.

—Seungmin.

—¿Qué?

—No voy a ayudarlo.

—¿No? ¿Entonces qué es todo esto?—señaló hacia la sala, donde se suponía que estaba el par de hermanos.—Es un maldito circo.

—Voy a ayudarme a mí mismo.

El mayor de los Yang frunció el entrecejo, totalmente confundido con el trabalenguas que su hermano estaba provocando en su mente.
Su cabeza explotaría si no obtenía una explicación en ese mismo momento.

—Explícate mejor. Estoy a punto de golpearte la cabeza con el sartén.

—Sin amenazas tontas.—respondió.—Mi plan es simple. Voy a hacer que de una vez por todas sepan el mounstro que es Hwang Hyunjin.

—¿Y...?

—Pienso hacerlo durante el mismo plan que él está creando, y que para tu lamento, no te diré.

—Te odio.

—Yo también te quiero, hyung.

—Aún así, vas a tener problemas con la ley.—el castaño conocía aquel tono. El de preocupación genuina.—Sabes cómo son las cosas en este país, van a juzgarte apenas sepan que estabas siendo cómplice.