⁓ ¿ Derrota o victoria? ⁓

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Tomé un sorbo del té Shay que me había preparado Asim. Su hospitalidad había sido excepcional; me había acogido en su casa durante días y me había acompañado a todas partes con una amabilidad inigualable. Fue él quien habló con las autoridades egipcias y con la embajada española para esclarecer todo lo ocurrido, evitando cualquier problema legal por haber actuado sin permisos en la sala del faraón.

- Todavía no puedo creer todo lo que ha sucedido - dijo Asim, tras tomar también un sorbo de té.

- Ni yo. Si no llega a ser por ti... hubiéramos... - negué con la cabeza - dije reviviendo en mi mente los aciagos sucesos.

- Amiga, ya ... - me interrumpió apaciblemente tratando de desviar mi gratitud -. No quiero oírte hablar más de eso. Marcaste mi número, ¿recuerdas? Y, aunque no pudimos hablar, imaginé que algo malo sucedía. Estaba ya de camino, así que corrí a buscar ayuda para llegar lo antes posible. Cuando me acerqué a la tumba, vi que ninguno de mis guardias la custodiaba. – Narraba con la mirada perdida - Habían sido atacados, amordazados y maniatados. Los encontramos a unos cuantos metros de la tumba. Recuerdo que no vi a nadie más y, luego, las autoridades hicieron el resto.

- Sí, pero... - Asim hizo un gesto pidiéndome que no continuara con aquella frase - Está bien, pero quiero que sepas que siempre te estaré agradecida - dije, con la voz cargada de emoción.

- No puedes estar cada día agradeciéndome algo que Jon también hubiera hecho por mí. – Agachó la mirada.

Asim me acompañaba, casi a diario, al Hospital Universitario Kasr El Aini, a pesar de su abrumador volumen de trabajo. Su equipo continuaba trabajando en los restos arqueológicos que habíamos descubierto. Me ofreció en varias ocasiones visitar el lugar y conocerlo bajo la luz adecuada, pero, francamente, no me sentía con fuerzas para hacerlo sin Jon.

La Dirección del Museo todavía no daba crédito a semejante hallazgo, lo cual nos ayudó a exculparnos por la intromisión y los daños causados en el hipogeo. Todo fue entregado al Museo Egipcio de El Cairo, aunque nuestros nombres ya nunca pasarían desapercibidos. Habíamos dejado nuestra huella en las arenas del tiempo y de la historia.

La noticia no tardó en estallar. La prensa nos buscaba para relatar la historia y hacernos preguntas sin cesar. Diariamente decenas de periodistas eran atendidos en la sala de prensa del Museo. Gracias a Asim, pude mantenerme lejos de todo aquello durante un tiempo.

- ¿Sabes una cosa Candela? – preguntó Asim dando un toquecito con su hombro en el mío. – El Museo tiene proyectos sobre la mesa para los próximos años.

- Eso es estupendo. – Contesté desganada.

- Uno de ellos será la "Sala Nowak y Domenech". – Dijo con una gran sonrisa nacarada.

- ¿De verdad? ¡Eso es maravilloso! - respondí abrazándole. Recordé entonces, que también se pondría el nombre de mi abuelo en la biblioteca de la Universidad de Barcelona, según palabras de Balmes.

- Quieren comenzar cuanto antes – continuó Asim tratando de entregarme algo positivo a lo que agarrarme. - Habrá una parte audiovisual en la que se cuente la verdadera historia sobre las estatuillas, sobre Nadzia y Enric, sobre ladrones, saqueadores de tumbas, y también sobre vosotros. Se realizará una ruta virtual en la que el visitante revivirá los momentos más importantes, desde el descubrimiento de las estatuillas, el diario de tu abuelo, las notas que Nadzia le envió, hasta todo lo que vivisteis y descubristeis ... en fin, una experiencia virtual de vuestra historia. Van a necesitar tu ayuda durante un tiempo, si es que te parece buena idea.

- ¡Me parece una idea fantástica Asim! – dije con algo más de entusiasmo - Es maravilloso, aunque Los Sortilegios de Heka siguen desaparecidos y su ladrón con ellos. – Reconocí, nuevamente angustiada.

Agua Amarga Donde viven las historias. Descúbrelo ahora