El Último Vuelo 6: La Muerte de Lucerys y Jaehaerys

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Capítulo: El Último Vuelo: La Muerte de Lucerys y Jaehaerys

Año 129 d.C.

Era una mañana tormentosa cuando Lucerys Velaryon, montado en su dragón Arrax, llegó a Bastión de Tormentas para asegurar el apoyo de la Casa Baratheon para su madre, la princesa Rhaenyra. El cielo oscuro presagiaba el desastre que se avecinaba. Borros Baratheon recibió a Lucerys en su salón, pero su preferencia por Aemond Targaryen era evidente, especialmente después de la oferta de matrimonio entre las casas.

Aemond, con su ojo de zafiro brillando, observó con desdén a Lucerys mientras este intentaba diplomáticamente convencer a Borros. La tensión entre los dos príncipes era palpable.

—¿Vienes a mendigar, sobrino? —dijo Aemond con desdén—. Tu madre envía a un niño para hacer el trabajo de un hombre.

Lucerys, con una calma que le costaba mantener, respondió:

—No vine aquí para pelear, Aemond. Mi madre solo busca la paz y el apoyo de los Baratheon.

Aemond soltó una risa burlona.

—¿Paz? ¡No hay paz para los traidores!

Cuando Lucerys se despidió de Borros y se preparó para regresar a Rocadragón, Aemond lo siguió en su dragón Vhagar. El cielo se tornó aún más oscuro y la lluvia comenzó a caer torrencialmente. La persecución en el aire entre los dragones fue brutal. Arrax, más pequeño y ágil, trató de evadir el ataque de Vhagar, pero la tormenta y la superioridad de Vhagar hicieron la maniobra imposible. Los dragones rugían y las alas batían en la tormenta, creando un caos aéreo.

Finalmente, Vhagar atrapó a Arrax en sus fauces, desintegrando al dragón y a su jinete en pedazos que cayeron al mar embravecido.

En Desembarco del Rey, la noticia de la muerte de Lucerys llegó rápidamente a los oídos de los Verdes. Aegon II, aunque parcialmente satisfecho, mostró una mezcla de alivio y preocupación. La reina Alicent, al recibir la noticia, trató de mantener la calma mientras observaba la tensión creciente.

Aemond regresó a la Fortaleza Roja, su rostro mostrando una mezcla de triunfo y culpa. En el consejo privado, Ser Otto Hightower elogió la acción de Aemond, considerando que fue una medida necesaria.

—Has demostrado a los Negros que no daremos marcha atrás. La fuerza es el único lenguaje que entienden.

Aemond, aunque aún afectado por la situación, trató de justificarse:

—Fue un acto necesario. Este conflicto no puede detenerse por sentimentalismos.

Mientras tanto, Rhaela Targaryen, hermana de Lucerys y esposa de Aemond, recibió la noticia de la muerte de su hermano con una profunda tristeza. La pérdida fue un golpe devastador para ella, pero decidió llevar su luto en silencio. En lugar de confrontar a su marido, se encerró en sus aposentos y pasó el tiempo en meditación y duelo, sin permitir que su dolor se mostrara públicamente. Sus ojos estaban enrojecidos y su rostro pálido, pero mantuvo una fachada de calma en presencia de otros.

En otro frente, Daemon, decidido a responder a la muerte de su hijo, contrató a los asesinos Blood y Queso para que atacaran al joven príncipe Jaehaerys Targaryen. Estos asesinos, conocidos por su brutalidad, irrumpieron en los aposentos de la reina Helaena. Al enfrentar la desesperación de Helaena, quien intentó proteger a sus hijos, los asesinos tomaron la decisión de matar a Jaehaerys frente a su madre, utilizando el terror como herramienta.

Blood y Queso ejecutaron al pequeño príncipe con fría precisión, dejando su cuerpo sin vida como un claro mensaje para Aegon y los Verdes.

La noticia de la muerte de Jaehaerys causó una gran conmoción en Desembarco del Rey y en la familia Targaryen. La reina Alicent quedó devastada, mientras que Aegon II, consumido por la ira y el dolor, juró vengarse. La guerra entre los Negros y los Verdes se intensificó aún más, llevando al reino a una etapa de brutalidad sin precedentes. La tragedia personal y la política despiadada se entrelazaban en una danza sangrienta que definía la historia de la Danza de los Dragones.

El último dragón: La casa del dragónWhere stories live. Discover now