034. Un fin de semana romantico e inolvidable

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Era una mañana soleada de primavera en San Sebastián, y la casa de la familia Simón-Le Normand estaba llena de emoción y anticipación. Alicia y Robin estaban a punto de celebrar su segundo aniversario como pareja, y Robin tenía planes de hacer de este aniversario uno inolvidable.

— ¿Estás seguro de que estarán bien? —preguntó Alicia, mirando a Robin mientras preparaba las últimas cosas para su escapada romántica.

— Absolutamente —respondió Robin con una sonrisa—. Remiro y Oyarzabal son más que capaces de cuidar a los niños por un fin de semana. Además, a Leo y Matteo les encanta pasar tiempo con ellos.

Alex Remiro y Mikel Oyarzabal, dos de los compañeros de equipo y amigos cercanos de Robin, habían aceptado con entusiasmo la tarea de cuidar a Leo y Matteo. Para ellos, era una oportunidad de pasar tiempo con los niños y darles a Robin y Alicia un merecido descanso.

— ¡Estamos aquí! —anunció Remiro, entrando en la casa con una bolsa llena de juguetes y golosinas.

— ¡Y listos para la acción! —añadió Oyarzabal, siguiéndolo con una sonrisa.

Leo y Matteo corrieron a saludarlos, emocionados por la idea de pasar el fin de semana con sus "tíos" del equipo.

— ¿Listos para la mejor aventura de niñeros de todos los tiempos? —preguntó Oyarzabal, levantando a Matteo en brazos mientras Remiro hacía lo mismo con Leo.

— ¡Sí! —gritaron los niños al unísono.

Alicia y Robin se despidieron de los niños con abrazos y besos, asegurándose de que todo estuviera en orden antes de partir.

— Gracias por esto, chicos. Significa mucho para nosotros —dijo Robin, dándole una palmada en la espalda a Remiro.

— No hay problema, amigo. Disfruten su escapada —respondió Remiro—. Nosotros nos encargamos de todo aquí.

Con una última sonrisa y un suspiro de alivio, Alicia y Robin subieron al coche y se dirigieron a su destino: un encantador hotel boutique en la costa, a solo una hora de San Sebastián. El paisaje a lo largo del camino era impresionante, con vistas al mar y colinas verdes que parecían sacadas de un cuadro.

Al llegar al hotel, fueron recibidos con un cálido saludo y una copa de vino espumoso. La habitación era perfecta, con una vista panorámica del océano y una decoración acogedora y romántica.

— Este lugar es increíble, Robin —dijo Alicia, admirando la vista desde el balcón—. Gracias por hacer esto tan especial.

— Nada es demasiado especial para ti, Alicia —respondió Robin, abrazándola por detrás—. Quería que este aniversario fuera inolvidable.

Después de instalarse, la pareja pasó el día explorando los alrededores, paseando por la playa y disfrutando de la tranquilidad del lugar. El clima era perfecto, y el tiempo juntos les permitió relajarse y reconectarse, lejos de las responsabilidades diarias.

Esa noche, Robin había planeado una cena especial en la terraza del hotel. Bajo un cielo estrellado, con la suave brisa del mar acariciando sus rostros, la mesa estaba decorada con velas y flores frescas.

— Esto es maravilloso, Robin —dijo Alicia, tomando un sorbo de vino—. No podría pedir nada más.

— Yo sí —dijo Robin con una sonrisa traviesa.

Alicia lo miró con curiosidad mientras Robin se levantaba de su asiento y se arrodillaba frente a ella, sacando una pequeña caja de terciopelo de su bolsillo.

— Alicia, estos dos años contigo han sido los mejores de mi vida. No puedo imaginar un futuro sin ti a mi lado. Quiero pasar cada día haciéndote feliz, apoyándote y amándote. ¿Harías el honor de casarte conmigo?

Los ojos de Alicia se llenaron de lágrimas de felicidad mientras miraba el hermoso anillo que Robin sostenía.

— Sí, Robin. ¡Sí, quiero casarme contigo! —respondió, con la voz quebrada por la emoción.

Robin deslizó el anillo en su dedo y se levantó para abrazarla y besarla apasionadamente. La pareja se quedó en ese abrazo, sintiendo la profundidad de su amor y compromiso mutuo.

Al día siguiente, regresaron a casa con corazones llenos y un futuro brillante por delante. Al llegar, encontraron a Leo y Matteo jugando alegremente con Remiro y Oyarzabal.

— ¡Mamá, papá! —gritó Leo corriendo hacia ellos—. ¡Tuvimos una fiesta de fútbol!

— ¿Cómo les fue? —preguntó Remiro, sonriendo—. Todo salió bien aquí.

— Fue perfecto —respondió Alicia, mostrando el anillo a los amigos de Robin—. Y miren lo que pasó.

— ¡Vaya, felicidades! —exclamó Oyarzabal, abrazándolos—. Sabíamos que harías algo grande, Robin.

La casa se llenó de felicitaciones y celebraciones. Alicia y Robin, ahora comprometidos, sabían que su familia y amigos los apoyarían en cada paso de su viaje juntos. Con amor, fútbol y una red de seres queridos que los rodeaba, estaban listos para enfrentar cualquier desafío que el futuro les trajera, unidos y fuertes como siempre

El gol del corazón: La historia de Robin y Alicia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora