[33] Qué comiencen los juegos...

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Allistair irrumpe en la mansión con toda la pompa y arrogancia que lo caracterizan, rodeado de sirvientes y cargando maletas como si fuera a quedarse a vivir allí con todas las comodidades que tendría en su casa. Sabe que no puede tener a sus propios sirvientes aquí, así que no tiene más remedio que adaptarse a mis condiciones si quiere entrar en mi harén. Pero el muy cabezota no se rinde fácilmente.

Entre los tres idiotas que tengo que soportar, Allistair es el más complicado. Es el que está más cerca de mí, pero también el más obstinado. Meterlo en mi harén no es tan sencillo como emborrachar a un guardia o engañarlo con alguna artimaña. Para él, eso sería un verdadero lujo.

Le doy a Allistair la libertad de elegir la habitación que quiera, incluso una al lado de la mía. Después despide a sus sirvientes para que avisen a alguien llamado "Luck", un tipo del que no tengo ni idea. Supongo que ha estado preparándose durante la semana que ha pasado, hablando con mi abuelo para entender qué significa exactamente estar en un harén.

Pero sé que todo lo que haya aprendido no será suficiente. Por muy terco que sea, tarde o temprano se dará cuenta de que este no es su lugar. Si esperaba que Allistair se adaptara fácilmente a la idea de acostarse con otro hombre y él no estuviera en el cupo, se equivocaba. No es tan sencillo como cree. Es más probable que se haga el desentendido o invente alguna excusa para no hacerlo. No creo que tenga el coraje de enfrentarse a esa situación directamente.

Tampoco es una preocupación para mí en este momento, ya que estoy bien con Kalos, aunque mi energía sexual sea bastante intensa, al menos lo suficiente como para que el lobo no pueda seguirme el ritmo. No estoy seguro si se debe a alguna especie de frustración por mis vidas pasadas, donde fui obligado a tener relaciones con mujeres a la fuerza, pero sí recuerdo que con Babel era bastante divertido los fines de semana.

Babel, en su etapa adulta, era muy atento y poseía una resistencia que parecía inagotable. Literalmente podríamos pasar todo el día en la cama, y después de varios descansos, él seguía listo para continuar hasta el final, aunque solo se corriera una vez antes de quedarse dormido. Dilak era intenso pero de recuperación lenta, mientras que Allistair era bruto, causando mucho daño mientras te ordenaba que te quedases quieto y te asfixiaba.

Pero eso no sucederá en esta vida.

—La habitación parece decente —opina, explorando los rincones sin mucho interés. Sus maletas están apiladas en una esquina, esperando a que las criadas las vacíen y coloquen todo en su lugar—. Así que ya has comprobado que voy a demostrarte que soy la mejor opción entre todos los que puedas meter en ese harén —voltea hacia mí, hinchando el pecho para resaltar su figura—. Además, mi padre y tu abuelo me explicaron todo lo que tenía que hacer, así que tanto tú como yo sabemos que no me visitarás mucho para hacer esas cosas de maricones, pero me gustaría que al menos te tomaras la molestia de venir alguna vez para charlar. Aunque... supongo que eso también forma parte de tus obligaciones, ¿no?

Cosas de maricones, ¿eh? ¿Cuánto tiempo crees que vas a seguir pensando así, hasta que gruñas como un perro calenturiento?

Allistair es tres años mayor, por lo que tiene diecinueve, pero aparenta ser un joven de veintitantos. Es bastante alto, con un físico fornido debido a su entrenamiento con la espada, y todavía conserva su actitud vanidosa y arrogante, aunque mucho menos intensa que en mi vida pasada. Probablemente ese otro Allistair también sería extremadamente violento.

—De acuerdo —concedo, asintiendo lentamente—. Entonces no te haré perder mucho tiempo. Mis reglas son simples: haremos tres juegos con sus respectivos premios y consecuencias, y por la noche dormiré en tu habitación para ver si tienes lo que se necesita, o si solo eres un hombre de muchas palabras y nada de acción.

Cuatro de corazones  [Actualizada en INKITT]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora