El día había llegado. Leo volvía a casa después de un mes en Sevilla, y no solo regresaba, sino que lo hacía como campeón. Robin estaba lleno de orgullo y emoción mientras se dirigía al aeropuerto para recoger a su hijo. El viaje fue corto, pero cada minuto se sintió eterno mientras anticipaba el reencuentro.
En el aeropuerto, Robin esperó con ansias en la terminal de llegadas. Finalmente, vio a Leo aparecer, arrastrando su maleta y llevando la preciada copa de campeones. La sonrisa de Leo era radiante, y sus ojos brillaban de emoción al ver a su padre.
— ¡Papá! —gritó Leo, corriendo hacia él.
Robin se arrodilló y abrió los brazos, abrazando a su hijo con fuerza.
— ¡Campeón! —dijo Robin, con la voz cargada de emoción—. Estoy tan orgulloso de ti.
Leo sonrió, sus ojos brillando con lágrimas de felicidad.
— Lo hicimos, papá. Ganamos.
Robin acarició la cabeza de Leo, sintiendo una oleada de orgullo y amor.
— Vamos a casa. Todos están esperando para verte y celebrar contigo.
De camino a casa, Leo no dejaba de hablar sobre el campeonato, los partidos, y los amigos que había hecho. Robin escuchaba con atención, disfrutando cada momento. Al llegar a casa, Matteo ya estaba esperando en la puerta, ansioso por ver a su hermano mayor.
— ¡Leo! —gritó Matteo, corriendo hacia él y abrazándolo con fuerza.
Leo soltó la maleta y la copa para abrazar a Matteo.
— Te extrañé, Matteo —dijo Leo, con una sonrisa—. Mira lo que traje.
Matteo miró la copa con asombro.
— ¡Es enorme! —exclamó, tocando el trofeo con cuidado—. Eres un campeón de verdad.
Alicia apareció en la puerta, con Luka en brazos, sonriendo al ver a sus hijos juntos.
— Bienvenido a casa, Leo —dijo Alicia, con la voz llena de emoción.
Leo se acercó y besó a su madre en la mejilla.
— Te extrañé, mamá. —Luego, miró a Luka—. Y este es mi hermanito.
Alicia se agachó para que Leo pudiera ver mejor a Luka. El bebé, con sus grandes ojos curiosos, observó a su hermano mayor.
— Hola, Luka —dijo Leo suavemente, acariciando la cabecita de su hermanito—. Soy tu hermano mayor, Leo.
Luka parpadeó y sonrió, extendiendo una mano hacia Leo, quien la tomó con cuidado. Alicia, emocionada, observaba la conexión instantánea entre sus hijos.
— Tienes mucho que contarles —dijo Robin, poniendo una mano en el hombro de Leo—. Pero primero, entremos y celebremos.
Entraron a la casa, donde habían preparado una pequeña celebración para Leo. La sala estaba decorada con globos y una pancarta que decía "¡Bienvenido, campeón!" La copa fue colocada en un lugar de honor, y todos se reunieron alrededor para admirarla.
— Cuéntanos todo, Leo —dijo Alicia, mientras se acomodaban en el sofá.
Leo comenzó a relatar sus aventuras en Sevilla, hablando de los entrenamientos, los partidos, y las noches alrededor de la hoguera con sus compañeros de equipo. Matteo escuchaba con ojos grandes y llenos de admiración, mientras Luka descansaba en los brazos de Alicia.
— Y en la final, estábamos perdiendo en el primer tiempo —dijo Leo—. Pero no nos rendimos. Luchamos hasta el final y logramos remontar. Ganamos 3-2.
Robin, Alicia y Matteo aplaudieron, emocionados por el logro de Leo.
— Eres un verdadero líder, hijo —dijo Robin, con orgullo.
Leo sonrió y miró a su familia, sintiendo una profunda felicidad.
— No podría haberlo hecho sin su apoyo —dijo Leo—. Pensaba en ustedes todo el tiempo.
Esa noche, la familia celebró con una cena especial, disfrutando de estar juntos de nuevo. Después de la comida, se reunieron en el sofá para ver fotos y videos del campeonato que Leo había guardado en su teléfono.
— ¿Sabes qué es lo mejor de todo? —dijo Leo, mientras miraba a su hermanito—. Que ahora somos una familia más grande y fuerte.
Alicia y Robin se miraron y sonrieron, sintiendo una profunda gratitud por los momentos que estaban viviendo. Aunque había sido un mes difícil, el regreso de Leo y la llegada de Luka habían fortalecido aún más los lazos familiares.
— Y tenemos muchas más aventuras por delante —dijo Robin, abrazando a Alicia y a sus hijos—. Juntos, como siempre.
Esa noche, después de acostar a los niños, Robin y Alicia se sentaron en el sofá, recordando los momentos que habían vivido y anticipando los que vendrían. La vida estaba llena de desafíos y alegrías, pero sabían que mientras estuvieran juntos, podían enfrentar cualquier cosa.
La casa se llenó de una paz y felicidad que solo la familia puede brindar, y así, con el regreso de Leo y la bienvenida de Luka, los Le Normand miraban al futuro con esperanza y amor.
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El gol del corazón // Robin Le Normand
FanfictionEn el vibrante mundo del fútbol, donde el césped y el brillo de los focos definen el día a día, es fácil olvidar que detrás de cada figura pública hay historias de amor, sacrificio y esperanza. Este es el relato de Robin Le Normand, un talentoso def...