Fernando quedó estupefacto al observarse detenidamente en el espejo, contemplando su figura con perplejidad. Cada detalle parecía haber retrocedido en el tiempo, devolviéndole una imagen que evocaba sus días de treinta años, aunque el cómo y el porqué permanecían envueltos en misterio. La experiencia resultaba inusual y desconcertante, mezclando sensaciones que oscilaban entre lo onírico y lo perturbador. Al palpar sus brazos, notó la falta de los músculos definidos que solían adornarlos, experimentando una sensación de reducción en estatura y peso que, paradójicamente, le resultó desagradable en cuanto se hizo consciente de ella. Este cambio repentino golpeó su orgullo, siempre sólido y presente hasta ese momento.
Incluso su cabellera exhibía una longitud algo mayor, reminiscente de su estilo de 2005 aunque no idéntico. Fernando permaneció estático, sumido en reflexión acerca del origen de su abrupta metamorfosis física. Evitar el tema del oasis era inevitable; la reciente experiencia con Hamilton el día anterior aún le enviaba un escalofrío por la espina dorsal.
En ese momento, la mente de Fernando se desvió hacia Melissa y el misterioso tratamiento rejuvenecedor que había empleado. Entonces, todas las piezas del rompecabezas encajaron: el producto no se consumía oralmente, sino que se aplicaba de manera tópica. En resumidas cuentas, Fernando lo había utilizado con total determinación y sin reservas. Fernando lo había digerido.
-Esto tiene que ser una puta pasada..- Fernando exclamó con determinación y, de inmediato, se apartó del espejo para dirigirse hacia el teléfono que reposaba sobre su ordenado escritorio. Con gesto firme, tomó el dispositivo y procedió a marcar el número de quien más confianza le inspiraba en ese momento. En su mente, evaluaba las tres opciones disponibles: Giancarlo, Sainz o Pérez.
La opción más razonable parecía ser Carlos, pues recordaba que había sido el único que no se había excedido en la fiesta de Russell l del día anterior. En cuanto a Sergio, era probable que estuviera en paradero desconocido, dado que no habían intercambiado palabras en los últimos días. Marco el numero de Carlos por modo lineal y su teléfono comenzó a timbrar esperando a ser correspondido.
En un lugar apartado, Carlos escuchó el insistente sonido de su teléfono resonando en la habitación. Se estiró con pereza para alcanzarlo, permaneciendo recostado cómodamente en el sofá. Al identificar la llamada entrante como procedente de Fernando, contestó con curiosidad, acercando el dispositivo a su oído con cautela. Se preguntaba qué motivo urgente podría tener su amigo para llamar a tan tempranas horas de la mañana.-Nando?-