†· •¿Qué sucedería si antes de la batalla contra el Clan formado por Victoria, Edward se encuentre con su verdadera compañera?•
†· •¿Y qué sucederá cuando éste se entere que aquella chica no es alguien cualquiera en este mundo?•
°†|| Edward C...
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LAS DOS Elfinas atravesaron la puerta trasera de aquella enorme mansión con una elegancia tal que hizo a los inmortales allí maravillarse aún más por aquellos misteriosos seres. Con su entrada, una gran y poderosa ráfaga de viento se adentró en aquel hogar, haciendo que las cortinas blancas que adornaban la ventana a un lado de las muchachas, se movieran en un suave movimiento.
Inesperadamente, aquella fuerza parecida a una fuerte brisa cayó sobre una lujosa silla junto al largo sillón donde se encontraban sentados la líder y el guerrero de aquel clan de Elfos. La misma se meció hacia atrás y adelante, como quien se sienta con fiereza haciendo que su asiento se mueva por la potencia ejercida. Sorpresivamente, Henry casi tira al suelo la revista de moda que tenía sobre sus manos, haciendo que la morena lo mire divertida por tal susto que se llevó el pelinegro.
El Elfo se dedicó a dar una enojada mirada hacia la silla, intentando que sus ojos estuvieran dando con los de aquel fantasma. Los Cullen observaron la escena con asombro, exceptuando a Alice quién soltó un pequeño jadeo frente al miedo que sintió por tal extravagante suceso.
— Lo siento, le gusta acaparar la atención —soltó con malhumor Henry.
— Hey, no le digas eso a mi hermano— reprendió la guerrera — aparte, como buena hermana menor siempre acaparé la atención de los demás mejor que él — dijo con gracia, teniendo la intención de molestar al mayor.
— Si claro, y yo soy Gasparín — bromeó el fantasma con fingido enfado, arrebatando la revista que su amigo tenía en manos en un rápido movimiento.
—¡Oye!— gritó enfadado Henry — No empieces, Rowan.
Rowan Evans solía ser un fantasma muy travieso y más con su amigo, a quién adoraba molestar debido a que era imposible que aquel lo viera o escuchase, por lo que la situación se tornaba más graciosa para el mayor.
Por otro lado, Chloe corrió hasta el sillón blanco en dónde estaban sus amigos, para empujar a Henry y sentarse al lado de aquel fantasma, quién brillaba tanto como el sol mismo.
—Hola, pequeña — saludó éste sabiendo que no lo escucharía, pero revolviendo su cabello, acción que la joven podía ver, además de su cuerpo por supuesto.
La menor sonrió complacida por tal muestra de cariño de aquella destellante alma, quién frente a sus ojos relucía de un color dorado sobre aquella silla.
—Ehh...¿Soy el único que no está entendiendo lo que sucede aquí?— preguntó Emmett desde una esquina de la sala de estar.
