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El sol apenas comenzaba a iluminar el cielo de Austria, y el sonido de los motores en el paddock se escuchaba a lo lejos, anunciando el inicio de un nuevo día de entrenamientos. Me desperté en mi habitación del hotel, ubicada justo frente a la de Pepe. Ambos habíamos decidido dormir separados por respeto a su madre, quien había venido a apoyarnos durante el fin de semana. Aun así, era una tranquilidad saber que, con solo abrir la puerta, podía verlo a él.Decidí enviarle un mensaje.


Stella: "Buenos días, ¿listo para el entrenamiento? "


Pepe: "Siempre. ¿Desayunamos juntos antes de ir al circuito?"


Salí de mi habitación y, al abrir la puerta, encontré a Pepe apoyado en la pared del pasillo, con los brazos cruzados, con esa brillante sonrisa que le achinaban los ojos.


-Sabía que no podrías resistir venir a verme primero -bromeó.

Rodé los ojos, pero no pude evitar sonreírle.

-Vamos, el desayuno no va a esperarnos- dije sosteniéndole del brazo para ir juntos.

Durante el desayuno, la conversación fluyó de manera natural. Hablamos sobre estrategias para la carrera, posibles complicaciones del circuito de Spielberg, y también nos reímos de nuestros momentos en Barcelona, de cómo nos escapábamos a escondidas para evitar que nos separen nuestros padres e ir a dormir.

Ya en el circuito, el ambiente era intenso. Todos los equipos estaban ocupados preparando sus autos, afinando cada detalle antes del inicio de los entrenamientos. Mientras Pepe se dirigía hacia su equipo, me encontré con Ollie, quien parecía estar buscándome. Se acercó un poco nervioso, lo cual me sorprendió.

-Hola, Ollie. ¿Pasa algo? -pregunté.

-Stella, ¿tienes un momento para hablar? Es sobre Estelle...- respondió, frotándose las manos, algo que solo hacía cuando estaba realmente preocupado.

Nos alejamos de la multitud y encontré un lugar más privado para hablar.

-¿Qué sucede? -le pregunté, viendo que realmente estaba ansioso.

-El día de mi cumpleaños, Estelle y yo... nos besamos. Ambos estábamos algo alcoholizados, pero para mí no fue solo el alcohol. Lo quise hacer -confesó con la mirada baja-. Sin embargo, al día siguiente, ella me dijo que fue un error y que quería seguir siendo solo amigos. Traté de hablar con ella, pero luego en la fiesta de Pepe la vi besándose con Colapinto. Me sentí... devastado. No sé si hice algo mal o si fue solo un momento de confusión para ella- dijo cabizbajo cosa que era raro en Ollie quien parecía un cachorro .

Lo miré, sintiendo su dolor. Nunca había visto a Ollie tan vulnerable.

-No creo que hayas hecho nada malo, Ollie. A veces las personas tienen miedo de lo que sienten, especialmente en nuestro entorno. Quizá teme que al involucrarse contigo afecte tu carrera o la atención mediática se vuelva demasiado. Habla con ella de nuevo. A veces, solo necesitan aclarar las cosas -le dije con una sonrisa reconfortante.

Ollie asintió, algo más tranquilo. -Gracias, Stella. Significa mucho para mí que estés aquí- asentí y lo abracé 

Después de nuestra conversación, cada uno volvió a sus actividades. Sin embargo, no podía dejar de pensar en lo que Ollie me había contado. Sabía que debía enfocarme en la carrera, pero las emociones estaban a flor de piel.

Al día siguiente, durante la conferencia de prensa, los periodistas comenzaron a hacer preguntas sobre mi relación con Pepe. Intenté mantenerme firme, pero la presión fue constante.

-Stella, se te ha visto muy cercana a Pepe Martí últimamente. ¿Podrías confirmar si hay algo más que amistad entre ustedes? -preguntó uno de los reporteros.

Tomé una respiración profunda -Somos amigos, compartimos la misma pasión por este deporte y venimos del mismo país. Todo lo que puedo decir es que estamos aquí para competir, y eso es lo que importa-

Otra pregunta se disparó de inmediato. -Entonces, ¿no hay nada romántico entre ustedes?-

Sonreí, intentando mantener la calma. -No creo que deba discutir mi vida personal aquí. Estoy enfocada en mi carrera y en dar lo mejor en la pista-

Después de la conferencia, sentí el peso de la presión mediática sobre mí. Intenté sacudir esa sensación mientras me preparaba para la carrera. Me puse el casco y me subí al coche, intentando bloquear todo lo que había escuchado y concentrarme solo en el circuito. Sin embargo, los nervios y la presión me estaban pasando factura. Mis tiempos de vuelta no eran buenos, y casi al final de la carrera, mi coche empezó a fallar. Sentí cómo perdía potencia, y supe que algo andaba mal. No tuve más opción que retirarme.

La frustración y la tristeza me abrumaron mientras me dirigía hacia los pits. Me quité el casco y las lágrimas comenzaron a caer. Sentí que había decepcionado a todos, y el murmullo del público no hacía más que incrementar mi dolor. Mi equipo intentó consolarme, pero era imposible calmarme en ese momento.

Más tarde, mientras me cambiaba en el garaje, Pepe entró. Me miró sin decir nada, simplemente se acercó y me envolvió en un abrazo cálido. No necesitaba palabras, su presencia era suficiente. Me dejé llevar por ese momento, aferrándome a él como si fuera mi único ancla.

Salimos del garaje y nos alejamos del bullicio. Decidimos dar un paseo por el paddock vacío, alejándonos de todos para tener un momento de calma. Caminamos de la mano, en silencio, solo disfrutando de la compañía mutua. Esa noche, regresamos al hotel juntos, y aunque dormimos en habitaciones separadas, me sentí más conectada a él que nunca.

Después de Austria, Pepe y yo decidimos enfocarnos en nuestra relación. Comenzamos a pasar más tiempo juntos, explorando Barcelona en los días libres. Paseábamos por el puerto, comíamos en pequeños restaurantes escondidos, e incluso cocinábamos juntos en el apartamento que alquilé temporalmente. Estaba esperando que terminaran de remodelar el departamento en Japón, un regalo de mis padres, quienes sabían cuánto amaba ese país.

Una mañana, mientras desayunábamos en el balcón del apartamento, miré a Pepe y sonreí. Él se percató y arqueó una ceja, divertido.

-¿Qué pasa? -preguntó.

-Nada, solo estaba pensando en lo feliz que me haces. No importa cuán difícil sea el día, siempre encuentro consuelo en estar contigo.- dije tomando de mi té, esquivando su mirada

Pepe sonrió, tomando mi mano sobre la mesa.-Yo también, Stell. Eres lo mejor que me ha pasado- Le sonreí

Finalmente, llegó el fin de semana de la carrera en Spa. Había una mezcla de nervios y emoción en el aire. Decidí acompañar a Pepe a las clasificatorias para desearle suerte. El rugir de los motores y la energía de los equipos llenaban el circuito. Nos dirigimos juntos a su garaje, donde le di un beso rápido en la mejilla.

-Corre como tú sabes, Pepe. Te estaré esperando al final -le susurré.

Pepe me sonrió, con esa mirada de determinación que tanto me gustaba. -Lo haré, Stell. Haré esta vuelta por ti-

Mientras observaba desde el pit lane, sentí el corazón latir con fuerza. Ver a Pepe correr era fascinante, y me llenaba de orgullo saber que estaba apoyándolo, no solo como piloto, sino como su pareja. Era un momento nuestro, en medio del caos, y aunque había desafíos y presiones, sabía que juntos podíamos superarlos.

THAT SHOULD BE MEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora