𝑃𝑟𝑜𝑓𝑒𝑠𝑜𝑟~ 𝑌𝑎𝑚𝑎𝑑𝑎 𝐻𝑖𝑧𝑎𝑠ℎ𝑖~

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Desde que ingresé a la universidad, no podía evitar pensar en él. El profesor de literatura era el sueño de cualquier estudiante. Sus ojos profundos y su voz grave me llevaban a lugares que nunca antes había explorado. Y yo, una tímida universitaria, lo anhelaba cada día en clase.

Mis amigas me decían que estaba obsesionada, que debía centrarme en mis estudios en lugar de soñar despierta con el profesor. Pero no podía evitarlo. Me perdía en sus palabras, en su mirada, y en mi propia imaginación.

Una tarde, después de la clase, me quedé en el aula, revisando mis apuntes, pero en realidad, solo esperaba a que él saliera. Para esa ocasión, me había vestido especialmente coqueta y traviesa, con una minifalda de cuadritos que mostraba descaradamente mis piernas, combinada con una blusa blanca de botones desabrochada de forma sugerente.

La puerta se abrió, y allí estaba, con su camisa impecable y un par de lentes que le conferían un aire intelectual. Mi corazón latía con fuerza mientras me miraba.

- ¿qué haces aquí? -preguntó con una sonrisa.

Me ruboricé, tartamudeando un poco al responder.

-Solo quería repasar algunas cosas de la clase, profesor.

Él se acercó, sus ojos no se apartaban de los míos. Sentí su cercanía y su aroma embriagador. Sus dedos rozaron mi mejilla suavemente.

- sé que te distraes en clase, pero ¿me gustaría saber por qué? -susurró.

Mi corazón latía aún más rápido, y mi mente estaba llena de pensamientos prohibidos.

- No lo sé, Profesor yamada Supongo que su forma de enseñar es tan cautivadora que a veces me cuesta concentrarme en otra cosa -dije con voz suave, sintiendo que el rubor subía a mis mejillas.

Mientras respondía, noté que me mordía el labio inferior, tratando de contener los pensamientos prohibidos que inundaban mi mente. En ese momento, no podía evitar imaginar las manos del Profesor recorriendo cada centímetro de mi cuerpo, explorando cada rincón de mi piel con una pasión ardiente. Me imaginaba a mí misma cediendo a los deseos que habían estado acumulándose en mi interior desde el inicio del semestre.

La idea de perderme en la lujuria con mi profesor, de dejar que él me guiara por los caminos del placer, era una fantasía que me consumía. Imaginaba el sonido de su voz ronca susurrándole al oído, las caricias expertas que me llevarían al borde del éxtasis. Cada pensamiento, cada fantasía, me sumergía más profundamente en un abismo de deseo incontrolable.

Sabía que esos pensamientos eran prohibidos, que cruzar esa línea sería un riesgo que no podía ignorar. Sin embargo, en ese momento, en la intimidad del aula, no era capaz de expresar todos estos pensamientos.

Con un tono de voz firme pero respetuoso, el profesor comenzó a hablar, y sus palabras llevaban consigo una ligera reprimenda:

- Sé que mis clases pueden ser interesantes ___, pero es importante que prestes atención y tomes en serio tus estudios. La universidad es un lugar de aprendizaje, y todos aquí estamos comprometidos con tu éxito académico.

Bajé la mirada, sintiéndome avergonzada por mi falta de concentración. Sabía que el profesor tenía razón, pero también era consciente de que mi mente a menudo se desviaba hacia pensamientos que no tenían relación con el contenido de la clase.

El profesor continuó:

- Entiendo que puede ser difícil mantener la concentración, pero te animo a que te esfuerces más en estar presente en clase. Tu educación es importante, y estoy aquí para ayudarte en tu camino académico.

𝙾𝙽𝙴 𝚂𝙷𝙾𝚃𝚂 𝙼𝙷𝙰 𝚇 𝙾𝙲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora