Dulces recuerdos en una casa especial.

3 0 0
                                    


Al acercarse a la casa sintieron una sensación especial. La última vez por la emoción no se dieron el tiempo para admirar los recuerdos que brotaban de aquel espacio que los albergo por tantos años, excepto por ese inocente juego "imagino" que quisieron recordar y que los tenia nuevamente en ese lugar.

Estaban a tres cuadras del terreno caminando sin preocupaciones, conversando sobre recuerdos de vecinos de antaño. Algunos aún estaban, otros habían dado paso a sus hijos y nietos, y otras casas tenían una familia totalmente nueva.

— ¿Aún está el viejo sauce en la quebrada? — Preguntó Pedro recordado cuando iban a ese lugar de niños.

— Siempre preguntas por ese sauce – dijo Mónica riendo.

— Sí, con esto de la expansión urbanística, todos los años cambia el espacio natural y ese sector tiene muchos recuerdos de cuando íbamos de niños y no tan niños. ¿Se acuerdan? — respondió animadamente.

— Por el momento todavía esta. Pero dicen que el próximo año se comenzará a construir un edificio. Hay un lio con un grupo de vecinos y organización ambientalista que están en contra de que arrasen con los árboles y toda la flora y fauna del lugar. — dijo Mónica.

— ¿Recuerdan que cerca de ahí estaba la gran roca de sacrificio? — aporto Gabriela trayendo al recuerdo de viejas historias.

— Todo un mito de niñez.

— ¿Mito? — replicó Mónica —, ¿Te acuerdas cuando fuimos a buscar ese lugar y casi gritas del susto Pedrito?

— Jajajaja, eso es verdad — Dijo Gabriela riendo —. Era el que no creía, pero fue el primero en salir corriendo.

— Sí lo recuerdo y aun orgulloso de eso — dijo riendo.

Gabriela recordó la noche de verano que decidieron ir a investigar y jugar imagino en aquella piedra. Las historias locales hablaban de una gran piedra que fue utilizada para sacrificios hace más de cien años. Formaron un grupo de diez jóvenes entre doce y quince años que con linternas en mano se internaron entre arbustos y árboles en busca de esa emoción.

— Todo por culpa del viejo Jo — dijo Pedro señalando una casa a lo lejos donde vivió Joaquín Méndez.

Al pasar por fuera de la casa recordaron el tiempo en que tenían nueve años y el viejo Jo se sentaba afuera sobre un tronco o cerca de la antigua cancha de tierra que ya era parte de la calle de un condominio cercano. Parecieron verlo rodeado de los niños y adultos que siempre lo escuchaban contando la misma historia sin un final, sin detalles de cómo llego a tener esas marcas, ni que lo perturbo para siempre. Mostraba las cicatrices en su brazo y pierna como recuerdo de que no se debe jugar con cosas desquiciadas y ocultismo.

<<Lo primero que les voy a contar paso hace mucho tiempo, mucho antes de que sus padres fueran niños. Todo lo que ven acá no existía y habían muy pocos que vivían cerca, ¿conocen la cancha del monte? Bueno, detrás de ese pequeño monte habían cinco casas, sí, solo cinco de las que ahora solo queda una, que como saben es el negocio de don Rafa.

<<Se cuenta que los primeros habitantes comenzaron con extrañas costumbres y sacrílegas reuniones en un lugar más allá del sauce, adorando a satanás, al diablo; aunque ellos lo llamaban la gran luz divina. Realizaban rituales, sacrificios y misas oscuras. Prendían grandes fogatas para pedirle favores a los muertos. Una gran roca que la naturaleza la hizo con su parte superior plana era usada como altar de sus oscuros deseos bañándola de sangre y carne fresca.

<<Hace casi doscientos cincuenta años hubo un periodo donde se perdieron una gran cantidad de personas, niños y adultos, incluso animales de granja. Se culpó a ese grupo. Sus integrantes o cualquiera que se reconociera como simpatizante de sus extrañas actitudes y pensamientos fueron perseguidos. Algunos fueron atrapados, enjuiciados y ejecutados por tener pactos malignos, otros con más suerte escaparon en el total anonimato.

SugestiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora