Surrender to love

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El día dio pasó a la noche, del sol ya solo quedaban pequeños trazos de naranja en el cielo, y del lado contrario del firmamento se empezaba a ornar en un azul oscuro. Se adivinaba que ya pronto serían las siete de la noche. Un hermoso mosaico de nubes decoraba el paisaje y prometía una lluvia suave de un par de horas, y una luna creciente, aun transparentosa, se asomaba por un costado de los picos de la iglesia de estilo gótico.

Para ser un domingo por la tarde la plaza se encontraba vacía. Los puestos ambulantes de chuchería estaban vacíos y las personas que los atendían se hallaban sentadas con el codo reposado en una rodilla y la barbilla reposaba en la mano conectada. Esperando pacientes, pero con cierta molestia, que los lugareños volvieran de la procesión que los llevaba a recorrer las calles del pueblo con el padre como guía.

Era época navideña, por lo que la plaza y todo el pueblo se adornaba de rojo, verde y dorado. Y la plaza, siendo la atracción principal, resplandecía en luces amarillas y esas típicas esculturas de cabilla.

Alguien tenía una corneta en algún lado sonando a todo volumen, llenando el silencio general y creando una cacofonía, que solo se veía interrumpida momentáneamente por el sonido de un carro pasando.

Y como si del murmullo de un grillo se tratase, se podía escuchar bien bajito, y solo si se prestaba atención, como muy a lo lejos las personas marchaban cantando alguna canción religiosa.

De la calle anterior a la iglesia, una cuesta empinada por la que era difícil transitar y que hacía que los músculos de las piernas de cualquier persona que por ahí pasara empezaran a doler, bajaban dos muchachos.

Y aun con la lejanía y la oscuridad se podía apreciar la diferencia de estatura. Una niña, que en ese momento se asomaba por su ventana desde su cuarto en el segundo piso de una casa algo deteriorada, los observó pasar. Iban agarrados de la mano, razón por la cual su interés se activó y les prestó un poco más de atención. Iban agarrados de la mano, volvió a pensar, y ambos parecían ser hombres.

Sus ojos de abrieron amplios en sorpresa.

Miró a los lados para cerciorarse de que nadie estuviera viendo y soltó un suspiro de alivio cuando notó que el lugar estaba desolado con excepción de los dos jóvenes.

Parecían estar en su propio mundo, jugando a irse a los lados para que el otro lo sostuviera. En un momento uno de ellos alzó el brazo que conectaba las manos e hizo que el contrario completara una vuelta por el arco que se formó, como si de un baile de salón se tratase.

Sonreían tan amplio que se les cerraban los ojos. La niña pensó que era justo, así era como lucían las personas felices.

El clima, siempre caluroso del pueblo, no impedía que ráfagas de aire corrieran despelucando los cortos cabellos. Sus ojos eran tapados por el flequillo y a cada rato la mano que tenían libre se alzaba para arrimar el pelo hacia atrás.

Surrender to love - KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora