Capítulo 3.

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Ryunosuke se había quedado solo en casa ese día, miro las paredes altas, su casa en si era un estilo minimalista, las paredes tenían un acabado de caoba, median unos 4 metros de largo, con ventanales igual de largos dejando ver el pasto verde, las flores, arbustos y el pequeño lago que tenían con peces. En la primera planta, tenían la cocina grande y la sala pequeña, un área de juegos, y un mini gimnasio con piscina. En el segundo piso, era su habitación y 2 habitaciones extras, una era la de invitados, aunque solo la había usado su hermana Gin 2 veces. Las otras dos habitaciones eran sus estudios, oficina de él.

En aquel año, nunca había entrado a la habitación de Atsushi, por algún motivo, simplemente, su mano se quedó en la perilla, pero no pudo abrir la puerta. No se sentía con el valor de hacerlo. Fue a su habitación, donde dormía con Atsushi. reviso el armario, todo lo de Atsushi seguía allí, ropa de marca que le compro, bolsos, zapatos, relojes, había comprado todo para él y todo lo dejo, pudo notar que se llevo pocas cosas.

Se dejo caer en la cama, miraba al techo - ¿Por qué terminamos así? – se quejó.


Conoció a Atsushi hace un poco más de 3 años, fue amor a primera vista, era una nevada en Yokohama, acababa de ser despedido de su trabajo porque los dueños habían decidido darle su puesto a su hijo, nepotismo, odiaba el nepotismo, tenía que pagar el alquiler, y no había podido hacer despensa, fue cuando lo vio, el chico de cabello perloso sonriente, con unos preciosos ojos, sonreía aun debajo de la nieve intentando vender las pinturas que tenia sobre una manta en plena calle. Suspiro. Quizá ambos terminarían igual.

Tenia hambre, mucha hambre, tenia que dejar su departamento, tenía que vivir, pero ¿Cómo? No lo entendí, solo quería comer, quería no sentir más el hambre. Se dejo caer en la pared, recargándose en sus piernas para poder ver al joven, o más bien, ver su sonrisa, hasta que cerro los ojos lentamente

- Señor, señor – escucho, abrió lentamente los ojos, con pesadez, miro sus labios primero y después, sus preciosos ojos - ¡Señor! – grito alegre – despertó, gracias al cielo

- ¿Qué? ¿eres el chico de las pinturas? – pregunto, miro y se dio cuenta, estaba en el hospital - ¿Cómo?

- Tiene una infusión, quédese quieto, le están dando nutrientes – menciono - yo te cuido

Sintió una sensación de calidez enorme, sus mejillas se ruborizaron, fue su primer encuentro.


Atsushi estaba con sus hermanos, encerrado en su habitación, Osamu y Fyodor esperaban a su padre, Chuuya y Sigma estaban con ellos, - oye Sigma

- ¿sí?

- ¿Dónde está el prometido de Fyodor?

- Sigue en rusia

- Ese chico

- ¿sí?

- No me agrada

- Es una persona linda

- Tu tampoco me agradas

Sigma solo trago amarga saliva.

Aunque Chuuya había estado dentro de la familia por mucho tiempo como amigo de la infancia, no se atrevía a hacer algunas cosas lo que lo hacia ser algo hostil con los amigos de Osamu. (solo un poquito)

- Chuuya, haz algo – pidió Osamu al pelirrojo. Chuuya solía ser el único que lograba algo de Atsushi

Aun así, ni Chuuya logro evitar que Atsushi se casará y se alejará de la familia. Entro a la habitación viendo al chico abrazar un enorme peluche de tigre blanco y otro de tigre naranjado sobre de él - ¿doble tigre? ¿tan triste estás?

Mi marido necesita un castigo || BSD AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora