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Faltaban solo unos días para la carrera en Spa, y decidí aprovechar el tiempo libre para ver a Pepe antes de que comenzaran los preparativos para la sesión de clasificación. El paddock estaba lleno de actividad, con equipos ajustando autos y pilotos revisando estrategias. El ruido de las herramientas, las conversaciones apresuradas y el olor a gasolina llenaban el ambiente. Caminé hacia el remolque de Pepe, anticipando una tarde tranquila juntos. Pero justo antes de entrar, me detuve al escuchar voces que venían del interior.La voz inconfundible del manager de Pepe resonaba claramente, su tono autoritario perforaba la atmósfera del lugar. 

 -Pepe, tienes que terminar con Stella. Ella no te trae patrocinadores ni beneficios; solo es un obstáculo en tu carrera - dijo molesto.Mi corazón dio un vuelco al escuchar esas palabras. Me acerqué más al remolque, escondiéndome para escuchar mejor, podía sentir la tensión en el aire. 

 -Pero no quiero terminar con ella -respondió Pepe con firmeza, su voz llena de determinación. 

-Stella es importante para mí; no puedo simplemente dejarla, no otra vez- 

El manager suspiró, su tono se volvió más insistente. -Escucha, Pepe, entiendo que estés encariñado con ella, pero esto es sobre tu carrera. Estás en un punto crucial, necesitas concentrarte y aprovechar cada oportunidad para avanzar. Estar con Stella no te está ayudando, al contrario, está distrayéndote -insistió. 

 -Eso no es cierto -protestó Pepe -. Ella me apoya en todo-

-Apoyar no es suficiente -replicó el manager con pragmatismo - Necesitas patrocinadores, necesitas visibilidad. Stella está a punto de entrar a la F1 y tú aún estás en la F3. La diferencia en las carreras es abismal, y los patrocinadores lo ven. No puedes competir con eso -

 Me apoyé contra la pared, sintiendo un nudo en el estómago al escuchar esas palabras. 

 -Entiendo lo que dices, pero no puedo terminar con ella por esas razones -insistió Pepe, claramente frustrado - Nuestra relación es más que eso -

 El manager bajó la voz, intentando ser más persuasivo -Pepe, sé que esto es difícil, pero piensa en tu futuro. Cada carrera cuenta; no dejes que una relación te impida alcanzar tus sueños. A veces, hacer sacrificios es parte del camino al éxito -

-Lo pensaré -respondió Pepe finalmente, su voz llena de incertidumbre y tristeza. 

 Decidí alejarme antes de que alguien me viera. Me tomé unos momentos para calmarme y después volví al remolque, actuando como si no hubiera pasado nada.

 Pepe me recibió con una sonrisa radiante, y aunque intenté corresponder, no podía quitarme de la cabeza lo que había escuchado.El día de la carrera, las palabras del manager seguían repitiéndose en mi mente, y la inseguridad me consumía. A pesar de todo, logré posicionarme bien en la parrilla de salida. 

La carrera comenzó, y sentí el volante en mis manos, la vibración del auto bajo mí. Sin embargo, a mitad de la carrera, mi mente seguía distraída. Las palabras del manager de Pepe resonaban en mi cabeza, haciéndome cuestionar todo.No vi al otro auto que venía detrás de mí hasta que fue demasiado tarde. Sentí un impacto brutal, y mi auto comenzó a girar fuera de control. Los ruidos de metal chocando y el olor a caucho quemado llenaron el aire. El mundo se volvió un borrón de colores y sonidos antes de que todo se apagase.El golpe me lanzó contra el asiento. La fuerza del impacto me dejó sin aliento, y fue entonces cuando perdí la conciencia.Al día siguiente, hospital de LiejaEl hospital estaba lleno de murmullos y tensión.El equipo médico hizo todo lo posible para estabilizarme durante la noche. Pepe no se movió de la sala de espera hasta que le permitieron verme. 

 El sol de la mañana iluminaba la habitación cuando mis ojos comenzaron a abrirse lentamente. La luz era intensa, y todo se veía borroso al principio. Sentía mi cuerpo pesado, pero estaba despierta. 

La luz del sol se filtraba por las persianas de la habitación, iluminando suavemente mi rostro. Mis ojos parpadearon, luchando por adaptarse a la claridad. Sentía mi cuerpo pesado, como si estuviera atrapada bajo una manta de plomo. Intenté moverme, pero un dolor punzante recorrió mi costado. Al abrir los ojos completamente, vi el techo blanco del hospital y escuché el constante pitido de las máquinas a mi alrededor.


Giré mi cabeza lentamente, sintiendo el tirón de una punzada en el cuello, y ahí estaba él. Pepe, con el rostro cubierto de preocupación, sentado en una silla junto a mi cama. Parecía no haber dormido en toda la noche; sus ojos estaban rojos y sus hombros encorvados. Cuando notó que lo miraba, se enderezó rápidamente, sus labios temblando en una sonrisa aliviada.

-Stella, estás despierta -dijo con un suspiro entrecortado, levantándose para acercarse más.

-Pepe -susurré, mi voz ronca y débil. Sentí cómo mi garganta quemaba al intentar hablar

- ¿Qué... qué pasó?- 

Pepe tomó mi mano, sus dedos cálidos envolviendo los míos con delicadeza. Vi la preocupación y el miedo reflejados en sus ojos.

-Tuviste un accidente en la carrera. El auto detrás de ti no pudo frenar a tiempo y te golpeó. Fue un impacto fuerte, pero estás bien ahora. Estamos en Lieja, en el hospital. Te estabilizaron durante la noche -explicó, su voz suave pero cargada de emoción. 

Asentí lentamente, procesando lo que decía. Intenté recordar los momentos previos al choque, pero solo veía imágenes borrosas y fragmentadas. El sonido del metal retorciéndose, la sensación de mi cuerpo siendo lanzado hacia adelante, y después, nada.

-Pensé que te había perdido -murmuró Pepe, inclinando la cabeza para apoyarla contra mi mano. Sentí la humedad de una lágrima rodando por su mejilla.

-No te librarás de mí tan fácilmente -intenté bromear, forzando una sonrisa. Pero incluso yo noté el temblor en mi voz.Pepe soltó una risa entrecortada, más parecida a un sollozo. Se secó las lágrimas con el dorso de la mano, intentando recomponerse.

-No bromees con eso -dijo, mirando al suelo -Estuve toda la noche aquí, esperando a que despertaras. No sabía qué iba a hacer si no te veía abrir los ojos-

-Lo siento... por asustarte -dije, apretando su mano con la poca fuerza que tenía.Pepe se inclinó y depositó un beso en mi frente, dejando que sus labios se quedaran allí unos segundos, como si no quisiera separarse. 

El contacto era suave, reconfortante. Cerré los ojos, disfrutando de la calidez que me transmitía.

Nos quedamos así, en silencio, simplemente disfrutando de la presencia del otro. Sentí una paz que no había sentido en mucho tiempo, a pesar del dolor y el cansancio que pesaban sobre mi cuerpo.

Al día siguiente me dieron de alta, Pepe estaba a mi lado todos los días, sosteniéndome la mano, de camino al hotel, Pepe habló -¿Sabes? -dijo Pepe de repente- Mientras estabas inconsciente, no dejaba de pensar en todas las cosas que quiero hacer contigo. Viajar, correr juntos, ver las estrellas. Cosas simples, pero importantes.Lo miré, sintiendo que mi corazón se llenaba de amor-

-Hagámoslo todo, Pepe. Tenemos todo el tiempo del mundo-Pepe sonrió y tomó mi mano, apretándola suavemente.

-Sí, Stell. Todo el tiempo del mundo- dijo para depositar un beso en mi cabeza

Y mientras el paisaje pasaba frente a nosotros, sentí que, a pesar de las dificultades, estábamos en el camino correcto. Unidos y listos para enfrentar cualquier cosa que el futuro nos deparara.

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⏰ Última actualización: 6 days ago ⏰

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