Boda

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Finn:

Después de la conversación con Lionel, algunas cosas comenzaron a tomar más sentido, pero necesitaba más respuestas. Así que acordé reunirme con Lionel y Gerard en privado el miércoles siguiente. A pesar de la incertidumbre y las preguntas que rondaban mi mente, decidí que el resto del sábado sería solo para Andrea y para mí.

Le propuse que nos olvidáramos de todo lo que ocurría fuera de las paredes de nuestra casa y que nos dedicáramos únicamente a nosotros. Pasamos el día relajándonos, bromeando y disfrutando de nuestra compañía. Jugamos, nos divertimos y, aunque mis heridas aún dolían, logré hacer reposo. Andrea cocinó para ambos, y al terminar la noche, nos dormimos tarde, amándonos con la entrega que siempre nos caracterizaba.

El domingo, después de desayunar, nos alistamos para ir a la casa de los padres de Andrea para el almuerzo familiar. Sabía que Marco y Elijah estarían allí, lo que prometía tensión, ya que su rivalidad era mutua. Andrea condujo porque mi hombro aún no me lo permitía. Mientras viajábamos, nos reíamos e imaginábamos las posibles escenas de futuras discusiones entre Marco y Elijah.

Al llegar, el ambiente familiar nos recibió con cariño. Leonardo y Mónica me abrazaron, haciéndome sentir más que bienvenido. Fuimos los últimos en llegar; todos los demás ya estaban allí y parecía haber armonía. El almuerzo fue divertido; nadie mencionó el tema del viernes, y en su lugar, hablamos sobre nuestra boda y la futura clínica.Marco les contó a sus padres que la semana próxima daría su último examen para recibirse de ingeniero mecánico. El joven maravilla había hecho la carrera en tiempo récord, casi un año y medio menos de lo que le lleva a la mayoría.

A partir de ahí, todos comenzaban a organizarse y a ayudarlo a montar su negocio. Quería construir automóviles de carrera, una pasión que compartía con su padre, y dijeron que lo harían juntos.

Aunque Elijah y Marco no cruzaron palabra, no hubo indirectas ni miradas hostiles. Marco era genuino para ignorar a alguien; lo hacía a la perfección. A pesar de la tensión latente, disfruté de la calidez de la familia de Andrea y de la tranquilidad que esos momentos me brindaban.

-Tengo tres días libres... ¡yo voy con ustedes! -exclamó Gina entusiasmada.

Andrea quería hacer un viaje de mujeres a Berna para elegir el lugar de la boda. Yo no podía ir, pero hice una lista de los lugares que me gustaban, y ella iría a ver cuál de ellos le gustaba más, así encontraríamos un término medio para los dos.

-Gina... ¿no íbamos a ir al cumpleaños de mi madre?- preguntó Elijah, mirándola confundido, porque sus padres ahora estaban en Zúrich.

-Ah, lo olvidé, pero entenderán. Tu madre cumple años todos los años, mi hermana se casa solo una vez, o eso espero -bromeó riendo.

-Claro, no hay problema. Cuando regrese de Zúrich, iré por ti a Berna -le dijo Elijah muy comprensivo.

Marco los miró a ambos y corrió su silla, poniéndose de pie. Se lo veía molesto, pero en silencio comenzó a levantar las cosas del almuerzo.

Andrea me miró y me hizo una seña sutil de que no dijera nada. Ella comenzó a ayudar a su hermano en silencio al igual que Mónica. Aunque quise ayudar, al igual que Gina y Elijah, ellos tres no nos dejaron.

-Puedo hacerlo, Marco. Estoy embarazada, no enferma -protestó Gina, poniéndose de pie.

-Ah, pensé que el egoísmo no te dejaba pensar, no el embarazo -murmuró, mirándola desafiante.

-¡No empieces! No voy a soportarte hoy -le reclamó Gina.

-Basta los dos... Bertolucci, silencio -dijo Leonardo, tomando aire.

Sencilla dignidad- La liberación de los secretos - Libro IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora