Capítulo Único

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En el distrito de Shiganshina todo el mundo se conocía, era una ciudad con gente agradable y hospitalaria. Además, los nacimientos siempre eran noticias bien recibidas, como el de la familia Arlert que dio la bienvenida al mundo el 3 de noviembre del año 835 a su primogénito, Armin. El pequeño bebé fue un gran regalo para la familia, sobre todo para Ava, la madre de la criatura, quien estaba tan encariñada que a duras penas se separaba del menor.

-Buenos días, Otto, ¿qué tal está tu mujer y tu hijo? -preguntó el señor John, el frutero de la ciudad.

Otto se dedicaba a la carpintería gracias a su padre y es que desde que era un niño, se interesó por crear cosas y el trabajo de su padre consiguió que su amor por la carpintería creciera aún más.

-Buenos días. -Saludó con su amabilidad habitual, dejando la lijadora sobre la madera en la que estaba trabajando. -Ambos están bien, Armin es un niño muy tranquilo por lo que no da problema alguno. -Comentó mientras iba a la parte del fondo, sabía que John había acudido a su lugar de trabajo para llevarse el pequeño baúl que encargó hace dos días.

-Uy, tu mujer y tú habéis tenido una suerte inmensa. Porque mis tres hijos, todos, lloraban demasiado y casi no podíamos dormir mi mujer y yo. -Ante aquel recuerdo se llevó su diestra a su sien, fingiendo un dolor de cabeza.

El rubio no pudo evitar soltar una risa divertida al escuchar tales palabras. -Si te sirve de consuelo, nuestro hijo también llora -dijo una vez que regresó con el mueble.

El hombre soltó una carcajada sonora como respuesta. -Sí, me sirve mucho de consuelo -respondió mientras pagaba por el mueble.

Desde que nació Armin, Otto cambió su horario laboral, siendo las mañanas las horas del día en las que se ocupaba de su carpintería para poder estar con su mujer e hijo lo que quedaba del día. Al menos eso estuvo haciendo hasta que el niño dejó de ser un bebé.

Era la noche del año 840, los padres de Armin, mientras que el niño de cinco años dormía, estaban terminando el globo aerostático que comenzaron a fabricar hace tiempo atrás con la intención de poder ver qué había más allá de las murallas. Aquel invento lo mantuvieron en secreto, eran conscientes de que acabarían en problemas si la policía militar se enterara, por eso solo lo sabían Armin y el abuelo del niño.

-Ha quedado mejor de lo que habíamos imaginado -dijo Ava feliz.

-Tienes razón, ¿crees que podrás ayudarme a dejarlo fuera? Aunque puedo hacerlo yo solo sin problema.

-Tranquilo, puedo ayudarte. -Sonrió ampliamente, ayudando a su esposo.

Al día siguiente se levantaron temprano para ultimar los últimos detalles.

-¿A dónde vais? -Con inocencia preguntó Armin que se había despertado por el ruido.

-Armin, hijo, buenos días. -Saludó la matriarca de la familia agachándose estando a la altura de su hijo. -¿Recuerdas el viaje en globo del que hablamos?

El menor asintió con la cabeza. -¿Puedo ir con ustedes?

-Lo siento cariño, no puedes venir con nosotros -contestó con una pequeña sonrisa acariciando los brazos de su hijo. -Es un invento nuevo y recién terminado, por lo que iremos papá y yo primero antes de que tú subas al globo, ¿lo entiendes?

-Sí, mamá.

-Ese es mi hijo, tan inteligente como siempre. -Halagó depositando un beso en su frente.

-¿Quieres que te prepare el desayuno?

-¿Puedo ayudarte?

-¡Por supuesto! Ven, vamos a preparar un delicioso desayuno. -Sin esperar respuesta ajena, tomó la mano de su hijo y ambos caminaron hasta la cocina.

Ode To A Miniature SunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora