I
Hoy era el día que tomaría tan importante decisión. Me había comprado mi botella preferida de Whisky, me puse en paz con mi yo interno y me encontraba en mi estudio. Aun así el abdomen me molestaba tanto por el nerviosismo, pero eso no interrumpiría este momento. Iba por mi cuarto vaso de whisky, mis extremidades se sentían un poco anestesiadas, mis pensamientos se volvían más ilógicos y estaba agarrando más valentía.
Tomé del segundo cajón de mi escritorio un arma y despectivamente la apunte sobre mi cabeza, exactamente dónde se encuentra mi hueso temporal, tenía el control en este momento, hubiera podido jalar el gatillo sin mostrar ningún sentimiento. Pero a la mente le gusta divagar. El cerebro no puede pensar en el oblivion, es por eso que cuando la idea de no existir aparece, empieza a divagar sobre que pasara sobre tu suicidio. ¿Quién recogerá tu cuerpo? ¿Quién limpiara tu departamento? ¿Qué pensaran las personas de tu trabajo? Etc. Y mientras más pensaba en eso más perdía el control de la situación, mi mano con la que sostenía el arma apuntando a mi cabeza empezó a temblar, sabía que tenía que actuar, si tardaba un segundo más, perdería el valor de hacerlo y sé que la cruda moral del día siguiente es un animal que te carcome todo el ser. Así que como un motivador cualquiera decidí hacerlo a la cuenta de tres: Uno... dos... y tre.
Repentinamente alguien toca la puerta de mi departamento, a mi cuerpo llegaron sensaciones de culpa, miedo y timidez. Cómo un niño cuando lo descubren haciendo algo indebido. Pero ¿quién será? ¿Quién podría venir a tocar a esta hora? ¿Abre hecho mucho ruido? ¿Sera un vecino al que moleste? ¿Sera la señora de la renta? ¿Algún amigo? si es que tengo alguno, ¿Un ángel...?
Ahora tenía que idear un plan, ¿Qué haré? ¿Podría no abrir y hacerme el dormido? ¿Ser indiferente a la persona que está afuera de mi puerta y seguir con mi plan? ¿O salir atender a la persona y actuar como si estuviera en la cúspide de mi borrachera? Nunca me he considerado una persona mal educada, dejar a una persona afuera tocando mi puerta no sería muy agradable, así que ¡Qué más da! Veamos quien es.
Al abrir la puerta se encontraba del otro lado una persona alta, venía con un impermeable negro, algo húmedo probablemente por el rocío de la madrugada, lo que más me intrigaba era que no podía ver su rostro, la luz en mi departamento nunca me ha agradado, así que opte por poner focos con una luz muy tenue en las paredes, como me hubiera encantado tener una luz blanca en este momento. ¿Cómo saber si una persona es amistosa o desagradable si no puedes ver su rostro? Esta persona sólo entro en mi departamento como si yo no existiera, con movimientos tan naturales, pareciera que era su hogar y yo el extraño que interrumpe.
Quería preguntarle cualquier cosa, pero tenía la boca y la garganta tan secas que las palabras no podían salir, se encontraban encarceladas en mi cabeza. Así que la persona en mi departamento como un orador a sus borregos me pregunto: ¿Quieres ser feliz? Yo aún estaba paralizado, no sabía que hacer o responder, en mi cabeza volaban mil pensamientos, quería encontrarle la lógica a esta situación y estaba totalmente frustrado por no poder hacer o decir nada, pero lo que más retumbo en mi cabeza fue su pregunta, que pregunta tan más idiota, ¿quién en este mundo no contestaría sí? Con mis labios tan secos, intente decir ¡Sí! Pero estaba tan consternado por la situación que mis labios sólo se movían al ritmo de la palabra. Paso un minuto, el minuto más largo de mi vida, esta persona se levantó con naturalidad y con la elegancia con la que llego, se dirigió afuera del departamento y antes de cerrar la puerta dijo: "Cuando sea el momento tendrás que pagarme con la joya más brillante" y se marchó.
II
Desperté pocas horas después, me había quedado dormido recargado sobre mi escritorio, tenía una resaca fatal, algo con lo que ya estaba muy familiarizado. Al levantar mi cabeza lo primero que veo es la botella de Whisky totalmente vacía. Cómo es natural en esta situación lo primero que se me viene a la mente es conseguir más alcohol o un cigarro, algo para poder estabilizar mi cuerpo atrofiado por la resaca. Siempre guardo unos cigarros y una botella de Whisky barata en el primer cajón de mi escritorio, así que poder volver a mi estado natural no fue un problema. Ahora analicemos este rotundo fracaso. El principal problema es que sigo con vida, pero ¿Por qué?
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La Joya más brillante
HorrorUn hombre al borde la depresión se le vende la felicidad por la joya más brillante