El resto de la semana transcurrió rápido pero no por eso menos estresante pues cuando volví a la oficina, el trabajo acumulado fue infernal. La relación con Thomas no mejoró más allá del gesto que había tenido el martes cuando estuve enferma. Mis ganas de ahorcarlo aumentaron en las horas laborales como era costumbre, no pude almorzar con Alex porque estaba atareado con lo que mi jefe le mandó a hacer para el proyecto y con Julie solo almorcé una vez porque su novio la secuestró a la hora del almuerzo los demás días. Además de todo lo que había tenido que hacer –por encargo del diablo– también tuve que encargarme de comprar un vestido para la fiesta a la que tenía que acompañarlo. Tenía ropa, aunque no era suficiente. Estos eventos eran más formales de los que yo acostumbraba.
Además, me había dicho a último momento el viernes que cuando la fiesta terminaba, habrían reservadas habitaciones para que los invitados nos quedáramos a dormir en el lugar, eso implicaba que me darían una habitación también. Estaba emocionada por dormir en una de esas grandes camas con sábanas frescas. Sería una experiencia totalmente nueva y glamurosa. Siempre y cuando tuviera lejos a mi jefe, pues ponía mis pelo de punta y mis piernas a cosquillear.
Entonces, el sábado a la tarde me desplomé en el sofá. Me quedé mirando el vestido negro, con un escote elegante y un tajo sensual hasta el muslo en la pierna derecha. Faltaban tres horas para la fiesta y yo ya me había bañado. Con mi bata para después de la ducha, me permití relajarme.
La tranquilidad me duró diez segundos, hasta que mi móvil hizo un "ding" anunciando un nuevo mensaje.
De: Número desconocido.
A las nueve paso por ti. Espero que no te hayas olvidado de la fiesta como olvidas hacer tu trabajo.
Solté un chillido rabiada. No me hacía falta preguntar quién era, hasta podía oír su tono despectivo diciendo esas palabras. El hombre que había venido a mi departamento para comprobar mi estado de salud definitivamente desapareció cuando volví al trabajo. Me tope con el mismo Thomas de siempre, que me seguía refregando en la cara mi holgazaneo –Según él– Con Alex.
Lo agendé con el nombre adecuado y respondí.
Para: El diablo.
¿También conseguiste mi número? ¿Dónde es que tienes toda mi información?
Seguramente hasta sabía qué marca de pastillas anticonceptivas utilizaba pues estaba en mis datos de salud.
De: El diablo.
Tu expediente. A esa hora quiero que estés lista, odio esperar.
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El diablo viste de traje
RomanceAl jefe de Sofía lo despidieron. Ser secretaria de un anciano machista nunca había sido de su agrado así que, al volver a la oficina, lo hizo con la expectativa de que se encontraría con una persona más capacitada y menos odiosa. Solo para encontrar...