현재 파파도.

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Gritos de odio eran lo único que escuchaban mis oidos, no podía soportar el hecho de que quieran matarnos, era injusto.
Golpeaban la puerta cada vez más abruptamente, hasta llegué a pensar que la romperían, pero no fue así.
Rompieron las ventanas y sus brazos entraron en nuestro hogar, la forma en la que mis hermanos me abrazaban era dolorosa, me sostenían con fuerza, queriendo que todo acabará, al igual que yo.
"Hermano...Salvanos." Me dijo Kechizu, sus ojos estaban llenos de lágrimas, al igual que los míos. Sujeté a mi hermano menor con un brazo y al otro le agarré la mano, nos metimos en un rincón y lloramos desconsoladamente hasta que oímos que empezaban a patear la puerta hasta derrumbarla.

Nos abrazamos con todas nuestras fuerzas para que no nos separen, pero el destino quiso algo distinto. Uno de ellos agarro a Esou del pelo y lo llevo arrastrado hasta afuera de nuestra vivienda. Empecé a correr para intentar alcanzarlo, pero no me percate de que al hacer eso deje desprotegido a Kechizu, y cuando lo hice ya era muy tarde, le agarraron la muñeca e hicieron lo mismo que con Esou. Ellos intentaron llevarme a mi también, pero yo estaba dispuesto a pelear, mordí y pegué con todas mis fuerzas para que no me alcanzarán, hasta que uno con una navaja me corto casi la mitad de la cara, desde una oreja hasta la otra, pasando por la nariz. Dolía bastante, al igual que la sangre que se derramaba por mi cara, pero estaba decidido a rescatar a mis hermanos, los únicos que quedaban con vida, ya que a los otros mi madre los aborto.
Corri hasta donde estaban ellos, pero de nuevo no pude hacer nada, los tenían atados en el centro del pueblo mientras todos miraban, me escabullí entre la multitud para que no me encontrarán.

Mire sus ojos por última vez, estaban llorando y rogando para que yo aparezca y los rescate, y eso también quería yo, pero no podía, aunque no estaba consciente de eso.
Preparaban las antorchas para tirarlas y quemarlos a los dos juntos, no lo iba a permitir. Corrí y me subí al escenario de madera, empecé a desatar las cuerdas de Kechizu, pero alguien me agarró de los brazos y me apartó de ellos, grité sus nombres tanto como pude, hasta que ví que por fin tiraron el fuego hacía mis hermanos. No podía creerlo, gritaban agonizantemente mientras yo solo miraba. Que inútil, que inútil que fuí, no cumplí con mi labor de hermano mayor. Mi única tarea era esa, y la eche a perder. Todos los presentes gritaban emocionados, como si fuera un juego, los odio, lo odio tanto que quiero matarlos. Forcejee como un animal para salir de su jaula, pero era en vano, el poder de ese adulto me superaba. Sentí mareos y nauseas por varios minutos, no podía distinguir el cielo del suelo, hasta que me desmayé.

Desperté en una celda como un prisionero, esperaba que me ejecutaran ya mismo, pero no lo hicieron, esperaban a alguien, aunque yo creía que solo querían que me pudra de dolor y sufrimiento por mi pérdida.

Días y horas, llantos y golpizas pasaron hasta que un señor de piel blanca, alto y con pelo negro largo llegó hasta mi celda.
"Ejecutelo ¡es el hijo del demonio mismo!" Le decía uno de los pueblerinos que lo acompañaba.
El hombre se me acercó y se puso a mi altura para después sonreírme cálidamente.
"Pequeño ¿Tienes hambre?" Asentí desconfiadamente, era algo extraño que el supuesto verdugo que venía a proclamar mi muerte me preguntara sobre mi estado.
"Bien, nos vamos." Me dijo, para después pedirle al hombre que lo acompañaba las llaves de mi celda. El pueblerino desconfío pero se las dió, creyendo que me iba a ejecutar después, pero no fue así. Ese señor que pensé que acabaría conmigo, que acabaría con mi sufrimiento, me ayudó a escapar de ese horrible pueblo.
No sé cómo, pero llegó a un acuerdo con los habitantes, aunque estoy casi seguro que les ofreció dinero para llevarme.

Podía sentir la tierra en mis pies gracias a mi falta de calzado, pero el hombre tan amable me cargó en sus hombros durante todo el camino.
En el trayecto me preguntaba de mi estado, de como la había pasado ahí y de que queria hacer a partir de ahora.
"Necesitas una ducha caliente para relajarte un poco, también para sacarte esa mugre ¿Hace mucho que no te bañas?" Asentí a todas sus preguntas, ya que todas eran de esa clase, no me gustaba hablar tanto.
Lo único que me calentaba era mi Yukata, también era lo único que cubría mi cuerpo desnudo, pero eso es lo de menos.
"Oye chico ¿Que te paso? Hablo de esa cicatriz de tu cara..." Toque mi rostro y era verdad, era muy grande y extensa.
"Me cortaron." Fue lo único que pude decir, no quería recordar esa fatídica noche.
El hombre suspiro para después sonreír nuevamente.
"Bueno, al menos ya sano ¿No?" Me quedé en silencio, aunque mi mente decía que tenía que estar agradecido por qué el me salvará, mi corazón pedía a gritos que me matarán.

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⏰ Última actualización: Sep 13 ⏰

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I Want You! - [Choso X Yuuji]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora