Telarañas

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El canto de las gaviotas acompañaba el sonido de las olas chocando, estaban sentados, con aquellos brazos cruzados, evitando el contacto directo, tratando relajar el cuerpo y la tensión que les había causado la presencia de la madre de Kawaki. No había palabras que pudieran acompañar el momento, ambos estaban en shock.

—Hay piedras de colores—Soltó Mía, mostrándole una pequeña piedra de color rojizo

—El mar pule fragmentos de vidrio, convirtiéndolas en ello—Mencionó, recordando las palabras de aquel sujeto raro que solía estar con Sarada

—Eso es demasiado interesante

Silencio...

—¿Por qué no dices una mi/erda?—No tenía ese tono habitual, ni intentaba mirarlo, esta vez podría saborear la seriedad en aquellas palabras, la pregunta cargada de preocupación—Tú...sabes que estarás bien, yo no, no estoy a salvo, menos si Katsue está viviendo en la misma casa que yo

—Lo sé...—Antes de que ella pudiera darle aquel discurso de que compraría boletos esa misma noche, él hablo—viviremos juntos, en mi departamento

—¿Qué? ¿Con Katsue?

—No, es otro lugar

—¿Así de fácil?—Se burló—Solo tomo mis objetos y me voy a otro lugar...¿Qué dirá tu papá? Confirmará que me estoy aprovechando de ti... no, no...prometí ayudarte con esto, y sé que te lo debo, pero no podría...

—Sé que Katsue se irá

—No es cierto...mírame a los ojos y dímelo, no me estas mirando, es porque es una sucia mentira, no me mientas con eso. Si Katsue se fue de él, él vendrá...lo sabes, no quiero ser yo la que te lo diga pero no puedes rescatarla, no estarás a salvo de toda su mie/rda con Jigen—La miro, dándole a entender que con ella había sido sencillo, un día simplemente huyeron—...conmigo es diferente, porque yo no le importo más de lo que le importa ella

—Encontraré una solución, no debes preocuparte una mi/erda—La observó, decidido, mostrando aquel intento de sonrisa medicinal, escuchaba los sollozos de Mía, pero no podía simplemente cruzar el brazo por su nuca y consolarla, él estaba consciente del peligro que significaba Katsue en el mismo espacio que él

—No entenderías esto aunque te lo explique...soy una bomba en estos momentos...que ella este, tan tranquila y aparentemente sobria...no me da buena espina—Colocó los dedos entre su cabello—No tengo nada...y me mueve que como si nada puedas brindarme otro techo para refugiarme...es tan agridulce; De verdad no quisiera seguir siendo un estorbo en tu vida, pero al mismo tiempo sé que te necesito para salir adelante, ¿No es algo insano?...Quiero irme y a la vez quiero protegerte de ella, como tu lo has hecho conmigo...No puedo solo dejar que ella este aquí, tan tranquila, aprovechándose de ti...justo como yo lo hago—Apretó su cabello entre sus dedos—Represento todo aquello que odio en tu madre...solo soy un estorbo en tu vida y no sabes cuanto lamento serlo...No sé porque me ayudaste...así de fácil

—Porque lo hicieron conmigo—La interrumpió—Y la ayuda no se recrimina, ni es una pu/ta moneda de cambio—Recordó a sus padres adoptivos, al igual que se sintió dentro de aquella narración. Él era un niño que tuvo todo de un día a otro, batallando para integrarse en aquel milagro, pero sobreviviendo al mismo tiempo y tomando su propio rumbo

Negó, no creyendo aquellas palabras. ¿Cómo él podía venir de una vida con Jigen y Katsue? ¿Cómo esta persona podría ser su salvadora? ¿Acaso aún había esperanzas para Mía?

Se sentía tan patética y fracasada al lado de él, ella solo le aportaba molestias, enojos, berrinches...¿Qué de bueno sacaría de ello? Era chiflada, celosa y retraída...¿Cómo podía acaso quererla? Cuando estaban juntos peleaban, maldecían y competían...Ella no podía estar en silencio y él no podía sostener una conversación sin decirle "ya cállate", eran tan diferentes...¿Cómo podría estimarla? Ella no trazo un camino para que él llegase al afecto mutuo, solo fue egoísta en pensar que Kawaki tenía que estar para ella, recordándole que tenía una promesa que la ayudaría a lograr sus objetivos ("salir del país"), y en ese caminó cometió actos vulgares, como mentirle a la madre de él sobre Sarada, o echarle en cara a esa niña sobre la pérdida del hijo de ambos o alejarlo de Sumire y esa tal Hebiichigo fingiendo ataques de pánico, ella solo quería sus cuidados y se sentía avergonzada por ese comportamiento infantil.

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