Todo seguía igual en Barcelona, las luces de Navidad adornaban con sus destellos las calles de la ciudad Condal. Habían pasado meses sin apenas darme cuenta. A pesar de parecerlo, el tiempo no se había detenido en el país de las pirámides.
Sabía que algo me esperaba al llegar a mi apartamento, las chicas se habrían encargado de todo. Giré la llave de la puerta principal, y al entrar, todos los allí presentes exclamaron: ¡Sorpresa!
Estaban todos.
Mi familia, que siempre me había apoyado incondicionalmente.
Mi querido aquelarre, mi círculo íntimo de amigas, que siempre había sido mi soporte inquebrantable.
Karolina, que también me saludó con su carismática sonrisa. Habíamos construido una amistad que se había fortalecido a lo largo de los desafíos y los descubrimientos que habíamos superado. Estaba segura de que nuestra conexión trascendería en el tiempo.
Giselda, a pesar de nuestras desavenencias en el pasado, también estaba allí, dispuesta a celebrar el regreso. Al igual que Xavier con el que estaríamos en deuda para siempre. Un nuevo sentimiento se forjaba entre nosotros, de respeto, cariño y amistad.
Sonaba de fondo música Jazz en el salón, y todos alzaban sus copas llenas de cava para dar la bienvenida. Era imposible no sentirse dichosa.
Agarré fuerte su mano y le miré emocionada con una gran sonrisa en mi rostro.
- ¡Bienvenidos! – decían unos y otros mientras nos colmaban de besos y abrazos – Os hemos echado muchísimo de menos.
Jon me devolvió la mirada y una bonita sonrisa, movió sus labios para que yo los pudiera leer: Te quiero.
Sonreí.
Era entrañable sentirse tan bien arropada por todos. Poco a poco la velada se convirtió en una bonita fiesta, en las que todos compartimos anécdotas, risas y recuerdos. Revivimos cada momento de nuestra aventura en Egipto, y agradecí el apoyo inmutable de todos los presentes. En ese momento, me di cuenta de cuán valiosos eran los lazos que habíamos forjado, y cómo cada persona aportó su fuerza y sabiduría para lograr algo más grande que nosotros mismos.
El tiempo había seguido su curso, pero algo había cambiado dentro de mí. Aprendí a valorar más a quienes me rodeaban y a no dar por sentado el amor y la amistad que me ofrecían. El viaje a Egipto me enseñó que, a veces, el camino más importante no es el que seguimos en busca de tesoros ocultos, sino el que recorremos junto a quienes amamos.
La recuperación de Jon en el Cairo fue un proceso largo y desafiante, pero su tenacidad y la dedicación de los médicos y enfermeras que lo atendieron fueron determinantes para su progreso.
Cada día que pasaba veíamos cómo se fortalecía, cómo volvía a ser el hombre apasionado y decidido que conocí cuando era una niña, mucho tiempo atrás. Durante el proceso, ambos tuvimos la oportunidad de hablar sobre lo sucedido, sobre nuestras vidas pasadas y presentes. Pudimos abrirnos el uno al otro compartiendo nuestras inseguridades y nuestros miedos.
El proyecto de la fundación, que habíamos creado Karolina y yo con la ayuda de Jon y de Asim, se convertiría en un símbolo de esperanza y dedicación a la preservación de la historia y el arte.
Una nueva "normalidad "se instalaba en nuestras vidas.
- ¿Os quedaréis mucho tiempo? – preguntó mi madre.
- No mamá, como mucho un par de semanas – contesté – Jon liderará el proyecto de la tumba de Nefertiti y todavía queda mucho por hacer.
- Pero hija, entonces, ¿qué harás con tu empresa? - dijo mi madre afligida.
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Agua Amarga
عاطفيةCandela, víctima de un mundo aparentemente perfecto que ella misma había creado, se encontrará en un peligroso cruce de caminos. El misterio envolverá cada decisión, como un velo que oculta los secretos más profundos. ¿Qué había ocurrido en el pas...