La lluvia golpeaba incesantemente el parabrisas ya empañado del coche. La tormenta no parecía tener intenciones de amainar, aunque en la radio había escuchado a un reportero del clima decir que todo iba a estar despejado en unas horas.
- ¡Maldición!- farfulló entre dientes.
La visibilidad era pésima, solo un par de metros por delante de la espesa cortina de agua y viento. La humedad era insoportable, tenía el cabello erizado y los lentes se le empañaban, debiendo limpiarlos a cada rato en la tela de la sudadera. Debió haber dejado que el chófer la trajera, se hubiera ahorrado el angustioso viaje de regreso a casa. Estaba terriblemente cansada, las noches de guardia siempre eran agitadas y esa noche en específico habían llegado numerosos pacientes a urgencias accidentados de diferentes maneras debido al terrible clima. Volvió a mirar la pantalla del navegador, iba por la ruta correcta, aunque si no fuera por el GPS no tenía ni idea de a donde iba.
Un nuevo desnivel repentino hizo sacudirse el coche alarmando a la mujer, que aguzó aún más los ojos en la carretera. El navegador marcaba una curva en el próximo cruce, debía estar atenta. El móvil comenzó a vibrar dentro del bolso de cuero negro que había dejado en el asiento del copiloto. Usando su mano derecha mientras sujetaba el volante con la izquierda rebuscó entre sus cosas intentando alcanzar el móvil sin quitar los ojos de la carretera. Se estiró una última vez y pudo agarrar el celular, desbloqueó la pantalla y pudo ver que se trataba de él. Puso los ojos en blanco e hizo una mueca de desagrado. Siempre hacía ese tipo de cosas, discutían, él era incapaz de ceder y luego pretendía presionarla hasta que estuviera dispuesta a hablar y "arreglar" las cosas.
Estaba aburrida de la misma dinámica siempre, de nada servía disculparse si dentro de unos pocos días todo volvería a suceder de una forma parecida. El móvil continuó vibrando sin cesar, las llamadas entraban una tras otra. Decidió deslizar su dedo por el botón verde de contestar, la voz aliviada de él al otro lado del teléfono inundó el coche.
- ¡Al fin me contestas! He estado muy preocupado.¿Dónde estás? No te fuiste con el chófer, el clima está infernal, no es un buen momento para ir conduciendo sola por ahí.
- Estoy bien, ya estoy de camino a casa. Le dije al chófer que se marchara porque no me apetecía tener a nadie cerca ahora mismo- se escuchaba bastante mal, de seguro la señal era débil por el mal tiempo.
- Eso no es una excusa. Estamos hablando de tu seguridad- la voz antes preocupada se tornó demandante en medio segundo.
- Estoy perfectamente segura en el interior de mi auto no tienes de que preocuparte, solo es un poco de lluvia- volvió a girar los ojos ante la insistencia.
- ¿Un poco de lluvia? ¿Has mirado las noticias? Hay un montón de accidentes en la zona debido a los deslizamientos de tierra, las carreteras inundadas y la intensa lluvia. Es lo normal que esté preocupado.
- Lo sé, he atendido a varios de los accidentados en emergencias. Pero yo estoy conduciendo con cuidado, sabes que soy muy cautelosa.
- Sí, pero no todo está en tu control, un movimiento en falso y estarás en el fondo de una ladera- suspiró angustiado.
- Estás exagerando, como siempre. Estaré bien, solo me quedan un par de kilómetros para llegar a casa. Cuando lo haga, terminaremos la conversación que quedó pendiente está mañana.
Un silencio absoluto dominó la plática, él se había callado de golpe. Era evidente que el tema lo incomodaba, por algo habían dejado esa discusión a medias.
- ¿Hola? ¿Sigues ahí?- sabía perfectamente que la escuchaba, solo que no esperaba tener que volver a enfrentarse a ese tema.
-Sí, aquí estoy. Hablaremos cuando llegues, aunque mi postura no ha cambiado en solo doce horas, así que no comprendo tu insistencia con este asunto.
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"De Bali a la Habana"
RomanceAlgunas personas creen en las coincidencias, otras en el destino y otras más piensan que las cosas simplemente ocurren. La vida da giros inesperados, Raquel González nunca imaginó que en medio de sus aburridas vacaciones en Bali, Indonesia conocería...