Han pasado exactamente tres meses desde que terminó conmigo. Todavía recuerdo cómo me arrastré, supliqué, con los ojos hinchados, rojos de tanto llorar: pidiendo que se quedará, echando al piso cada segundo de mi dignidad. No sé qué clase de persona fui en aquel momento, si muy estupida, si muy enamorada, si muy ingenua, si muy débil o si todas juntas. Él sin embargo era tan crudo y me mostraba por primera vez un matiz suyo que jamás conocí, mis lágrimas y mi dolor no le dolían, frente a mí tenía a un extraño, que antes hubiese dado todo por evitar una sola lágrima mía, pero que en ese momento me miraba con el desprecio, la indiferencia y toda la soberbia del mundo: un hombre tan alejado y despreocupado de toda mi agonía.
No sabía que se podían quemar los párpados de tanto llorar hasta esos días. Tampoco tenía conocimiento de que tendría un bloqueo en el estómago que arrebataría todo el apetito y que mi mamá tendría que comprarme medicamentos para poder darme un bocado, porque si no me iba a morir de hambre. Tampoco sabía que iba despreciar y a dejar de dormir en mi habitación, porque esas cuatro paredes contenían y me reproducían tantos recuerdos. Todo era allí un recuerdo permanente suyo. Mi cama y las sabanas eran testigos de las veces que tanto nos amamos, o eso quiero creer todavía. Que en algún momento nos amábamos. Los dos.
Era una tortura de repente, la presencia de la persona que más amaba se volvió un recuerdo que me atormentaba en todos los sitios de mi vida. Era mi espacio, mi vida, pero de repente yo era una extraña de lugares que eran míos, porque todo estaba lleno de la ausencia nuestra. Los recuerdos de la risa, de las palabras, de esos ojos que me miraban como si no existiera nada más, esa mirada que por la que hubiese dado el mundo porque quería que siempre me miraran. Lo hubiese dado todo.
Me odio mayormente por seguir amándolo. Es estupido, yo le dije mil veces que mi amor era estupido, que era inexplicable, que yo no podía entenderlo. Y aún después de que me abandonara, después de todo el dolor, de todo lo que sucedió, yo sigo aquí, pensando él, soñando con esos ojos marrones y a veces, despertando de madrugada asustada teniendo pesadillas con él, pidiéndole que salga de mi cabeza, que me deje tranquila.
Siempre supe y tuve claro de que lo amaba mucho más que a él, pero nunca nos imaginé así, él dejándome sola en el piso con mi vestido blanco mientras las lágrimas me quemaban, demostrándome lo que yo más temía. Todo el amor que algún día juró tenerme, murió hace tres meses, cuando me dejó moribunda y sin alma y a los pocos días ya había encontrado mi remplazo.
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Sin título
RomanceNo, no es una historia de amor, no es un cuento feliz. Solo soy yo, una chica destrozada, que intenta olvidar al amor de su vida, mientras intenta encontrarse a sí misma. BORRADOR SIN TÍTULO. Aún no decido cómo llamarle. Empezada el 20 de julio de 2...