El verano había sido una época de grandes cambios y momentos inolvidables para Alicia, Robin y Leo. Ahora, con la llegada del otoño, era hora de volver a la rutina. Las mañanas frescas y las hojas que comenzaban a caer marcaban el inicio de una nueva etapa en sus vidas.
El primer día de colegio de Leo estaba a la vuelta de la esquina, y la emoción era palpable en casa. Leo había pasado los últimos días eligiendo su mochila y los útiles escolares con la ayuda de Alicia y Robin. La noche anterior, se aseguraron de que todo estuviera listo, desde el uniforme hasta el almuerzo preparado con amor.
Alicia se despertó temprano esa mañana, sintiendo la mezcla de nervios y orgullo que venía con el primer día de colegio de Leo. Preparó un desayuno especial, queriendo que Leo comenzara el día con una sonrisa. Robin, ya vestido para el entrenamiento, se unió a ella en la cocina.
— ¿Listo para nuestro primer día oficial de vuelta a la rutina? —preguntó Robin, abrazándola por detrás.
— Listo y emocionada —respondió Alicia, girándose para besarlo.
Leo apareció en la cocina con su mochila nueva y una gran sonrisa en el rostro.
— ¡Estoy listo, mamá, papá! —exclamó, sentándose a la mesa para desayunar.
Después de un desayuno rápido pero animado, salieron de casa para llevar a Leo a la escuela. El camino estuvo lleno de conversaciones emocionadas sobre los nuevos amigos que haría y las cosas que aprendería. Al llegar a la escuela, Leo se despidió de Alicia y Robin con abrazos y besos, entrando al edificio con una mezcla de nervios y emoción.
— Va a estar bien, Alicia —dijo Robin, viendo a Leo desaparecer por las puertas de la escuela—. Es un niño valiente y se adaptará rápidamente.
— Lo sé —respondió Alicia, apretando la mano de Robin—. Es solo que no puedo evitar sentirme un poco nostálgica.
Volvieron al coche y se dirigieron a sus respectivos trabajos. Alicia, una periodista apasionada por su labor en la Real Sociedad, tenía varios artículos y entrevistas programadas para ese día. Robin, por su parte, tenía un intenso día de entrenamiento con el equipo, preparándose para la próxima temporada.
En la oficina, Alicia fue recibida calurosamente por sus compañeros. Se puso al día con los eventos recientes y se sumergió en su trabajo con renovada energía. Pasó la mañana escribiendo y revisando artículos, sintiéndose agradecida por la estabilidad y la emoción que su trabajo le brindaba.
Robin, en el campo de entrenamiento, también se sintió revitalizado. Había extrañado la intensidad de los entrenamientos y la camaradería con sus compañeros de equipo. Trabajó duro, concentrado en mejorar su rendimiento y en contribuir al éxito del equipo.
A la hora del almuerzo, Robin y Alicia intercambiaron mensajes, compartiendo detalles de su mañana y preguntándose cómo le estaría yendo a Leo en su primer día. Ambos se sintieron tranquilos al saber que estaban retomando sus rutinas con éxito.
Después de la escuela, Robin pasó a recoger a Leo para llevarlo a su primer entrenamiento con las categorías inferiores de la Real Sociedad. Leo había mostrado un creciente interés por el fútbol, y Robin, orgulloso y emocionado, lo había inscrito en la academia del club.
Al llegar al campo de entrenamiento, Leo observó a los otros niños con una mezcla de nervios y entusiasmo. Robin se agachó para hablarle al oído.
— Vas a hacerlo genial, Leo. Recuerda divertirte y dar lo mejor de ti.
Leo asintió con determinación, abrazando a Robin antes de correr hacia el grupo de niños. Robin observó desde la línea lateral, sintiendo una mezcla de orgullo y emoción. Ver a Leo empezar su camino en el fútbol le traía recuerdos de su propia infancia y sueños.
El entrenador de las categorías inferiores saludó a Robin y se presentó a Leo, integrándolo rápidamente en las actividades. Leo, con su energía y entusiasmo, pronto se sintió cómodo, corriendo detrás del balón y haciendo nuevos amigos.
Mientras tanto, Alicia regresó de su trabajo y se dirigió al campo de entrenamiento para ver a Leo. Al llegar, se encontró con Robin, quien la saludó con una sonrisa y un beso.
— Está haciéndolo muy bien —dijo Robin, señalando a Leo, quien estaba concentrado en el juego.
— Me alegra tanto verlo feliz y disfrutando —respondió Alicia, observando a su hijo con ojos llenos de amor.
El entrenamiento terminó y Leo corrió hacia ellos, sudoroso pero radiante.
— ¡Papá, mamá, fue increíble! ¡Me encanta jugar al fútbol!
Alicia y Robin se agacharon para abrazar a Leo.
— Estamos muy orgullosos de ti, Leo —dijo Robin, levantándolo en brazos—. Esto es solo el comienzo.
De vuelta en casa, la rutina nocturna continuó con la cena y luego la hora de dormir. Leo, agotado por el primer día de colegio y su entrenamiento, se quedó dormido rápidamente, con una sonrisa en el rostro.
Con Leo dormido, Alicia y Robin se dirigieron a la sala de estar, donde se sentaron juntos en el sofá, disfrutando de un momento de tranquilidad.
— Hoy fue un buen día —dijo Alicia, apoyando la cabeza en el hombro de Robin.
— Sí, lo fue. Volver a la rutina se siente bien, especialmente sabiendo que estamos juntos en esto —respondió Robin, acariciando su cabello.
Pasaron la noche conversando sobre sus días, sus planes y sus sueños, sintiéndose agradecidos por la vida que estaban construyendo juntos. Sabían que habría desafíos por delante, pero también sabían que, juntos, podían enfrentarlos y disfrutar de cada momento.
El regreso a la rutina marcó el inicio de una nueva etapa, llena de amor, trabajo duro y sueños compartidos. Alicia, Robin y Leo estaban listos para enfrentar lo que viniera, sabiendo que el apoyo y el amor mutuo los mantendría fuertes y unidos.
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El gol del corazón: La historia de Robin y Alicia
Cerita PendekEn el vibrante mundo del fútbol, donde el césped y el brillo de los focos definen el día a día, es fácil olvidar que detrás de cada figura pública hay historias de amor, sacrificio y esperanza. Este es el relato de Robin Le Normand, un talentoso def...