Grom
—Suspira—, como siempre, otra aburrida sin nada que ofrecer —me dije a mí mismo mientras tomaba mis walkie-talkies y los acomodaba de tal manera que parecían soldaditos—. Al menos los tengo a ustedes. —Los miré con una.
En ese momento, la puerta de la sala de seguridad se abrió de golpe, y Ash entró con su mal humor. Grom dio un salto; su corazón comenzó a latir con fuerza mientras agarraba su capucha intentando ocultar lo posible de su cara.
—¡Por Dios, Ash! —exclamó Grom, tratando de calmarse—. ¿No puedes hacer menos ruido?
Ash levantó una ceja, apoyándose en su escoba.
—¿Y tú podrías relajarte un poco? —respondió Ash con un tono burlón—. Esa reacción no es muy apropiada de —río—.
Grom resopló y volvió su atención a las pantallas donde las imágenes de diferentes puntos del edificio parpadeaban. Las cámaras mostraban oficinas, pasillos y la entrada principal, donde muchas personas se acercaban al interior del edificio con sus hijos. En ese momento, Grom se tensó al verlos.
Ash notó la reacción de su amigo y le dijo:
—Esas escorias están haciendo un desastre; ya sentirán el golpe de mi —decía Ash, y al momento salió de la sala de seguridad mientras reclamaba.
Grom exhaló, y entre se tranquilizó. Sus walkie-talkies, alineados en la mesa, le ofrecían una pequeña sensación de seguridad. Eran sus compañeros en un mundo que a menudo le resultaba abrumador.
Fang
A unos kilómetros de distancia, Fang estaba en medio de entrenamiento en el dojo. Cada movimiento, cada golpe y cada patada eran ejecutados con una gran precisión, reflejo de años de disciplina en las. Sin embargo, a pesar del gran reconocimiento, el peli azul no podía dejar de pensar en cierta persona.
La figura de Willow, su expareja, se apoderaba de su mente como. Sus palabras crueles y manipuladoras resonaban en, haciendo que cuestionara su con cada recuerdo. Fang había intentado seguir adelante, enfocándose en su constante entrenamiento, pero Willow seguía buscándolo, tratando de arrastrarlo de nuevo a su vida.
Mientras el chino ejecutaba una serie de golpes rápidos, su teléfono vibró en. Se detuvo, respirando con dificultad, y lo recogió. Un mensaje de Willow aparecía en la pantalla. "Nos encontramos en el café. Tenemos cosas de qué hablar."
El de coleta cerró los ojos, sintiendo el peso de. Las palabras de Willow eran como una tortura deseada;