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En el laboratorio, donde la tecnología más avanzada coexistía con la ayuda de Lex Luthor. Pero también con el sufrimiento más profundo, vivía una niña de ocho años conocida solo como Sujeto X. Sus ojos azul cielo eran un contraste doloroso con el entorno frío y metálico que la rodeaba. Había sido dotada de poderes incomprensibles por los crueles experimentos a los que había sido sometida.

—Bien, bien, Sujeto X, hoy vamos a ver cómo responden tus habilidades a este nuevo estímulo —dijo el científico principal, Alexander Blackwood, con una sonrisa fría mientras manipulaba controles en una consola cercana.

—No quiero más experimentos, por favor. Me duele —susurró la niña con voz temblorosa, apretando los puños mientras miraba al científico con miedo en sus ojos.

—Oh, pequeña, comprendo que sea difícil para ti, pero debes entender que eres especial. Eres nuestro mayor logro, nuestro avance más significativo. Imagina lo que podríamos lograr contigo —respondió el científico con indiferencia, como si estuviera hablando de un objeto en lugar de una persona.

Sujeto X sintió un estremecimiento en su interior. Aunque el deseo de escapar estaba siempre presente, sabía que cualquier intento solo traería más dolor. Sus poderes oscuros eran su única forma de defensa, pero también la razón por la que estaba atrapada en ese lugar.

—¿No puedo simplemente irme a casa? Quiero ver a mi familia —dijo con tristeza, luchando contra las lágrimas que amenazaban con caer.

El científico suspiró, como si la inocencia de la niña fuera una molestia más que una preocupación genuina.

—Lo siento, Sujeto X, pero este es tu hogar, nosotros somos tu familia. Todo lo que hacemos es para avanzar en la ciencia, para comprender mejor tu potencial —respondió, ignorando completamente el sufrimiento de la niña.

En esa noche de tormenta, mientras los relámpagos iluminaban brevemente su celda y las sombras danzaban en las paredes, Sujeto X se sintió más sola que nunca. Sabía que no podía escapar físicamente, pero en su corazón ardía el deseo de encontrar una salida, algún día, hacia la libertad verdadera donde no fuera tratada como una curiosidad científica, sino como una niña normal con sueños y esperanzas, como en su hogar anterior con sus hermanos.

Como si el universo la hubiera escuchado, empezó a sonar una alarma en particular. Y pocos segundos después guardias corrían por todo el laboratorio alterados.

El sonido estridente de la alarma resonó en los oídos de Sujeto X, haciendo eco en las paredes metálicas de su celda. Desde su pequeña ventana, apenas podía ver las luces parpadeantes que reflejaban la urgencia en el pasillo. Un sentimiento de esperanza se encendió dentro de ella mientras se preguntaba qué podría estar sucediendo.

En medio del caos, las puertas de su celda se abrieron abruptamente. Sujeto X se encogió instintivamente, temerosa de lo que vendría después. Pero para su sorpresa, no eran los guardias habituales los que entraron, sino figuras enmascaradas y vestidas en trajes oscuros.

—¡Vamos, no hay tiempo que perder! —exclamó una voz femenina con determinación, y Sujeto X vio a una mujer con cabello rubio y un traje negro y azul de cuero.

Sujeto X parpadeó, confundida y aturdida. ¿Era esto una ilusión? ¿O estaban realmente allí para liberarla? Otra figura con capa se acercó con decisión, extendiendo una mano hacia ella.

—Ven con nosotros, vamos a sacarte de aquí —dijo la voz, calmada pero firme.

Sin tiempo para pensarlo dos veces, Sujeto X tomó la mano extendida. Se sentía extrañamente segura, como si finalmente hubiera encontrado la salida que había anhelado durante tanto tiempo.

Mientras la sacaban por el pasillo, sintió un leve temblor en el suelo y escuchó gritos distantes. Al llegar al laboratorio principal, la escena era caótica. El científico Blackwood, con su expresión de sorpresa y furia, estaba rodeado por más figuras enmascaradas. Entre ellos, un joven de aspecto decidido y otra figura encapuchada.

—¿Qué está pasando aquí? —preguntó el científico con incredulidad.

—Estamos cerrando este lugar para siempre —respondió la figura encapuchada con calma. Sujeto X se dio cuenta de que era Batman, también se dio cuenta que la figura con capa era Superman. Durante sus años en el laboratorio también aprendió sobre la liga de la justicia, entender sus debilidades.

La mujer con cabello rubio se acercó a Sujeto X, sonriéndole con ternura.

—Hola, cariño, vamos a sacarte de aquí, ¿de acuerdo? Yo soy Canario Negro —dijo suavemente, ofreciéndole un abrigo para protegerla del frío.

Mientras Canario Negro y Robin aseguraban al científico, Batman se acercó a Sujeto X con una mirada comprensiva bajo su máscara.

—Vamos a llevarte a un lugar seguro ahora —dijo con voz suave pero firme.

Sujeto X asintió, sintiéndose aliviada de haber sido liberada de su encierro. Mientras salían del complejo, Canario Negro mantuvo cerca a Sujeto X, ofreciéndole consuelo y seguridad en su nueva libertad.

Con el tiempo, Canario Negro se convirtió en la guardiana de Sujeto X, quien eligió llamarla Luna en honor a las noches en las que finalmente pudo mirar las estrellas en libertad. Y también por como sus ojos hacen contraste a su ser como la luna a la noche. Luna encontró en Canario Negro no solo una protectora, sino una madre amorosa que le dio un nuevo hogar lleno de esperanza y comprensión.

Experiment X Donde viven las historias. Descúbrelo ahora