Capítulo 28:
Lágrimas cristalizadas.
Con el sabor de tus labios, estoy en un viaje. Eres tóxico, me estoy hundiendo.Nunca pensé hacer esto pero, ⚠️Warnings⚠️ Escenas explícitas de contenido +18, lenguaje soez.
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Tanto su mente como su cuerpo, retrocedieron. Apegándose al vidrio templado detrás de ella, entreabrió sus labios en la búsqueda de oxígeno cuando sus pulmones se sintieron muy pesados para respirar. Frente a sus ojos lánguidos por el alcohol, Jung Yoonoh hacía lo que le pidió sin contemplaciones. Obedientemente, sus dedos ágiles abrían el tercer botón de su traje azul marino a raya diplomática, haciendo un recorrido tortuoso a los tantos recuerdos del pasado donde ella presenció los mismos movimientos de todas las veces que lo vio desvestirse.
—ChanYoung, puedes marcharte. —Escuchó la orden vaga de John al fondo, encargándose de buscar la privacidad ante todo lo que estaba ocurriendo.
No es como si aquél bartender quizás no hubiese visto cosas peores antes, sin embargo, Miranda agradeció que ahora estuviesen los tres solos para que pudiese enfrentar las consecuencias de su mordaz lengua. Tragando en seco, sus párpados se volvieron muy pesados cuando el hombre fue directo a su corbata, deshaciéndose con una rapidez impresionante del firme nudo que vestía su cuello para descubrir el plano pecho debajo de la camisa blanca. Estaba salivando de sólo ver un mísero pedazo de piel, y le fue inevitable no ruborizarse al pensar en todas las ocasiones en que ella tuvo el gusto de ser la que le quitaba la estorbosa prenda al mayor.
—Basta —Pidió en un hilo de voz, queriendo detenerlo antes que pudiese iniciar algo que probablemente no era capaz de terminar. Moviendo sus manos a las de él, lo paró de seguir al botón continuo de la camisa. Sus pieles se tocaron, intoxicándola un tanto—. Para ya, ¿por qué demonios estás siguiendo mis órdenes? —Como si fuese un desquiciado, le pregunto.
Jung Yoonoh detuvo sus manos entre las de él, apresándolas en un agarre tan fuerte que Miranda tuvo que parpadear para reconocer que aquello que sucedía era real. Él inclinó la cabeza hacia ella para mirarla con atención, poniendo sus nervios de punta. Pese que sus tacones le hacían una pelea justa a su tamaño, seguía pareciendo pequeña ante sus ojos y aquello le hacía encogerse entre sus firmes hombros.
—¿Por qué no? Te he dicho que haría lo necesario para recuperarte —Con decisión, movió sus manos junto a las de él, en un movimiento fácil que hizo que el próximo botón se desabrochara. Miranda pareció palidecer por un minuto—, ¿quieres esto?, ¿o me detengo?
Pero la cabeza de Miranda estaba en blanco, perdida entre la hilera de piel blanca que mostraba el hombre frente a ella. Se relamió los labios sonrosados en un acto inconsciente, a sabiendas que su cuerpo estaba dándole la espalda a su racionalidad. Aquello era una locura. No podía permitirse involucrarse físicamente con Jung Yoonoh una vez más, sería su perdición por completo. Y si lo pensaba un poco más, era totalmente incoherente que ella hiciera tal cosa frente a los ojos de John Suh, quien no perdía de vista cada uno de sus movimientos. Parecía entretenido a la distancia.
—Y-yo... N-no. —Pero sus ojos divagantes cayeron en la figura de John al fondo de la habitación.
Con sus latidos agitando hasta su pesada manera de respirar, Miranda escuchó cada paso que el hombre dio hasta ellos, uniéndoseles sin vergüenza alguna. Le hizo sombra a Yoonoh, de una manera íntima, familiar e invasiva que ella quizá no procesaba naturalmente. Sin embargo, el de cabellos castaños siquiera se inmutó cuando su espalda chocó débilmente contra el pecho de John detrás de él, percatándose de su cercanía. Como en algunas de sus fantasías lascivas y escondidas que residían en lo profundo de su recóndito inconsciente, siguió los movimientos gráciles de los dedos largos del mayor, quien tomaba con firmeza la dura mandíbula de Jung en una agarre prepotente, de la misma manera que lo solía hacer con ella.
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𝐑𝐢𝐜𝐡 𝐆𝐢𝐫𝐥𝐬 𝐃𝐨𝐧'𝐭 𝐂𝐫𝐲 [NCT REVERSE HAREM]
Fanfiction« Oh, pobre niña rica... ¿O debería decir, pobre niña pobre? » El lugar de una mujer de alta sociedad estaba más que claro: tras las espaldas de un hombre. Miranda Lee no fue hecha para ir detrás de nadie, y le demostraría a cualquiera lo contrario...