Tortura

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Ainhoa: Tráeme eso estúpido.

Dijo la chica señalando las zapatillas.

Te pusiste de pie e intentaste ir a por ellas.

Ainhoa: Nono, irás a cuatro patas como el animal que eres, y me las traerás con la boca puto cerdo.

Miraste hacia tu ama brevemente con cara de pena, te sentías humillado por una niñata malcriada que estaba acostumbrada a que le diesen todo desde pequeñita.

Tú obedeciste e incaste tus rodillas y manos en el suelo. Como si de un perro se tratase gateaste poco a poco hasta ellas.

A la par que ibas llegando a tu destino tus rosas nasales se iban contagiando de ese putrefacto olor a pies, era lo peor que habías olido en años.

Al llegar, intentaste tomar las dos con tu boca, al ver que se te caían decidiste llevarlas de una en una.

Esas zapatillas estaban totalmente sucias, suponías que debía ser por el uso recibido, además de que la propietaria no tenía pinta de cuidarlas muy bien. Sus calcetines estaban iguales o peor, notaste que estaban todavía empapados de sudor, eran rosas con rayas blancas entre medio, bastante cortos y desgastados por la parte de la planta.

Tomaste una con tu boca, era lo peor de lo peor, ese olor te estaba consumiendo por dentro, era colosalmente inaguantable.

Lo dejaste a los pies de su cama, tomaste un pequeño descanso y respirar aire normal por unos breves instantes.

Ainhoa se percató de esto.

Ainhoa: Alguien te ha dicho que puedes descansar? Eres un maldito inútil, no sirves ni para traer un par de zapatillas.

Marc: L-lo siento mucho ama, le prometo que no volverá a ocurrir.

Ainhoa: Conmigo no van asi las cosas, recibirás un buen castigo...

Tus ojos se hicieron por un segundo de cristal, sollozaste un poco y volviste con tu trabajo esperando que tu nueva dueña levantara tu castigo.

Al intentar darte la vuelta notaste un brusco peso en tu espalda, era Ainhoa, estaba en tu espalda subido, como si fueras un potro y ella su dueña.

Se dispuso a intentar ahogarte con sus muslos mientras ponía cerca sus bellos y sucios pies cerca de tu nariz y boca, haciéndote sacar una náusea.

Ella, en desacuerdo te agarró del pelo y te acercó a su boca.

Ainhoa: Tienes un castigo, estás a muy muy poquito de conseguir otro, es eso lo que quieres?!

Tú, paralizado por el miedo negaste con tu cabeza, debido a que tampoco podías soltar una misera palabra, te estaba asfixiando.

Ainhoa: Así me gusta, debes aprender cuál es tu lugar, bajo mis pies, soy tu diosa.

Dicho esto acercó su pie derecho nuevamente a tu boca.

Ainhoa: Abre la boca.

Obedeciste de inmediato, ella metió su pie dentro de tu boca, notabas la suciedad en tu lengua y su sudor, era una de las peores sensaciones nunca antes sentida.

La chica escupió en el suelo, cerca de su pie izquierdo y lo pisó, quitó su pie derecho y en cambio metió el izquierdo con el escupitajo impregnado.

Hasta que de repente un fuerte sonido se escuchó, estaban tocando a la puerta...

Paciente no, esclavoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora