037. Odio a papa

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Días después de la conversación que tuvo con sus padres sobre su apellido, Leo estaba en casa, buscando respuestas a nuevas preguntas que le surgieron. La curiosidad y la necesidad de entender su origen lo habían llevado a reflexionar profundamente. Decidió que era el momento de hablar con su madre sobre su padre biológico.

Una tarde, mientras el sol comenzaba a ponerse sobre San Sebastián, Leo se acercó a Alicia, que estaba en la cocina preparando la cena.

— Mamá, ¿podemos hablar a solas? —preguntó Leo, su tono de voz denotando una mezcla de seriedad y nerviosismo.

Alicia se volvió hacia él, notando la preocupación en su rostro.

— Claro, Leo. Vamos al salón —dijo Alicia, señalando el sofá en el que ambos se sentaron, lejos del bullicio de la cocina.

Una vez que se acomodaron, Alicia miró a Leo, preparándose para la conversación que sabía que no sería fácil.

— ¿Qué pasa, cariño? —preguntó Alicia con voz suave.

Leo respiró hondo antes de hablar, buscando las palabras adecuadas.

— Quiero saber más sobre mi padre biológico. Siempre he tenido curiosidad, pero ahora siento que necesito entender más sobre él —dijo Leo con sinceridad—. ¿Por qué me dejó? ¿Qué pasó?

Alicia asintió, tomando un momento para reunir sus pensamientos. Sabía que debía ser honesta con Leo, pero también quería hacerlo con cuidado para no herirlo más de lo necesario.

— Bueno, Leo, tu padre biológico... —empezó Alicia, tratando de encontrar las palabras correctas—. La verdad es que nunca quiso ser padre. No estaba preparado para la responsabilidad que conlleva. En realidad, él era muy diferente a lo que me imaginaba. Era un mujeriego y tenía problemas con el alcohol. A medida que pasaba el tiempo, su comportamiento se volvió más agresivo, y finalmente decidió dejar todo atrás para estar con otra mujer.

Leo escuchaba en silencio, asimilando la información. No era lo que esperaba escuchar, pero apreciaba la honestidad de su madre.

— ¿Entonces, no me quería? —preguntó Leo, su voz quebrada por la tristeza.

— No es que no te quisiera. En su momento, no supo cómo manejar la situación ni cómo ser un buen padre. Y eso fue lo que lo llevó a tomar decisiones que no fueron las mejores —explicó Alicia—. Lo que importa es que, desde que naciste, yo he estado aquí para ti, y Robin te ama como a su propio hijo.

Leo asintió, entendiendo mejor la situación pero aún con dudas sobre su identidad y su lugar en la familia. Su mente estaba llena de preguntas sin respuesta.

— Mamá, he estado pensando en algo. Quiero hablar con Robin y contigo sobre algo importante —dijo Leo con determinación—. ¿Puedo preguntarles si Robin me puede adoptar y cambiar mi apellido a Le Normand?

Alicia se sorprendió por la petición, sabiendo que el proceso no sería sencillo ni inmediato. Miró a Leo con una mezcla de sorpresa y preocupación.

— Leo, entiendo que esto es importante para ti, pero adoptar a un niño y cambiar su apellido implica muchos aspectos legales y emocionales. No es algo que se pueda hacer de la noche a la mañana —dijo Alicia con calma—. Aún así, podemos hablar con Robin y ver qué opciones tenemos.

Leo asintió, aliviado de que su madre entendiera sus sentimientos. Alicia le dio un abrazo reconfortante antes de sugerir que hablen con Robin juntos.

Esa noche, después de la cena, Alicia y Leo se acercaron a Robin, que estaba en la sala de estar leyendo un libro. Alicia se aclaró la garganta antes de hablar.

— Robin, necesitamos hablar contigo sobre algo importante —dijo Alicia, sentándose junto a él y señalando a Leo para que también se uniera a la conversación.

Robin dejó el libro a un lado y se centró en ellos, notando la seriedad en el tono de Alicia.

— Claro, ¿qué pasa? —preguntó Robin, preocupado.

Leo, con la determinación aún presente en su rostro, habló.

— Robin, mamá me ha contado más sobre mi padre biológico, y he estado pensando en algo. Quiero saber si podrías adoptarme oficialmente y cambiar mi apellido a Le Normand.

Robin se sorprendió por la solicitud, mirando a Alicia y luego a Leo.

— Leo, esto es una decisión muy importante —comenzó Robin—. No solo para ti, sino también para todos nosotros. La adopción es un proceso que requiere tiempo y evaluación. Debemos considerar muchos factores y asegurarnos de que es lo mejor para todos.

Leo asintió, consciente de que había mucho en juego.

— Lo entiendo. Solo quería saber si eso es posible —dijo Leo—. Siento que sería una forma de sentirme más integrado en la familia y de mostrar que realmente soy parte de ella.

Alicia, viendo la preocupación y el amor en los ojos de Robin, añadió:

— Robin, creo que deberíamos explorar esta opción. Hablemos con un abogado y veamos cuáles son los pasos a seguir. No quiero que Leo se sienta menospreciado o confuso sobre su lugar en la familia.

Robin miró a Alicia, reconociendo la importancia del asunto. Se inclinó hacia Leo, tomando su mano con afecto.

— Vamos a investigar qué implica todo esto y asegurarnos de que tomamos la mejor decisión posible —dijo Robin con firmeza—. Te amamos, Leo, y queremos que te sientas completamente parte de esta familia.

Leo sonrió, aliviado de que sus padres estuvieran dispuestos a considerar su solicitud. Aunque sabía que el proceso sería largo y complicado, estaba contento de que su familia estuviera dispuesta a ayudarle a encontrar su lugar y fortalecer su vínculo con ellos.

La familia Simón-Le Normand se unió en un abrazo, reafirmando su amor y compromiso mutuo. Sabían que enfrentarían desafíos, pero también estaban seguros de que, juntos, podrían superar cualquier obstáculo y construir un futuro aún más sólido y unido.

El gol del corazón: La historia de Robin y Alicia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora