𝗌𝖾𝗏𝖾𝗇.

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Felix se acostó en la cama y Hyunjin a su lado, los dos dándose la espalda

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Felix se acostó en la cama y Hyunjin a su lado, los dos dándose la espalda. El nerviosismo por parte de ambos era evidente. Ninguno se miró a los ojos después de lo que había pasado en la sala.

Lee trato de dormir, fingió dormir por más de media hora, pues, en su mente sólo recordaba las caricias de Hyunjin a su miembro, lo bien que se sentía. Joder, se sentía un pervertido.

Sintió la cama crujir a su lado y observa a Hyunjin levantándose para salirse de la cama y después escuchó la puerta de la habitación cerrándose. Suspiró fuertemente recordando los espasmos de su cuerpo por las caricias que le había hecho el menor. Por alguna razón no podía olvidarlas, aquello fue tan prohibido como placentero.

Movió su mano, con la que había tocado el bulto de Hyunjin momentos antes y la pasó encima de su miembro, moría por tocarse por debajo de la ropa. Pero la apartó, estaba comportándose como un enfermo.

Hyunjin regresó pronto y se acostó de nuevo a su lado, pero esta vez pegando su pecho a la espalda del mayor y abrazándolo por detrás.

─ Lix hyung, sé que estas despierto ─ le dijo al oído y sintió todo el cuerpo de Felix tensarse ─ Lix hyung es tan hermoso.

─ ¿Qué crees que haces? ─ preguntó Felix, en el momento en el que sintió las manos de Hyunjin acariciando su vientre por debajo de su playera y tratando de ir más abajo.

─ Hyung me gustas mucho ─ confesó el menor, y besó el cuello del mayor.

─ Es una jodida broma.

─ No, no lo es.

Felix trató de levantarse de la cama, estaba bastante desconcertado y confundido, pero el menor se aferró a él con fuerza impidiendo el escape.

─ Hyung, quiero chupársela como en la película.

Hyunjin pasó sus manos por el miembro de Felix sacándole un gemido. No, no, no, eso estaba muy mal. Pensaba.

─ ¿Quién eres y que le ha hecho a mi bebé?─ preguntó, apenas asimilando lo dicho por Hyunjin. Tratando de procesar la información.

─ Hyung por favor, sí, por favor.

Lo pensó por segundos que le parecieron eternos.

─ Pero, no le digas a nadie ─ asintió resignado. Y es que Felix no le podía decir que no a su pequeño niño de su sonrisa bonita.

 Y es que Felix no le podía decir que no a su pequeño niño de su sonrisa bonita

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