VI

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Capitulo Seis.

   SUS MANOS sentían el frío tacto de la oscura madera de aquella barandilla que separaba el largo balcón del vacío

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   SUS MANOS sentían el frío tacto de la oscura madera de aquella barandilla que separaba el largo balcón del vacío.
  Ejercía un fuerte agarre en esta al mismo tiempo que incontrolables pensamientos viajaban sin cesar por su abatida mente.
  Aquellos días en los que fué juzgada por sus técnicas en batalla la atemorizaban día y noche, replanteándose a cada minuto cómo había llegado a ese punto en su vida.

¿Había sido por mérito propio?

  Pues, muchos Elfos de su tribu no pensaban aquello, se negaban a aceptar que la agraciada mujer haya conseguido formar cierto potencial, esa maravillosa destreza que la hacía el oponente más temible para cualquiera que se enfrentara a ella.
  Bastantes no estaban dispuestos a aceptar lo sucedido en tal sangrienta pelea, aquella que acabó con muchas vidas, pero especialmente con la de un pelinegro de ojos grisáceos, aquel que la cuidaba como si de los diamantes más brillosos se tratara.

  Cuando vió a su hermano caer de rodillas frente a aquel fornido hombre, sus ojos derramaron muchas lágrimas; sí, pero luego poderosas llamas, sedientas de extinguir cualquier material que apareciera en su camino, se impregnaron en su mirada.
  Con aquella espada, tan filosa como el borde de una hoja, apuñaló con una ira desmesurada el corazón de aquel hombre que le había quitado lo que más amaba en este mundo.
  Uno tras uno fueron cayendo en ese campo de guerra a manos de aquella furiosa Elfina, quien derramaba litros de sangre con cada paso que daba, sediente de venganza.
 
 

Todos los presentes en aquel castillo bajo las penumbras de la tierra, observaron perplejos como la jovencita, única sobreviviente de aquella batalla, volvía a su hogar cargando con el cuerpo de su moribundo hermano, a quién se había rehusado abandonar en aquel recóndito lugar.

  Recordaba con la misma melancolía, como ese día caminó por aquellos pasillos siendo objeto de miradas curiosas de su gente, quienes primero reflejaron lastima por la muchacha, pero que luego, cuando supieron la hazaña de la Elfina y cómo si no fuera por su corazón roto jamás hubieran ganado; muchos le dieron la espalda, objetando que ella no podría haber sido capaz de asesinar a tantos hombres fuertes.
  Pues claro, ellos no habían visto lo que sus enemigos vieron ese día, una jovencita ensimismada en el dolor, en el deseo ferviente por acabar con todos allí.
  Un vacío se formó en lo profundo de su alma cuando supo lo que tales seres pensaban sobre ella.

¿Pero qué podía hacer?

  Ella era solo una simple adolescente, quién libró a su gente de la casi extinción completa de su clan.

  Aún así, Charlotte podía conformarse con la confianza que Astrid tenía en ella.
  La morena, viniendo de una extensa línea de sucesión al mando, siempre creyó en las habilidades de lucha que su compañera tenía.
  Astrid Douglas era aquella persona que la Elfina buscaba cuando necesitaba un consejo o un abrazo, ese que le fue negado incluso por su propio hermano, quién desangrándose en el suelo no pudo enredar sus brazos a tiempo en aquella armadura que llevaba puesta la muchacha en ese día.
 

°THE BOY IS MINE°   ||   Edward Cullen.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora