𝘾𝙝𝙖𝙩𝙩𝙚 𝙂𝙖𝙧ç𝙤𝙣

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Boypussy!!
-18
Adaptación de aalbon





Carlos sabía que algo raro había en su amigo, Charles Leclerc, un chico de veintitrés años, al cual consideraban el más carismático de todos.

Carlos quería averiguar qué era lo que su pequeño amigo escondía, de porqué no quería ir a playas o piscinas, ó de porqué no quería que lo vieran probándose un simple pantalón.

Y bendito sea ese día que entró a su habitación y lo encontró  completamente desnudo.
Ese día el monegasco estaba con la música demasiado alta como para escuchar que su amigo había entrado a su casa.

Casi siempre entraba a la casa del monegasco sin golpear, ya qué, tenía su propio juego de llaves que el mismo Charles se las había dado, tenían muy buena confianza entre ambos por lo que el monegasco también tenía las llaves de la casa de Carlos.

El español se escondió detrás de la puerta de la habitación, sorprendido por la maravillosa vista que tenía. Charles estaba sentado en su cama, tocando su linda vagina con sus dedos, pasándolos por su clítoris e introduciéndolos dentro de él para luego soltar varios jadeos.

Carlos se estremeció cuando el menor empezó a gemir su nombre y si alguien lo llamaba, tenía que ir, ¿no es así?

—Estoy aquí, ¿Necesitas ayuda, precioso?

El monegasco rápidamente se cubrió con las sábanas y lo miró asustado.

—C-Carlos no, no es lo que crees y ¿Qué carajos haces aquí?

Carlos rió y luego le dedicó una sonrisa pícara.

—Pues me has llamado y he venido a ayudarte. ¿Si quieres mi ayuda, mi vida? 

El castaño asintió con su cabeza y Carlos rápidamente se acercó a la cama y sacó las sábanas de encima del japonés para abrir sus piernas, dejando ver su hermoso coño, limpio y con un color rosado delicado, era pequeño y por lo que el español veía, muy jugoso.

El de ojos marrones no tardó en darle un lamida, desde su entrada hasta su clítoris, daba lentas y suaves lamidas a su clítoris, sacándole jadeos al castaño y el español gustoso de escuchar aquellos sonidos.

Dejó suaves besos por la zona íntima de monegasco, dejándola húmeda y caliente, luego el francés recorrió con su lengua todo el abdomen del monegasco hasta llegar a sus pezones y comenzar a lamerlos.

Sus dedos más grandes que los del ojiverde comenzaron a tocar su clítoris, haciendo que el menor temblara y pidiera por más.

—Eres una pequeña puta, Charles. ¿No crees? ¿Quieres que tu Calos te haga sentir demasiado bien?

El monegasco asintió repetidamente y vio al español pararse, y bajar sus pantalones junto a su bóxer. Era un miembro grande, demasiado para él, pero por una parte estaba seguro de que lo haría sentir como en el cielo.

—Carlos, solo se cuidadoso, por favor…

—No te haré daño, precioso. Sé que te va a gustar.

El pene de Carlos solo rozaba lentamente por encima de su coño, haciendo que Charles se excitara cada vez más y mojándose por completo.
No tardó en sentir el miembro del español entrar y el menor chilló.

—Dios santo, eres tan apretado. Se siente tan bien, Charles…

Carlos comenzó a moverse lentamente, pues no quería lastimar a Charles, quería hacerlo sentir muy bien.

El interior del monegasco estaba siendo atacado por el gran miembro, tocando sus puntos dulces que lo hacían gemir. Los dedos de una mano del mayor se encontraban pellizcando uno de sus pezones, dándole el placer suficiente, añadiendo besos húmedos sobre su cuello y las caricias con su otra mano.

Carlos salió de él para cambiar de posición.— En cuatro.— para Charles, su voz grave era erótica.

Una vez Charles se posicionó, el francés no perdió tiempo y entró con brusquedad, ahora sí comenzó a embestirlo fuerte. El monegasco ni se quejó, Carlos era demasiado bueno que sentía que acabaría en ese mismo momento.
Sintió las nalgadas que le daba el español, haciendo que se sonrojara.

Las embestidas no paraban, hasta que en un momento el monegasco se apartó, sus piernas temblaban y un líquido las recorría, dejando las sábanas mojadas.

Carlos volvió a entrar rápidamente, dejando besos en su espalda.

—Eres un sucio, Charles Leclerc.

Luego de unos minutos y con una corrida dentro del monegasco, donde ambos soltaron varios jadeos.

—Por fin te hice mío de verdad— habló agitado el español.

–Me.. me gusta ser tuyo, Sainz..

Carlos de haber sabido que eso era lo que ocultaba su amigo, le hubiera gustado saberlo mucho más antes.

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𝘾𝙝𝙖𝙩𝙩𝙚 𝙂𝙖𝙧ç𝙤𝙣 +18 | 𝘾𝙝𝙖𝙧𝙡𝙤𝙨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora