Rowan despertó en medio de un lúgubre escenario. El piso era de madera clara y se extendía con espacio infinito para actuar, el único límite era la obscuridad que cubría las orillas más lejanas del lugar. El gran telón rojo permanecía cerrado, esperando silencioso a la estrella principal.
Aturdido, se levantó. El telón se abrió cuando se incorporó. Se tocó el rostro, descubriendo que aún tenía su máscara puesta, cosa que lo tranquilizó. Un reflector que yacía escondido lo iluminó, él sonrió debajo de su máscara, extendió los brazos y se sintió pleno. Con ese ademán saludó a un público inexistente que, sin embargo, aplaudió emocionado. Más allá del escenario todo era obscuridad y siluetas amorfas que no podría decirse si eran humanas. Rowan, aparte de su extravagante máscara, vestía un elegante traje verde con rayas y una corbata blanca.
No recordaba lo sucedido. No sabía cómo llegó ahí, pero no le importaba. Ya hacía mucho tiempo que no se ponía de pie en un escenario, mucho menos uno tan bonito.
¿Cuándo fue su última actuación? No podía recordarlo, la verdad era que la mente de Rowan estaba un poco trastocada, era difícil fiarse de él o de su noción.Después de presentarse frente al público silente, el reflector se apagó por un segundo para que, inmediatamente después, el escenario fuera inundado por una luz tan potente como la del sol. El anterior suelo de madera había sido reemplazado por pasto. El telón seguía ahí, abierto, y el público seguía ahí, invisible. ¡La obra había comenzado! Rowan estaba un poco nervioso pues no sabía qué debía interpretar. Cuando iba a empezar a moverse, un niño corrió a su lado, Rowan lo miró con gran interés, intentando recordar qué obra empezaba así. Cuando el niño estaba más lejos de él, casi al otro lado del escenario, una casa unidimensional hecha de cartón descendió desde un techo ausente. Escuchaba al mecanismo rechinar ¡Era la fachada del hogar de su infancia! No pudo comprender lo que sucedía. El niño lo volteó a ver por un segundo, llevaba puesta una máscara similar a la de Rowan, pero la suya tenía al rostro masculino completo. Antes de reaccionar, la delgadísima puerta de la casa se abrió, el pequeño saltó dentro, desapareciendo en una obscuridad antinatural. Rowan se lanzó hacia ella, se agachó y entró, pero, para sorpresa suya, solo pasó al otro lado del cartón mal pintado. Esa casa unidimensional se elevó una vez más hasta que se hizo una con la obscuridad y Rowan la observaba confundido. El escenario cambió. La luz fue eclipsada por una ilustración gigante: era el interior de su casa. El pasto bajo sus pies se marchitó, desvaneciéndose en el aire, descubriendo así un suelo de madera vieja color café casi negro. Rowan estaba asustado, el último lugar que deseaba recordar era esa maldita casa. Se puso de pie, lento, confundido. Escuchó pasos bajar desde el segundo piso. Enloquecido de pánico intentó huir, corrió hacia el límite del escenario, donde se encontraba la audiencia y quiso saltar, pero no pudo. Nada se lo evitaba físicamente, pero sus piernas no podían moverse más allá. Huyó hacia la obscuridad detrás del telón, pero se encontró con el mismo impedimento. Mientras él corría de lado a lado, el público comenzó a reír entre murmullos.
- ¡Rowan!
Él permaneció inmóvil, congelado por la aparición de su padre. Era mucho más aterrador de lo que recordaba. Cuando intentaba pensar en qué hacer, algo se movió en el fondo de la habitación, cerca de una esquina.
- ¡Ya te vi! ¡Sal de ahí antes de que yo te saque!
El papá de Rowan, un hombre fornido, alto, de barba abundante y temperamento corto, se acercó a ese lugar mientras lanzaba los muebles por el aire para abrirse paso. Ahí, escondido y mudo, yacía Rowan… la versión de hace más de treinta años. Era un niño cuando todo eso ocurrió. Mientras el Rowan adulto solo podía observar lo que acontecía. Vio como su papá lo tomó con gran fuerza y lo lanzó hacia el centro de la sala. El miedo infantil que sentía lo volvió incapaz de intervenir.
El niño alzó sus dos manos temblorosas para cubrirse de los golpes, cosa que solo enfureció más a su padre. Lo tomó por el brazo, lo levantó hasta que sus pies no alcanzaban el suelo y lo golpeó en el estómago, sacándole el aire. Lo soltó, haciendo que cayera. El pequeño Rowan vomitó sangre, líquido que salió a borbotones por la boca y ojos de su máscara.En ese momento, Rowan, que no hacía más sino espectar, cayó de rodillas y vomitó sangre igual que su versión infantil. Su máscara lloraba lágrimas rojas. Cuando se sintió más enfermo cayó inconsciente. El telón se cerró, concluyendo así el primer acto.
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Las reliquias.
AventuraEn un mundo similar al nuestro, existen objetos de gran poder. Tiempo, espacio, obscuridad, inmortalidad, cualquier cosa que se desee puede hacerse realidad... Aquellos que portan una reliquia son temidos y respetados ¿Qué pasará cuando Alistair, un...