—No, esto no va ha pasar… ¡Me niego completamente a esta tontería! —alegó un rubio mientras era empujado hacia afuera de la habitación. Hoy hacían 3 años desde que su esposa había fallecido, Lilith una hermosa alfa atractiva. Se supone que hoy debía celebrar su aniversario de defunción y no querer salir de casa; pero, su hija insistía en que debía superarlo y salir de aquí.
Lucifer era un Omega de 35 años, se casó con su primer amor a los 20 y de esa unión tuvieron una hija, una hermosa y linda hija que acababa de cumplir los 15 años.
—¡Papá! ¡Ya hablamos de esto! ¡Debes Superarlo! —alegó ella bastante molesta, no podía guardarle luto a su madre para toda la vida; debía salir y encontrar a alguien nuevo; su padre aún era joven y sin marca.
—¡No! ¡Tu madre es la única dueña de mi corazón…! —gritó aferrándose al marco de la puerta —. Además… ¡No tengo amigos! ¡No tengo nada! —desde qué Lilith murió; perdió conexión con el mundo entero, solamente iba a trabajar a una escuela primaria y luego volvía a casa, Charlie hacia las compras en lo que él se sentaba a ver el álbum familiar —. ¡¿Con quién salir?!
—¡Entonces consigue a alguien! —gritó al empujarlo fuera de su hogar. El rubio había caído de manos y rodillas al verde pasto del jardín —. Espero y te diviertas papá. No te preocupes, no pienso esperarte… toma todo el tiempo que necesites —habló en un tono agradable mientras cerraba la puerta de su casa.
Lucifer se levantó, se sacudió el polvo de su ropa y bufó; menuda hija que había tenido ¿Cómo se había atrevido ha hacerle esto? ¿A él? La persona que le dió la vida y la trajo a este mundo. Cómo sea, ahora no podría entrar hasta el amanecer.
Aunque tenía pensado en quedarse a dormir en el corredor de su casa, su estómago rugió. Sabía que la insensible de su hija no lo dejaría entrar ni para comer algo, era mejor dirigirse a una cafetería.
—Oh… querida, Lilith… lo siento por no honrarte como debería —anunció él mientras veía el café en el fondo de su taza de porcelana —. Nuestra hija dice que es lo mejor para mí, aunque yo aún no deseo dejarte partir… —confesó con un quebrante tono de voz.
—Le hablas a la taza… ¿Día difícil? —una voz se escuchó al lado de él en la barra, estaba en una cafetería muy conocida. El Omega se giró a verlo, solamente para encontrarse con él, el conserje de su escuela —. Oh, eres tú… el profesor —habló el alfa. Adán tenía una gorra gris sobre su cabeza, y un suéter negro; había salido a correr cuando en eso, comenzó a llover y decidió refugiarse en este lugar —. ¿Qué hace el profesor en un día lluvioso por aquí? ¿No deberías estar revisando exámenes ó algo así? —le cuestionó burlón..
—Oh, eres tú —habló sin muchos ánimos —. La temporada de exámenes acabó hace días, ya entregué los resultados… —anunció desanimado.
—¿Por qué estás tan decaído? —le cuestionó el alfa.
—Es el aniversario número 3 de mi esposa fallecida —contestó sin ganas. El alfa abrió los ojos como platos, ahora lo comprendía.
—Lo siento —a decir verdad, no sabía que decir durante estas situaciones; creía que con un "lo siento" todo se arreglaría
—Está bien —habló apenado —. Creo que solo comeré algo y luego iré a casa a dormir en el corredor —Adán se extrañó por lo último ¿Qué demonios? Pero de todos modos, decidió no ponerle mucha importancia.
—Si… —habló. Él también debía hacer lo mismo, comer algo e irse a casa de una vez. Aunque claro, por la tormenta, no sabía cómo haría eso—. Oh, aún tienen guafles… —anunció mientras veía el menú con atención.