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Parte 1

El día de su partida llegó más pronto de lo esperado, pero Nunew lo recibió sin un poco de desesperación o miedo. Las cosas habían vuelto a su lugar, y así era como le gustaba que fuera.

Al arreglarse con Zee, el Príncipe andaba mucho más feliz de lo normal. Extremadamente feliz. Desayunaban, almorzaban y cenaban juntos, a menos que tuvieran compromisos previos, como comer junto a las princesas (en el caso de Nunew) o desayunar con su padre (Zee). Incluso, el Príncipe había invitado a Nunew a acompañarlo a cazar, y el último día, antes de que el muchacho fuera con sus padres, incluso compartieron un momento íntimo entre los arbustos. Santos dioses, sólo de pensarlo, Nunew podía ruborizarse como un quinceañero, pero es que Zee le agarró desprevenido y él no podía negarse demasiado.

―No quiero que te vayas ―le dijo Zee esa mañana.

―¿No? ―Nunew sonrió, audaz―. Bueno, eso te pasa por obedecer a tu padre, Zee.

―Me parecía buena idea en su momento ―se quejó el príncipe―, pero ya no. Es más, ¿sabes qué? Ya no debes viajar, no es necesario...

―Muy tarde, mi Príncipe ―dijo Nunew, acariciándole las mejillas― ahora quiero ver a mis padres. Tendrás que aguantar estos días sin mí.

―Pero es mucho...

―Son sólo dos semanas.

―Es mucho.

Nunew lo abrazó ahora y comenzó a mover sus caderas, sintiendo como su entrepierna se frotaba contra la de Zee. Era todavía temprano y estaban en pijama, por lo que podían tener una última ronda antes del momento de marcharse.

―Piensa en mí todas las noches ―le susurró Nunew, levantando el camisón antes de empezar a frotar la polla de Zee contra su agujero, todavía húmedo por el sexo de anoche― piensa en lo que te estás perdiendo por haberme roto el corazón, Prukie...

―Nu... ―gruñó Zee, pero su voz se perdió en un gemido cuando Nunew se dejó caer en su endurecido miembro.

A Nunew le encantaba eso, montar a Zee y tenerlo bajo suyo, observando su rostro sudoroso y enrojecido por el placer. Adoraba moverse rápido y luego desacelerar, viendo como Zee se crispaba por el orgasmo denegado, y a los segundos su pareja se ponía también algo agresivo y dominante con él. Al final, el sexo se volvía desenfrenado y desordenado. Después de tantas veces haciéndolo, podía decir con claridad que le encantaba cuando Zee era así con él, llegando a ser déspota y sucio en la intimidad.

―Piensa en... en mí si Lisa se te acerca ―gimió Nunew, sintiendo cómo el orgasmo empezaba a construirse a medida que Zee seguía empujando dentro de él―, pi-piensa en lo mucho que amas fo-follarme...

―Dioses, Nu...

Ambas voces se perdieron en sus respectivos gemidos, y sólo cuando se dejaron caer en la colcha, respirando aceleradamente, Zee lo besó en el cuello. O, más bien, besó, chupó e incluso mordió.

―¡No... no hagas eso! ―se quejó Nunew, gritando.

―Provocarme así ―gruñó Zee, sin soltarlo―, eres un chico muy malo, Nunew.

El aludido sólo resopló, rodando los ojos por la actitud de Zee, aunque sabía que la suya no era mucho mejor. Por lo mismo, cuando el príncipe lo soltó, ahora fue el menor quien lo abrazó y mordió en la zona del hombro.

―Me entero de que has tocado a otra concubina ―le dijo, con Zee retorciéndose ante su acción― y te morderé la polla, principito.

― ¡Te voy a castigar como no te imaginas, Nunew! ―farfulló Zee, pero Nunew sólo bufó.

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