15. Un día inesperado

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Mis amigos y yo estábamos en pánico, sin saber qué hacer o hacia dónde ir, además ni siquiera teníamos armas o provisiones para irnos de ahí. La mitad de los sobrevivientes del refugio ya estaban muertos y los militares seguían luchando contra los zombis, pero eran demasiados y ellos muy pocos.

—¡Nos vamos a morir! —gritó Hailey enterrándonos las uñas a Pete y a mí, aterrorizada.

—¡Hay que ir con el conserje Martín! —les grité encima de todo el escándalo— ¡Él nos protegerá!

Todos asintieron nerviosamente a mi orden y armándonos de valor, comenzamos a correr hacia donde estaban los militares disparando a los zombis, protegiendo la jaula de Peanuts, la mascota de la escuela, y al parecer, también la cura para los muertos vivientes.

Iba a la delantera del grupo, con Diana y Pete a mi costado agarrándome del brazo para no separarnos. Todo alrededor era un caos y era casi imposible de transitar debido a los zombis y a los sobrevivientes yendo de un lado a otro intentando sobrevivir. Escuchaba los sollozos y gritos de Hailey, Jason y Jonathan y eso me dejaba tranquila, pues sabía que me seguían junto con los demás.

Cuando llegamos con los militares ni siquiera nos prestaron atención ya que seguían disparando a los zombis, hasta que algo más captó nuestra atención: algunos de los sobrevivientes se habían apoderado de los tres helicópteros restantes y los elevaban en el aire, pero así como el director Joseph, ellos no sabían pilotarlo y terminaron por chocar entre los tres, creando otra masiva explosión provocando que todo ardiera en llamas. Divise borrosamente que las llamaradas de la explosión alcanzaban a la amiga de Barry: Daniela, acabando con su vida.

Todos caímos al suelo protegiéndonos del estallido y pronto todo el estadio se llenó de humo y zombis atraídos por el estruendo de la explosión. Estábamos perdidos. Estaba pasmada, sabía que no había escapatoria.

—¡JANE! ¡TIENES QUE LEVANTARTE! —escuché distorsionadamente que Pete me gritó y cuando volví a la realidad, él con ayuda de Ryan me levantaban del suelo, apresurándonos en seguir a los demás que corrían detrás de unos cuantos militares.

Al parecer, cuando yo estaba en mi estado de shock, los militares se habían percatado de que estábamos vivos y nos dijeron que los siguiéramos fuera del estadio, debido a que los zombis estaban atraídos por las llamas de los tres helicópteros en ruinas dándonos tiempo para huir de ahí. Comencé a correr junto con Pete, Ryan y Barry, cerrando el paso de todo el grupo.

Los militares, junto con el comandante Mason y el conserje Martín con la jaula de Peanuts, se dirigieron a las puertas de salida de emergencia del estadio y una vez las abrieron, comenzaron a disparar a los zombis que estaban alrededor, abriendo paso para poder salir de ahí. Ryan, Tom y Barry golpeaban unos cuantos zombis con unos bates de beisbol, ayudando a los militares desde atrás. Deseaba poder hacer algo, pero era imposible, solo me quedaba seguir a los militares.

Una vez estábamos en la calle -no estaba tan infestada de zombis- los militares nos guiaron a un edificio que estaba en la siguiente cuadra: era una tienda departamental. El comandante Mason abrió las puertas de entrada de la tienda de una patada, entrando primero junto con el conserje para revisar que dentro estuviera despejado, mientras los demás militares disparaban a los pocos zombis que se acercaban.

—¡Rápido! ¡Entren! —gritó el conserje Martín y velozmente mis amigos y yo entramos a la tienda, observando como los militares cerraban las puertas y rodeaban las manijas con los cintos que llevaban puestos para evitar que la abrieran desde afuera. También colocaron algunos muebles contra las puertas, formando una barricada.

Todos estuvimos durante un minuto entero en silencio hasta que los alaridos de los zombis disminuyeron hasta que desaparecieron. Observé a mi alrededor y estaba todo oscuro, lo único que me permitía ver un poco eran las luces tenues de las linternas que llevaban los militares consigo. Hailey se abalanzó a abrazarme con fuerza, temblando, y Diana se unió al abrazo. Éramos muy suertudos al seguir vivos después de todo.

¿Apocalipsis?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora