TEMOR

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El baño le asentó bien a Zaynab y no podía parar de mirarse al espejo con el vestido que Sybilla le había obsequiado, ella había estado acostumbrada a llevar ropa  blanca casi todo el tiempo, ya que desde niña su extraño gusto por ese color había se había incrementado evidentemente, era el color de la paz y a la vez el color del cielo, completó su atuendo cubriendo su cabello con un velo del mismo color de su vestido, había dudado en si colocárselo o no, ya que desde que entró en la etapa de la adolescencia su padre le había ordenado cubrirse la cabeza conforme a los mandatos del Islam, sin embargo ya no estaba en Damasco como para cumplir estas órdenes, aún así la costumbre de ser muy recatada estaba presente desde que era una niña.
Se puso a pensar sobre la propuesta del rey de acompañarlo al encuentro con Saladino, se preocupaba ya que si el sultán no accedía al acuerdo que Baldwin le iba a proponer se iba a desatar una guerra y a ella la matarían de inmediato ya que recién comenzaría sus lecciones de lucha a la mañana siguiente y con dos días de lección sería lo mismo que nada para poder luchar en una guerra y no estaba dispuesta ni aún tenía el corazón frío o de roca para poder quitarle la vida a alguien de los suyos, eso la alarmó, sin embargo confiaba mucho en las palabras del rey, y la promesa que él le había hecho de que nada malo pasaría.
Salió de su habitación y se dispuso a buscar los aposentos de Sybilla, sin embargo al pasar por una habitación grande en particular pudo ver a Baldwin tirado  a los pies de su cama aferrándose con fuerza de las sabanas y vacilando del dolor. Se alarmó y corrió hasta él.
Zaynab: Majestad! -gritó
Baldwin: ¡No Zaynab! ¡Por favor!¡ No te acerques!- ordenó entre quejidos levantando un poco la voz.
Zaynab: ¡señor, por favor déjeme ayudarlo!- pudo darse cuenta de sus llagas visibles ya que sus manos no estaban protegidas por los guantes, sus ojos se llenaron de lágrimas al ver esto
Baldwin: Vete, Zaynab!- exclamó él- ¡déjame solo!
Zaynab: no lo dejaré solo! - exclamó insistente y se agachó para quedar a la misma altura de él, volvió a estirar su mano hacia él, pero éste la esquivó.
Baldwin: GUARDIAS! - gritó y de inmediato dos guardias se aproximaron al interior de los aposentos del rey- Por favor lleven a la dama a sus aposentos.
Zaynab: ¡ayúdenlo por favor!- suplicó ella entre sollozos-¡ El rey se  siente mal!
Sybilla apareció en la escena y sujetó a Zaynab por los hombros.
- Ven conmigo, Zaynab- se dirigió a los guardias- Ustedes traigan a los médicos por favor- yo la llevaré a su habitación
Zaynab: yo no quiero irme, alteza, quiero estar acá ¿Cómo es posible que lo vean así y no hagan nada por socorrerlo?
Baldwin: ¡Llévala ,Sybilla! - ordenó él, mientras tanto un grupo de médicos irrumpieron en la habitación y ayudaron al rey a ponerse de pie. Sybilla llevó a Zaynab hasta la habitación, la cual no dejaba de llorar, ambas se sentaron en la cama:
Sybilla: Fui de inmediato al escuchar los gritos, pensé que discutían.
Zaynab: ¿ Por, qué, Zaynab? ¿Por qué no me dejó ayudarlo?! - se lamentó.
SYBILLA : Porque la lepra es contagiosa, él no quiere que tú pases por ese dolor, solo trata de protegerte, no quiere que sufras.
Zaynab: Yo sufro al verlo así, lo encontré en el suelo y quise ayudarlo , ni siquiera me dejó que lo tocara. Solamente quiero estar allí, quiero asegurarme de que esté bien.
Sybilla: Los médicos ya están realizando su trabajo, en la cena iremos ¿ De acuerdo?
Zaynab asintió.
Sybilla: te preocupas mucho por él- la observó fijamente- jamás había visto a nadie llorar por mi hermano, a parte de mi, claro sin embargo no suelo hacerlo al frente de él, no quiero que sufra más.. a mí también me parte el alma al verlo así, él está muriendo, muchos lo desprecian y les aterra acercársele, por miedo a contagiarse.
Zaynab: ¡Él no merece morir, alteza! ¡Él merece ser amado! No entiendo la desgracia que le sucede a las personas buenas, nunca entendí el mundo ni la vida, creo que no debí de nacer en esta época.
Sybilla: La única virtud que nos queda y que lamentablemente pocos la poseen es la fe, la mía es muy débil y también la de la mayoría aquí, luchan por obtener la salvación, mueren defendiendo a su Dios para alcanzarla, sin embargo esto no tiene valor sino lo haces con fe, indudablemente lo hacen por temor y para no ser castigados por sus pecados en el infierno.
Zaynab se llevó una mano al rostro y secó su rostro bañado en lágrimas.
- ¿Segura de que se pondrá bien?- preguntó con la voz entrecortada.
Sybilla: él se pondrá bien, es muy fuerte...
Zaynab: no entiendo cómo hace para soportar ese dolor y así luchar en la guerra, yo no podría...
Sybilla: ¿Tú lo quieres mucho, verdad?
Zaynab sintió un piquete en el corazón al escuchar esa pregunta y al observar la mirada penetrante de Sybilla y esos ojos verdes que reflejaban admiración y sorpresa.
-Quiero que él este bien..- respondió con la cabeza agachada.
Sybilla: ¡Cuánto anhelé que alguien lo quiera así como tú! Sin embargo, nadie nunca lo hizo,él estuvo solo siempre, tras la separación de nuestros padres, estuvimos alejados por muchos años, luego cuando se coronó rey, la lepra comenzó a tomar su curso en su piel y ahora la desesperanza ha invadido a todos los que sienten devoción hacia él y hubiesen querido que reine por mucho tiempo- rodeó la espalda de la joven con su brazo izquierdo- Zaynab lo único que te pido es que  hagas que su corazón ría hasta el último momento de su vida.
Zaynab: Él no me quiere cerca... - musitó.
Sybilla: Te aseguro que eso no es cierto, su temor a que te contagies y sufras por su culpa es grande, es por eso que se refugió en su enfermedad y evita tener contacto con la gente, pero yo lo conozco y sé que en el fondo de su corazón anhela sentirte cerca de él- tomó la mano suave de la joven - mi hermano no confía en mi esposo como futuro rey de Jerusalén, ya que es fácil de corromper y es muy cercano a  Reinaldo, no sería extraño imaginar que lo use de marioneta para continuar causando catástrofes, es por eso que el sucesor de su trono será mi hijo Baldwin V, al verlo me recuerda mucho a mi hermano cuando tenía su edad ya que era idéntico,  sin embargo está muy pequeño aún para cargar con tanta responsabilidad, por esta razón es que él teme que la paz no se alcance, no quiero defraudarlo ni fallarle en su objetivo.
Zaynab no dijo nada, solamente  escuchaba en silencio las palabras llenas de desesperanza de la princesa. Su corazón estaba lleno de angustia, deseaba con fervor ver al rey quien la enfermedad lo estaba venciendo en uno de tantos episodios febriles que había tenido, los cuales ahora ocurrían frecuentemente.
Sybilla: Hoy cenaremos en sus aposentos, tranquila, si mi hermano nota tu angustia, sufrirá más.

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