HASTA TI

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Miro la gran cruz en el centro de la iglesia. Nunca me he sentado en estos bancos, ni siquiera había entrado aquí, pero hoy me sentí obligado a hacerlo.

No podía volver a casa con Aria después de la suciedad en la que me senté, y las cosas que escuché. No es que este lugar ayude. Aria me dijo que aquí es donde se conocieron Ida y George.
Asistían juntos a la iglesia, pero eso claramente no pudo salvar a George de su mente retorcida, ni a Ida de su destino.

A pesar de todo eso, me encuentro aquí, donde todo comenzó. Me encuentro mirando la cruz, con una parte de mí esperando que haya algún tipo de propósito en todo esto. ¿Todo lo que pasó estaba predestinado? ¿Estaba destinado a existir, o soy realmente solo la personificación de los pecados de mi padre?

Solo puedo suponer que me dejaron aquí porque mi abuelo culpó a la iglesia por lo que pasó, porque pensó que debían hacerse cargo de las consecuencias de los crímenes que no lograron prevenir. Me río para mis adentros, y el sonido reverbera a través de la iglesia vacía. Es todo absurdo, de verdad.

Mis ojos se cierran cuando escucho el sonido de los tacones resonando por los pasillos, debería haberlo imaginado. Debería haber sabido que mi chica me encontraría donde quiera que vaya.
Miro la cruz mientras ella se acerca, no necesito girarme y ver para saber que es ella, mi corazón lo sabe.

Si un Dios existe, entonces debe haber sido él quien me la envió, ella es todo lo que es bueno en este mundo.

Aria se desliza a mi lado y giro la cabeza para mirarla. Es hermosa, siempre lo es, pero hoy su belleza me conmueve en el alma. Verla calma la brutalidad que me araña y los pensamientos que no puedo mantener a raya se silencian cuando la miro a los ojos.

―¿Qué estás haciendo aquí? ―le pregunto, con voz suave.

Ella sonríe, pero veo el dolor en sus ojos. Odio estar haciéndole esto. Puede que yo esté sufriendo, pero ella también, por mi culpa.
Envuelve sus brazos alrededor de sí misma y se inclina hacia atrás, sus ojos se giran hacia la cruz que acababa de estudiar.

―Mi hogar está donde sea que estés, Jung Kook, y como no estabas en el apartamento, vine aquí.

El dolor, la esperanza y el miedo se derriten mientras la miro. No la merezco, puede que sea lo mejor que me ha pasado, pero yo no puedo ser eso para ella. Es una mujer increíble y se merece algo mejor, se merece algo mejor que el hijo de un violador.

―Deberías irte ―susurro, obligándome a decir las palabras.

Aria me mira y sonríe.

―Es curioso que creas que puedes decirme qué hacer. Nunca he sido muy buena escuchando instrucciones... creía que ya lo sabías.

Me quedo en silencio y la miro. Ella es increíble, y la arruinaré. Sé que lo haré.

―Aria ―murmuro.
—Por favor, vete. Tú... no puedes estar con un hombre como yo, no puedes. Tienes un futuro tan brillante por delante. Eres hermosa, inteligente, divertida, eres increíble. No desperdicies eso conmigo.