PRINCESA

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Finalmente había llegado el momento, y Sidon se preguntaba por qué había dudado tanto en sí mismo.

A pesar de haber resuelto sus diferencias en la batalla contra los Yiga, Sidon y Ruta seguían teniendo dificultades para verse las caras. Algunos momentos estaban bien. La bestia podía leer fácilmente las instrucciones de Sidon y seguirlas. Otras veces...

Bueno, Vah Ruta era muy terca e intratable.

Entonces, ¿qué decía eso de Sidon?

—Por el amor a las Diosas, hace un minuto te comportabas muy bien —gruñó Sidon, intentando no golpear la consola de control (había aprendido que si hacía cualquier movimiento brusco la bestia se apagaba por completo).

Ruta gritó desafiante.

—Vah Ruta, lo único que te pido es que...

Ruta volvió a trompetear, aunque su sonido se cadenció a tres tiempos y una pantalla de advertencia parpadeó en su visión.

Oh.

Le estaba dando tiempo.

Como él había pedido.

—Diosas. —Sidon se rascó la nuca—. ¡Perdóname por ser tan tonto! Gracias.

Ruta soltó un bufido de fastidio, pero le cerró la consola a Sidon para que no pudiera seguir jugueteando con ella como solía hacer. Tratando de ocultar su fastidio por lo bien que le conocía la bestia cuando él apenas la entendía, Sidon se dirigió hacia la plataforma y dio las gracias a Ruta mientras le dejaba bajar al agua junto al embalse.

Tenía muchos preparativos que atender antes de que Nami saliera de la escuela.

Sidon sonrió para sí mismo, tan feliz que no pudo contener su alegría e hizo una serie de volteretas hacia atrás para intentar liberar toda su energía y sus nervios.

Hoy era el día.

En los meses previos a esta decisión final, Sidon había tenido varias reservaciones sobre seguir adelante. Pero ahora que por fin ocurría, no sabía por qué habían estado allí.

El príncipe se encontró riéndose, incluso con la voz camuflada en las oscuras cavernas bajo el Dominio que conducían al palacio. ¡Qué tonto había sido!

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Cuando llegaron a la enfermería, Nami fue atendida casi de inmediato. La mayoría de los niños habían sufrido contusiones leves en la cola, pero hasta el momento no se había registrado ninguna lesión grave.

Sidon y Link suspiraron aliviados cuando ocurrió lo mismo con Minami.

Cuando salieron de la habitación, Sidon respiró hondo. Mientras que los niños estaban bien, muchos miembros de la guardia habían sufrido heridas graves. Los que habían puesto en peligro su vida se salvaron gracias a las hadas que los sanadores tenían a mano; sin embargo, el sonido de las lágrimas de una madre captó su atención.

—Oh, no —siseó Link, dando unos pasos hacia delante para ver cuál era la fuente de los llantos. Sidon quería unirse a Link, ya que era el príncipe, pero la niña que tenía a su cargo lo retuvo.

Pero Nami se adelantó para ver qué ocurría, así que Sidon no tuvo más remedio que perseguirla.

—Por favor —gritó la madre—, ¿no hay nada que puedas hacer para aliviar su dolor?

—Lo siento, señora —oyó decir Sidon a la curandera—, pero lo único que podemos hacer de momento es mantenerla cómoda y esperar lo mejor.

El príncipe se colocó junto a Link y sintió que se le encogía el corazón al ver a quien tenía delante. Una joven Zora, una de las nuevas reclutas de la guardia. Estaba tendida sobre una mesa, con la cara contorsionada por el dolor mientras intentaba mantenerse fuerte, con varias laceraciones y quemaduras horribles que cubrían la mayor parte de su cuerpo.

Sidon's Epic Pining Adventure  | SIDLINK | TRADUCCIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora