Conociendo a Samuel

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Samuel siempre había sido el chico perfecto. Estaba en su último año de universidad, y todo el mundo lo conocía como el estudiante amable y guapo que siempre estaba dispuesto a ayudar. Con sus notas impecables y su carisma natural, parecía tener la vida resuelta. Era el defensor de los débiles, el amigo confiable y el hijo ideal. Pero el destino tenía otros planes cuando una nueva estudiante de primer año, Leinna, apareció en su vida.

Leinna era diferente a las demás chicas del campus. Tenía un aire de misterio que la rodeaba, una especie de barrera invisible que mantenía a todos a cierta distancia. Samuel la notó por primera vez en la biblioteca, un refugio de conocimiento y tranquilidad. Estaba sentada sola, inmersa en un libro de psicología criminal, y la forma en que se concentraba tan intensamente llamó la atención de Samuel.

Samuel decidió acercarse, intrigado por su aura enigmática. "Hola, soy Samuel," dijo con una sonrisa amistosa. "No te he visto por aquí antes. ¿Eres nueva?"

Leinna levantó la vista, sus ojos oscuros escrutándolo con una intensidad que lo hizo sentirse desnudo. "Sí, soy nueva," respondió con una voz suave pero firme. "Me llamo Leinna."

El primer encuentro no fue lo que Samuel había esperado. Leinna no parecía impresionada por su encanto habitual. Al contrario, parecía casi indiferente. Esto sólo alimentó su curiosidad y deseo de conocerla mejor.

Con el tiempo, Samuel encontró formas de coincidir con Leinna en diferentes lugares del campus. Sus intentos de acercarse eran sutiles, a veces encontrándola por "casualidad" en la cafetería o tomando el mismo camino a clases. Sin embargo, cada vez que intentaba entablar una conversación, Leinna se mantenía reservada, ofreciendo solo respuestas cortas y sin compromiso.

Una tarde, después de varios intentos fallidos de acercamiento, Samuel la vio sentada en un banco del jardín universitario, observando el cielo con una expresión pensativa. Decidió probar suerte una vez más. "¿Te importa si me siento contigo?" preguntó, señalando el espacio vacío a su lado.

Leinna lo miró de reojo y asintió lentamente. "Adelante."

Hubo un momento de silencio incómodo antes de que Samuel hablara de nuevo. "¿Qué estás pensando?"

"En lo insignificantes que somos en comparación con el universo," respondió Leinna, sin apartar la vista del cielo. "La mayoría de las personas no se da cuenta de lo pequeños que somos en realidad."

Samuel se sorprendió por la profundidad de su respuesta. "Es una perspectiva interesante," dijo. "¿Te importa compartir más?"

Leinna lo miró directamente, sus ojos oscuros pareciendo ver a través de él. "La gente esconde muchas cosas," dijo enigmáticamente. "A veces, lo que parece perfecto en la superficie está muy lejos de serlo en el fondo."

Esa noche, Samuel no pudo dejar de pensar en las palabras de Leinna. Había algo en ella que lo atraía, una oscuridad que contrastaba con su propia luz. Sin embargo, también sentía una inquietud creciente. Había algo perturbadoramente cautivador en la forma en que Leinna veía el mundo.

A medida que pasaban los días, Samuel comenzó a notar pequeños cambios en su vida. Leinna se convertía en una presencia constante en sus pensamientos, y su deseo de protegerla y entenderla crecía. Sin embargo, también comenzaron a surgir extraños incidentes a su alrededor. Objetos movidos, sombras en su visión periférica, y una sensación persistente de ser observado.

Una noche, mientras caminaba de regreso a su dormitorio, sintió que alguien lo seguía. Se giró rápidamente, pero no vio a nadie. Aceleró el paso, el corazón latiendo con fuerza en su pecho. Justo antes de entrar en el edificio, vio una figura oscura al otro lado de la calle, observándolo. La figura se desvaneció en la oscuridad antes de que pudiera hacer algo al respecto.

Samuel decidió hablar con Leinna al día siguiente. La encontró en su lugar habitual, el jardín universitario, pero esta vez estaba sola, sin ningún libro. "Leinna," comenzó, "¿alguna vez has sentido que te están observando?"

Leinna levantó una ceja, como si la pregunta la hubiera tomado por sorpresa. "¿Por qué lo preguntas?"

Samuel vaciló antes de responder. "He notado algunas cosas extrañas últimamente. Siento como si alguien me estuviera vigilando."

Leinna lo miró fijamente, su expresión inescrutable. "A veces, los mayores peligros vienen de las personas más cercanas," dijo suavemente. "Ten cuidado en quién confías, Samuel."

Las palabras de Leinna resonaron en la mente de Samuel, llenándolo de una mezcla de inquietud y fascinación. La perfección de su mundo comenzaba a desmoronarse, y Leinna era el catalizador de ese cambio. Sin saberlo, había dado el primer paso hacia un camino oscuro y desconocido, un camino donde la línea entre el amor y el miedo se volvía peligrosamente difusa.

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⏰ Última actualización: Jul 19 ⏰

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